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La inconveniencia del rencor como memoria histórica

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La historia siempre ha sido violenta y la guerra siempre ha estado presente, tanto que la paz era definida como un periodo entre dos guerras. Igual de permanentes han sido las guerras de conquista. El «humano» aparece en África y por miles de año se desplaza por la Tierra hasta ocuparla toda. A partir de este poblamiento originario, todo nuevo ocupante era un conquistador. La ley del más fuerte prevalecía. Luego venía la «mezcla» o la desaparición del pueblo conquistado. En América no fue diferente, ni antes de 1492 ni después. No había una sola nación indígena, sino muchas y diferentes y unas dominaban a otras. En el actual México fue igual y de hecho la derrota y conquista de los aztecas, fue gracias a la superioridad técnica de las armas hispanas y la gran alianza con los otros pueblos indígenas que, dominados por los aztecas, se sublevaron y aliaron con los españoles conquistadores. Esta es la historia-vera de la historia humana y en lo esencial sigue igual, unos dominando a otros y lo hemos llamado «imperialismo». Todo poder mayor termina intentando dominar o subordinar a estados y naciones «menores», por eso el mundo se sigue armando y por eso las guerras no terminan de desaparecer. No justifico la guerra y soy contrario a ellas, pero siguen allí. 

Todo lo dicho tiene que ver con el hecho anecdótico de no haber invitado al rey de España, jefe del Estado español como monarquía que es, a la toma de posesión de la presidenta electa de México este 1ero de octubre. No fue invitado porque, en 2019, no contestó una carta que le envió el presidente López Obrador proponiéndole que en una ceremonia común, programada para el 2021, el rey se disculpara por las violencias y atrocidades cometidas por la conquista española en el siglo XVI. Si esto fuera así, les tocaría disculparse a los franceses que también los invadieron y le impusieron un emperador y ni hablar de los gringos que les quitaron inmensos territorios. Digo esto, por lo absurdo que resultaría pedir perdón por las guerras de conquista que cada pueblo o nación han sufrido a lo largo de la historia. Los orgullosos romanos conquistaron medio mundo y ese medio mundo terminó por conquistar a Roma. El «olvido» es mucho más terapéutico que el «rencor», además en la práctica «conquistadores y conquistados» se mezclan y crean nuevas realidades, antropológicas, culturales, políticas, etc. La humanidad, toda ella, es mestiza por definición y culturalmente sincrética aunque desarrollen particularidades. Si miramos hacia adelante, cada vez vamos a ser más habitantes de la Tierra como casa-compartida y la convivencia en paz más necesaria. El «perdón» es cosa privada y de confesionario, mezclarla con la historia termina siendo una tontería diplomática y política.

 

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