En la madrugada del 7 de octubre de 2023, miles de milicianos de Hamás se infiltraron en el sur de Israel desde la franja de Gaza ejecutando el mayor atentado terrorista de la corta historia del Estado judío. Aprovechando la festividad del Sucot –una de las más importantes del calendario judío–, y coincidiendo con la celebración de un festival de música, donde se congregaban miles de jóvenes, los terroristas asesinaron a sangre fría a 1.200 personas y tomaron como rehenes a más de 250. Un año después, 101 israelíes aún permanecen en manos de Hamás en algún recóndito lugar de Gaza, 35 de ellos ya han sido declarados muertos por las autoridades hebreas. Desde entonces, el papel que desempeña la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) ha sido duramente criticado por Israel.
Para Marcus Sheff, uno de los cien judíos más influyentes del mundo y director ejecutivo del Instituto para el Monitoreo de la Paz y la Tolerancia cultural de la Educación Escolar (IMPACT-se), el profundo odio que profesa Hamás contra Israel se enseña, en la mayoría de ocasiones, en escuelas financiadas por Naciones Unidas en Gaza y Cisjordania. «Los materiales de enseñanza de la UNRWA educan en el terrorismo, tachan directamente a los judíos de mentirosos y estafadores y aseguran que desaparecerán», explica Sheff, en un desayuno con periodistas durante una breve visita a Madrid. El experto viajó a nuestro país para entrevistarse con autoridades del Gobierno y demostrar, documentación en mano, cómo la educación en Gaza es solo la punta del iceberg de la radicalización de los palestinos.
Mientras que en Occidente los alumnos estudian a Mahatma Gandhi o Rosa Parks como modelos a seguir, en los libros de texto de las escuelas de la UNRWA, implementados por la Autoridad Nacional Palestina (ANP), se glorifica a la terrorista palestina Dalal Mughrabi que en 1978 fue partícipe de la Masacre de la carretera costera, asesinando a 13 niños y 25 adultos en un autobús civil israelí. Su nombre aparece a lo largo de diez páginas en un libro de texto en el que los niños aprenden comprensión lectora y se les alienta a seguir sus pasos. Sheff denuncia que los ejemplos de odio hacia Israel en el material escolar son múltiples. «Se enseña a los estudiantes a cortar el cuello del enemigo, se les anima a lanzar un cóctel molotov contra un autobús», revela el experto en políticas de educación.
Sheff continúa su explicación aseverando que «en un libro de matemáticas de cuarto curso, el cálculo básico se enseña contando el número de mártires de las dos intifadas palestinas». Para llegar a entender la implicación de la UNRWA en el proceso de radicalización de los más jóvenes en Gaza, el director ejecutivo de IMPACT-se señala que en la Franja la mayoría de las escuelas son de Naciones Unidas, por lo que «no hace falta ser un gran estadista para comprender que gran parte de los que asaltaron la frontera el pasado 7 de octubre fueron a estos centros». Así las cosas, Israel denunció que numerosos trabajadores de la UNRWA participaron de la masacre que hace un año precipitó la actual guerra en Gaza.
Tras estas acusaciones, varios países occidentales, entre ellos Estados Unidos y Alemania, decidieron retirar la financiación a la Agencia para los Refugiados. España, sin embargo, se desmarcó de los países de su entorno y decidió aumentar la aportación. En 2023, nuestro país fue el undécimo donante a nivel mundial de la UNRWA. La contribución española a la organización ha aumentado en un 332,7 % desde el año 2017 y en marzo de 2024, en medio del escándalo por su supuesta implicación en los atentados terroristas de Hamás, el Ejecutivo español se comprometió a entregar otros 20 millones de euros.
Sheff, que además ejerce de reportero político en The Nation y es editor The Jerusalem Post, asegura que el germen de todo este fundamentalismo tiene su origen en Irán. La educación que se imparte en la República Islámica es «extremadamente antioccidental, antiamericana y comprometida con la destrucción de Israel». El experto aboga por la desradicalización de los currículos escolares y descarta que, una vez que se termine la guerra en el enclave palestino, la educación quede en manos de la UNRWA. «Si siguen enseñando a los jóvenes que deben convertirse en mártires, que deben cometer actos de terror y que su valía se basa en cuánta violencia pueden cometer, no se sorprendan si eso es lo que hacen. Y eso es lo que hicieron el 7 de octubre», zanja.
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