En pleno medio del océano Pacífico, la isla de Pascua, también llamada Rapa Nui, está invadida por el plástico. Ubicado en el Giro del Pacífico sur, una poderosa corriente marina, el pequeño territorio chileno recibe en sus costas más de 500 residuos por hora. Vienen del continente y también de los barcos industriales que pescan masivamente en la zona. También, conocida por sus Moái, la isla acoge miles de turistas al año, que generan además toneladas y toneladas de basura. Sus habitantes explican cómo hacen frente al flagelo.
“Cuando yo iba a la playa a recolectar mucha gente pasaba y me decía: ‘Oh, está colectando conchitas, está colectando piedritas’. Y yo les decía: ‘No, es plástico’. Y ahí abrían más el ojo y se daban más cuenta de que estaba súper sucio todo por el plástico”, explica a RFI Kina, de 22 años, nativa de la isla de Pascua. Todos los fines de semana va a limpiar el borde costero y recoge plástico en la arena, y entre las rocas.
“Uno empieza a escarbar, a escarbar y abajo hay más. Estoy viendo que hay mucho más abajo que arriba, y todo esto es plástico”, describe.
Con las manos dentro de la arena y con un pequeño tamiz, Kina junta miles y miles de pequeños trozos de plástico de todos los colores.
“Llegan a ser tan pequeños producto de la degradación en el mar. Llevan tanto tiempo viajando en el mar que producto del sol, de la sal, del desgaste por el choque, la fricción con otro, llegando a las costas, chocando con las piedras, es que se fracciona tan pequeño”, explica.
Ese día está con su prima y dos amigas. Las cuatro mujeres eligieron ir a limpiar la bahía de Hanga Nui, en la costa sureste de la isla de Pascua, cerca de los 15 moáis de Tongariki.
“Generalmente nos llevamos 2 o 3 baldes llenos. Y eso ya son unos 20–30 kilos, fácil. Siento que al final no estoy haciendo ningún aporte. Porque sigue llegando tanto, y uno viene a recolectar, y al irse, uno sigue viendo plástico. No es que uno venga, recolecte y deje la playa limpia. Porque es imposible sacar todo lo que uno encuentra”, observa.
Además del micro plástico que es muy difícil de recolectar, hay mucha más basura, explica María José, su prima.
“Encontramos plásticos de grandes volúmenes: cajones, a veces llegan neumáticos gigantes, cajas, las redes también pueden ser muy grandes, a veces encontramos de 30 kilos, o sea hay de todo”, cuenta María José.
¿Por qué hay tanto plástico en la isla de Pascua?
Las 4 mujeres acaban de pasar 3 horas, en cuclillas, tratando de recolectar la mayor cantidad de plástico posible.
María José trata de no dejarse sobrepasar: “Es muy impactante ver la cantidad de residuos que uno viene a limpiar. Entonces, claro, baja la desesperanza de decir: ‘Oye, yo estoy pasando horas de mi vida limpiando un residuo que no es mío’, pero al mismo tiempo hay otros lugares del mundo en dónde esto no importa, y dónde se generan muchas más cantidades’. O la misma industria del plástico que sigue produciendo y produciendo. Entonces uno dice: ‘Es insignificante el aporte que estoy haciendo. ¿Cuál es el valor de tanto esfuerzo para algo que es tan pequeño o tan poco incidente?’ Pero, después, pienso que en verdad me deja más tranquila y más satisfecha conmigo misma el hacerlo”.
“Cuando yo era chico no había tanto plástico como ahora. Ahora se ve mucha más el plástico. Sobre todo, cuando hay mucho viento, marejada, se viene toda la basura que se acumula afuera, se viene todo adentro de la orilla. Provoca rabia, enojo. No da gusto verlo”, dice Carlos en el pequeño puerto de Hanga Roa, mientras limpia atunes medianos que acaba de pescar. Todos los días sale al mar en su bote con motor.
“Hasta los pescados ahora vienen con plásticos en la guata. A veces hasta las mismas tortugas vienen con un pedazo de plástico, tenemos que agarrarla y sacárselo. Mis papás, mis abuelos no veían plástico en los pescados. Nosotros somos los que estamos viendo plástico ahora en los pescados. Nosotros decimos que es de los barcos pesqueros factoría que están afuera que empiezan a botar su basura y se viene todo con la corriente hacia acá adentro”, alerta.
La isla de Pascua está efectivamente rodeada de embarcaciones que pescan en las aguas internacionales. Es lógico pues que grandes cantidades de materiales utilizados en la pesca terminen llegando a las costas de Rapa Nui.
“El otro día encontramos una boya que tenía una placa con números, como una patente. Y esa patente yo la busqué en internet y era de un barco chino que estaba actualmente con su cuota disponible para la pesca”, relata a RFI Emilia, bióloga marina.
Muchos de estos barcos vienen a pescar el atún, abundante en la zona. Algunas embarcaciones son japonesas, otras chinas, australianas y también europeas, comenta Pamela Averill, ingeniera civil oceánico.
“Están llegando hasta cintas que son de los barcos pesqueros dónde sale en el embalaje de las cajas de atún de dónde provienen. Y la mayoría son desde España. La única alternativa es cerrar la llave del plástico y evitar que esto siga llegando. Y la industria pesquera, o sea, ¿cómo es posible que sigan los barcos contaminando de esta manera? ¿Qué organismo, qué identidad se hace responsable realmente?
Un obstáculo natural que no ayuda
La ubicación de la isla de Pascua en el océano tampoco ayuda, al contrario… en esta zona se produce como un efecto de imán para todo el plástico que flota en el mar… ya sea de la pesca industrial o basura que viene de Sudamérica.
“La isla está justo en el centro del giro del Pacífico sur, entonces es un obstáculo natural a todos estos plásticos que vienen desde el continente hasta Rapa Nui. Podemos ver también que en algunos sectores de Rapa Nui se concentra más macro plástico, que son estas bandejas de pesca, grandes cuerdas. Y en otros sectores tenemos más micro plástico que por la misma circulación que tiene el plástico en la isla en sí. Por eso en las playas es común ver estos pequeños pedacitos de plástico. Y en otras costas como generalmente la costa sur podemos encontrar plásticos de mayor tamaño”, nota Pamela.
“Nosotros vivimos en el medio del océano. Nuestra cultura, nuestras familias están totalmente relacionados al mar, a la tierra, y constantemente atentos de los impactos del cielo, de la lluvia, del sol, de la luna, de las estrellas, de todo… Es parte de nuestra idiosincrasia y de nuestra cultura”, apunta Ariki Tepano Martín, el presidente de la comunidad indígena Ma’u Henua, encargada de administrar el parque nacional de Rapa Nui, el cual cubre casi la mitad de la superficie de la isla, desde el interior hasta las costas.
“La mayor parte del plástico que tú ves no se produce aquí. Es el impacto de la pesca industrial. Hoy día tenemos por suerte el inicio de un proceso de área marina protegida. ¿Si lo va a reducir? No lo creo. Porque fuera de las 200 millas van a seguir las pesqueras industriales, pescando y tirando basura al mar, y eso es lo que llega hoy en día a nuestras costas. Como Ma’u Henua que tenemos la jurisdicción legal hasta el límite costero, nuestra parte es colaborar con las instituciones, organismos o grupos que se preocupan de ir limpiando. Y ojalá en algún momento, una consciencia global. La pesca industrial es una de las más millonarias después de la extracción de petróleo. Ojalá que no sea así, pero la única manera de parar es que depreden todo el mar. Y hasta este punto vamos a tener que vivir con eso”, agrega.
Según un estudio chileno de la Universidad Católica del Norte, son más de 4 millones de residuos los que llegan a la isla de Pascua cada año. Los habitantes logran recoger una parte de estos desechos que luego termina en el centro de reciclaje de Rapa Nui.
Reciclaje en la isla de Pascua
“Todos estos maxi sacos están acopiados acá porque no tengo otro lugar, no hay manos para clasificar. Solo la recolectan y las acopio. Pero está aquí, no en el borde costero, no en la plaza, ni en la playa”, asegura Alexandra Tuki, quien gestiona el centro de reciclaje de la isla de Pascua desde hace más de 20 años. Una parte del plástico que viene del océano se junta aquí con los desechos que producen los habitantes de la isla y los turistas…
“Me da pena, me da rabia, me da rabia, me da pena. Me da pena porque yo no nací así en esta isla llena de basura, no. Había otros valores. Y lamentablemente tenemos una mente muy consumista”, denuncia.
La treintena de empleados que trabajan en el centro alcanzan a reciclar un poco más de 5% de los desechos de la isla. Después de haber sido recolectados, pasan por una prensa instalada debajo de un gran galpón.
“Sube por esa boquilla, baja, de allá entra en una prensa que la aplasta y la tira por acá. Y aquí sale el fardo. Mira, puros embalajes, bolsas de plástico, latas de aluminio, cartón a granel… Y esto son los otros plásticos. Puedes ver las bandejas, bidones, manguera de regadío…”, enumera Alexandra.
Cada semana son 10 toneladas de residuos que salen de la isla por avión hacia el continente. A Alexandra le gustaría hacer más, pero le falta de todo.
“Hoy en día yo te cuento que operativamente estoy ineficiente. Porque le falta más personal, falta más maquinaría, falta infraestructura, falta equipamiento, y es cosa que no hay. Entonces ya han pasado más de 20 años, hemos dejado que se acumule, que se acumule, que se acumule, pero no hemos hecho nada. Lo único que hacemos es habilitar un vertedero y botar la basura allí, botar, botar y enterrar, botar y enterrar, botar y enterrar”, dice.
Todo lo que el centro de reciclaje no logra procesar, es decir 95% de la basura, termina en el vertedero municipal de la isla que está casi saturado.
“Estamos en el vertedero Vai a Ori, todo este bosque verde que tú ves acá, te están tapando una realidad que está abajo y es la basura domiciliaria. Si tú te das cuenta, todo lo que está viendo con tus ojos, 90% es reciclable, desde la caja plumavit [poliestireno], las bolsas, el embalaje, las tapas, las botellas, las latas, el cartón. Todo es reciclable pero claramente esto evidencia que nos falta más educación”, lamenta Alexandra.
Y dentro de toda esta basura, una gran parte proviene directamente del consumo vinculado al sector del turismo. Cada año, más de 70,000 visitantes aterrizan en una isla que cuenta con solo 8.000 habitantes. El turismo representa más de 90% de la economía de la isla de Pascua.
“Esto ha implicado esta lamentable situación en dónde hay un descontrol con respecto a la mala disposición de los desechos. Es una mala práctica ambiental. Ahí podemos ver por ejemplo las cajas de plumavit que se ven allá, llegan acá vía área con cargamento con frutas congeladas, carne congelada, pollo congelado, verduras congeladas, porque es más barato para el empresario turístico adquirir las cosas del continente que comprarle a un ganadero el kilo de tomate que sale 5 lucas [5.000 pesos]”, señala.
«Cero basura»
La municipalidad de Rapa Nui tiene como objetivo el “cero basura” para el 2030 y propone capacitaciones a quienes trabajan en el sector del turismo para tener una gestión más sustentable de sus desechos. A Priscila, le gustaría inscribirse.
“Nosotros acá en la casa, aparte de vivir con mi pareja, tenemos alojamiento, entonces recibimos a personas. Para nosotros es súper importante poder transmitir que en la isla se recicla, que en la isla tratamos de disminuir lo que más se pueda en basura”, relata a RFI.
Mientras cocina pescado frito, Priscila muestra su sistema de reciclaje, lo mismo hace cuando llegan turistas a alojarse en su casa.
“Todo lo que es vegetal lo dejamos en este recipiente porque tenemos un chancho. Posterior a eso, tenemos acá debajo del lavaplatos una bolsa que contiene los plásticos de un uso. Tenemos el acopio de los cartones chicos. Y también tenemos un acopio limpio de latas en conservas”, dice.
Priscila también cuenta que algunos turistas no le hacen caso pero que, en su mayoría, los visitantes intentan reciclar sus residuos. Es una costumbre que aún no todos los habitantes de Rapa Nui han adoptado pero que en el futuro será indispensable, puesto que la isla está en una situación cada vez más crítica, tanto por los residuos que se producen en el territorio como por la que arrastra el mar hasta casi los pies de las imponentes estatuas milenarias… los famosos moáis.
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