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Rol de la sociedad civil en las elecciones presidenciales de 2024: Sociedad civil, partidos políticos y ruta electoral (III)

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chavismo

Foto: AFP

Veinticinco años de vaivenes políticos, altibajos, luchas en las calles, elecciones y referendos marcaron y siguen marcando el acontecer político de la entrada del siglo XXI en el país.

En el año 2015, la oposición logró tomar el control de la Asamblea Nacional. Este hecho representó un cambio significativo, ya que, desde la elección de Hugo Chávez en 1998, la Mesa de la Unidad Democrática, que agrupaba a la oposición política al régimen, había obtenido 112 de los 167 escaños en las elecciones parlamentarias, con una participación del 74%. Sin embargo, esta victoria fue efímera, ya que surgió un conflicto con los otros poderes del Estado. En agosto de 2016, el Tribunal Supremo de Justicia, controlado por el régimen, declaró en desacato a la Asamblea Nacional y anuló todas sus decisiones anteriores.

Posteriormente, en enero de 2018, la sala constitucional ordenó al Consejo Nacional Electoral excluir a la Mesa de la Unidad Democrática del proceso de renovación de los partidos políticos. Ante esta situación, la oposición rechazó las elecciones presidenciales y gran parte de la comunidad internacional también expresó su desacuerdo con el proceso electoral.

Las elecciones presidenciales de Venezuela para el período 2019-2025 se llevaron a cabo el 20 de mayo de 2018, luego de haber sido postergadas por el Poder Electoral para coincidir con otras elecciones. Numerosos organismos internacionales y países rechazaron la convocatoria por su falta de transparencia y garantías electorales, mientras que algunos expresaron su apoyo a los comicios. Estas elecciones registraron la mayor abstención en la historia de las presidenciales desde 1958.

A principios de 2019, cerca de la toma de posesión de Nicolás Maduro, varios comunicados desconocieron su presidencia, emitidos por organizaciones como la Organización de Estados Americanos y la Unión Europea junto a sus países miembros.

En 2019, surge el Interinato con grandes expectativas que finalizaron en frustración y desánimo en la ciudadanía antes de su disolución. En 2022, los partidos opositores anunciaron la realización de votaciones primarias en 2023 para seleccionar un candidato unitario para las elecciones presidenciales de 2024. La Plataforma Unitaria aseguró mediante un comunicado que había acordado decisiones estratégicas para garantizar su funcionamiento como una instancia amplia e inclusiva, abarcando la elección del candidato presidencial a través de un proceso de primarias en 2023. La plataforma también anunció un profundo proceso de consultas con todo el país para preparar el mecanismo de selección del candidato presidencial.

Una vez que se decidió que el mecanismo sería la elección primaria, la PUD elaboró un Reglamento que establecería las normas por las cuales se regiría la Comisión que se escogiese para llevar a cabo todo el proceso de la mencionada elección otorgándole absoluta autonomía. Y uno de los mayores aciertos de la PUD, todavía no suficientemente reconocido, fue acordar que dicha comisión debería estar integrada en su totalidad por personas sin militancia política y postuladas por la sociedad civil.

Aún recuerdo que la noche en la que salió por primera vez mi nombre para formar parte de esa comisión, me enteré por una llamada de un alumno que me informó al respecto. No había sido consultada al respecto, llamé a quien había sugerido mi nombre y terminé aceptando la postulación. Días después se concretó el nombramiento y fuimos juramentados diez miembros de la sociedad civil, académicos y técnicos electorales.

El impacto de nuestro nombramiento fue tan fuerte que no hubo señalamiento alguno en nuestra contra. Sin embargo, empezaron algunas voces a señalar que era imposible que personas sin “experiencia política” pudiesen organizar exitosamente semejante reto. Es decir, el académico, según esa concepción, no le presta servicio alguno a la polis, pues al no considerarlo político, su labor no estaría vinculada con la búsqueda del bien común de la sociedad. ¡Y aquí salta de inmediato la contradicción! ¿No será que se ha reducido el concepto de Política con P mayúscula, a la sola política partidista?

La educación es en esencia un compromiso político. Se educa para vivir en sociedad y enfrentar con eficiencia y honestidad el quehacer político. Muchos vieron en esa integración de hombres y mujeres a un «cuerpo técnico» y quisieron eliminar su componente político.

Sin embargo, desde el primer momento, asumimos nuestro compromiso consultando a los distintos grupos políticos, sociales, gremiales para conocer sus expectativas, saber de sus dudas y rechazos; conocer sus expectativas. Así fue posible que pudiésemos comprender a cabalidad que el factor a vencer era la desconfianza de la ciudadanía en el proceso electoral. Había que sembrar esperanza, despertar el ánimo, y mostrar que, entre los políticos, los partidos y la Comisión había comunicación y respeto mutuo. Fue un año muy duro y difícil durante el cual tropezamos con la incomprensión de algunos; incluso llegamos a recibir insultos durante las entrevistas. No disponíamos de sede, nos reuníamos donde gentilmente nos cedían un espacio, no teníamos recursos y, aun así, seguimos adelante.

Desde mi perspectiva, los dos mayores escollos que debimos vencer fueron la conformación y entrenamiento de las Juntas Regionales; así como la relación con el Consejo Nacional Electoral y la decisión de realizar una Primaria autogestionada. En lo que a mí respecta, es públicamente conocido mi voto disidente en relación con la participación del organismo electoral en la realización de la elección.  No rea, según mi criterio, un «problema técnico», era un reto a la «confianza de los electores»

Fuimos nombrados diez integrantes; cinco miembros principales y cinco suplentes; llegamos ocho al final del proceso. Hubo dos renuncias en el transcurso del año.

Se inscribieron catorce candidatos, pero solo diez permanecieron en la contienda electoral. Ellos fueron César Almeida. Tamara Adrián, Andrés Caleca, Henrique Capriles, Roberto Enríquez, José Rafael Hernández, María Corina Machado, César Pérez Vivas, Gloria Pinho, Carlos Prosperi, Delsa Solórzano, Freddy Superlano, Andrés Velásquez. Cuatro de estos candidatos declinaron su candidatura, Capriles, Superlano, Enríquez y Hernández.

En un acto público, firmaron dos documentos muy importantes, el acuerdo de respetar el resultado y el programa mínimo de gobierno elaborado por el Dr. Guillermo Tell Aveledo y por mí, consultado y aprobado previamente por los propios candidatos y sus representantes en la Plataforma Unitaria.

La primaria se realizó el 22 de octubre de 2023 y resultó electa María Corina Machado con 92,56% de los votos.

A casi un año de esas elecciones y a poco tiempo de la realización de las presidenciales, no tengo dudas de que, al retomar el sentido sociopolítico de la sociedad civil, aunque ese giro no se haya dado conscientemente en muchos, la confianza y la esperanza comenzaron a renacer para dar paso a este gran movimiento de emancipación pacífica que ha encarnado y liderado María Corina Machado y electo a Edmundo González Urrutia como el presidente de todos los venezolanos.

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