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El mundo llora al astrofísico que se ganó el afecto de todos

La partida de “una mente brillante y extraordinaria”, como lo calificó la primera ministra Theresa May, fue lamentada por científicos, líderes mundiales y el Vaticano

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El astrofísico británico Stephen Hawking, que desafió las expectativas de una muerte temprana para convertirse en el científico más popular del mundo, falleció a los 76 años de edad en la ciudad universitaria inglesa de Cambridge.

Una fuente de la universidad explicó que su salud se había deteriorado en los últimos meses y que “se apagó en su sueño”. Su libro Historia del tiempo, de 1988, rompió récord de ventas y lo catapultó al estrellato.

Aunque nunca ganó el premio Nobel, era más célebre que cualquiera de quienes lo alcanzaron. Hijo de profesores, nació en Oxford y murió en Cambridge, dos grandes centros británicos del saber en los que sobresalió esta “mente brillante y extraordinaria”, en palabras de la primera ministra Theresa May.

“Estamos profundamente tristes” por la muerte de nuestro querido padre, señalaron sus hijos, Lucy, Robert y Tim. En un gesto inusual, la reina Isabel II anunció que enviará un mensaje privado de pésame a la familia, mientras que el ex presidente estadounidense Barack Obama publicó una foto junto a él y un deseo: “Diviértete con las estrellas”.

La Nasa saludó a un “embajador de la ciencia” cuyas “teorías abrieron un universo de posibilidades”. Formidable vulgarizador, Hawking “logró comunicar la emoción que la ciencia procura”, declaró uno de sus colegas, el astrofísico Didier Queloz.

El secretario general de la ONU, António Guterres, lamentó la pérdida y lo calificó de “fuerza cósmica e inspiración”. “Nos enseñó los misterios del espacio exterior y el potencial de nuestro interior”, afirmó.

En Cambridge, las muestras de pesar se combinaban con las de agradecimiento. La facultad Gonville y Caius, en la que fue profesor, puso a disposición un libro de condolencias que se convirtió en cuatro, por la afluencia de gente. “Era muy divertido y tenía un gran sentido del humor”, dijo Justin Hayward, que elaboró su tesis doctoral entre 1991 y 1995 bajo su supervisión.

El hombre que aseguró que no creía en Dios y que la ciencia siempre gana a la religión “porque funciona”, fue homenajeado también por el Vaticano. “Le dijo a los cuatro papas que conoció que quería fortalecer la relación entre la fe y la razón científica. Oramos para que Dios lo tenga en su gloria”, escribióla Academia pontificia de ciencias sociales.

Hawking desafió las predicciones de los médicos, que a mediados de los sesenta le dieron sólo un par de años de vida después de que le diagnosticaran una forma atípica de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), enfermedad que ataca las neuronas motoras que controlan los movimientos voluntarios y que lo obligó a usar silla de ruedas.

La enfermedad lo fue dejando progresivamente paralizado; solo podía comunicarse a través de un ordenador que interpretaba sus gestos faciales gracias al único músculo que controlaba, el de la mejilla.

Su gran hallazgo

Gran parte de sus trabajos se centraron en unir la relatividad (la naturaleza del espacio y del tiempo) y la teoría cuántica (la física de lo más pequeño) para explicar la creación y el funcionamiento del cosmos. “Mi objetivo es simple”, dijo una vez. “Es entender completamente el universo, por qué es como es y por qué existe simplemente”. Hawking fue un temprano defensor de la teoría del Big Bang para explicar el origen del universo. Sus investigaciones posteriores teorizaron que los agujeros negros emitían radiación, “la radiación Hawking”, como se la conoce.

Su popularidad lo llevó a realizar apariciones en series de televisión como Star Trek, en The Big Bang Theory y en The Simpsons, y su voz apareció en una canción de Pink Floyd.

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