Presentado a espaldas de la ley ante un tribunal el 29 de agosto, su familia sigue luchando por su libertad. Esta crónica narra el allanamiento de su hogar, el coraje de su esposa María Costanza Cipriani y la resistencia de una familia frente a la represión.
Costanza Cipriani se ha convertido en una voz de la resistencia al exigir justicia y libertad para su marido y todos los desaparecidos en Venezuela.
Esta crónica narra la historia de amor, pérdida y valentía de la familia Rocha-Cipriani, símbolo de la lucha por la democracia en un país donde el miedo se ha vuelto cotidiano. Mientras la comunidad internacional observa, Costanza recorre incansablemente las calles de Caracas transformando su dolor en un poderoso llamado a la conciencia global.
En las calles de Caracas, donde el miedo y la intimidación se han vuelto el aire que se respira, la señora Roche camina con la determinación de quien lleva la justicia como estandarte. Su historia es la de Venezuela misma: una narrativa de amor, pérdida y una resistencia que se niega a ser silenciada.
La lucha de María Costanza no solo es un testimonio de amor, sino de la inquebrantable voluntad humana frente a la adversidad. No descansará hasta que su esposo regrese, hasta que la justicia prevalezca, y hasta que Venezuela sea un país libre, donde nadie tema por pensar diferente.
Perkins Rocha: una vida dedicada a la justicia
Perkins Rocha no es solo un nombre más en la larga lista de desaparecidos en Venezuela. Es un símbolo de integridad y compromiso con la democracia. Es un destacado abogado de profesión. Ha dedicado su vida a la defensa de los derechos humanos y la justicia en su país. Graduado en la Universidad Católica Andrés Bello con honores académicos, rápidamente se destacó en el ámbito jurídico por su aguda inteligencia y su inquebrantable ética. Como asesor jurídico de la coalición opositora y de la Plataforma Unitaria, Rocha se convirtió en una voz respetada y temida por el régimen. Su papel como testigo en las elecciones presidenciales de 2004 marcó un antes y un después en su carrera. Desde entonces, Rocha se convirtió en un incansable defensor de la transparencia electoral y los procesos democráticos en Venezuela. Pero quizás su rol más destacado, y el que posiblemente precipitó su desaparición, fue el de abogado de María Corina Machado, líder de la oposición venezolana. Rocha no solo era su defensor legal, sino también una estratega clave en la lucha por recuperar la democracia en Venezuela.
María Costanza Cipriani no es solo la esposa de Perkins; es una fuerza de la naturaleza por derecho propio. Venezolana de nacimiento e italiana por herencia, encarna la rica diversidad cultural de su país. Graduada en Derecho, al igual que su esposo, María Costanza ha forjado su propia carrera. Con estudios avanzados en Libertad de Expresión y Derecho a la Información y amplia experiencia en asuntos municipales, su vida profesional ha transcurrido siempre en espacios dedicados al ciudadano. Conoció a Perkins cuando ambos ejercían como asesores en el gobierno de Aragua. Tienen dos hijos, Santiago Andrés y Mariano Henrique; criaron a sus hijos con valores de justicia y libertad, incluso cuando eso significó separarse de ellos para que pudieran tener un futuro mejor fuera, otro tipo de tortura que vivimos los venezolanos: separarnos de la familia.
«Ahora que lo han secuestrado, no tengo miedo», declara María Costanza con una firmeza que estremece. «Soy su voz, y nada me detendrá». Sus palabras, un desafío al régimen, resuenan en cada rincón de un país que anhela libertad. Incansable, María Costanza recorre medios de comunicación y organizaciones de derechos humanos. Su presencia es un recordatorio constante de que, en Venezuela, la justicia sigue siendo una promesa incumplida.
Un llamado a la conciencia global
María Costanza ha transformado su dolor en una poderosa herramienta de resistencia. Cada paso que da por las calles de Caracas es un recordatorio de que, aunque Perkins Rocha esté prácticamente ausente, su espíritu sigue vivo en la lucha de su esposa.
Santiago Rocha, hijo de Perkins, observa la situación desde España con impotencia y terror. «Temo por la vida de mi padre», confiesa con la voz entrecortada. «Los sistemas de tortura en Venezuela no son ningún secreto». Como tantos jóvenes venezolanos, Santiago tuvo que dejar su país en busca de un futuro, solo para ver cómo la distancia se convierte ahora en un dolor mayor al tener a su padre secuestrado.
El hogar profanado
La casa de los Rocha, otrora refugio de amor y risas, es ahora el escenario de una pesadilla kafkiana. «Violaron nuestra intimidad», relata María Costanza, recordando cómo los agentes no solo se llevaron a su esposo, sino que vandalizaron y saquearon su hogar. «Me cuesta estar en mi apartamento vacío, ultrajado por hombres enmascarados», confiesa. Cada rincón grita la ausencia de Perkins, cada objeto es un recordatorio de la vida que les fue arrebatada.
El 29 de agosto, le imputaron en una audiencia realizada a medianoche y sin presencia de su abogado cinco cargos solo fundamentándose en tres posts escritos en la red social X.
Cada día sin noticias es una agonía. «Es una desaparición forzada, un secuestro», declara María Costanza con firmeza. «No lo he visto, no sé en qué condiciones está, ni siquiera dónde lo tienen. Nadie ha tenido contacto con mi esposo «.
El caso de Perkin Rocha, desaparecido o preso por el gobierno, se ha convertido en un símbolo de lucha y dolor para su familia. Perkin es el hijo único de una madre anciana que, con lágrimas inconsolables, no ha dejado de alzar su voz suplicando por el regreso de su hijo. Su sufrimiento es palpable y desgarrador, un grito de desesperación que refleja la angustia de tantas familias que han sufrido pérdidas similares.
La fuerza de esta mujer, quien a pesar de su avanzada edad sigue resistiendo, posiblemente radica en los cuidados que recibió de su hijo a lo largo de los años, pero, sobre todo, en el profundo amor que los une. Este amor inquebrantable es lo que la mantiene en pie, esperando con esperanza que Perkin vuelva a su lado.
La historia de Perkin Rocha no es solo la historia de un preso o desaparecido, es también la de una madre que lucha por el único ser que le queda en el mundo. Su clamor es el de todas las madres que han visto a sus hijos desaparecer sin explicaciones, sin justicia.
La lucha continúa. María Costanza se niega a rendirse. Cada mañana se levanta con una nueva determinación. «Espero que sea el último día que esté desaparecido», se dice a sí misma, una plegaria convertida en mantra. Su lucha no es solo por Perkins. Es por cada venezolano que ha sido silenciado, por cada familia separada, por cada sueño truncado
María Costanza Cipriani se ha convertido en la voz de los que no pueden hablar, en la fuerza de los que han sido debilitados, en la esperanza de los que han perdido la fe.
La presencia de María Costanza es un recordatorio viviente de que Perkins Rocha puede estar ausente prácticamente, pero su espíritu vive en cada palabra, en cada acción de su esposa. Su lucha es un testimonio de amor, de resistencia, de la inquebrantable voluntad humana frente a la adversidad. Un mes ha pasado, pero para la familia Rocha, el tiempo se ha detenido. No descansarán hasta que Perkins regrese, hasta que la justicia prevalezca, hasta que Venezuela vuelva a ser un país donde nadie tema por pensar diferente. En un país donde el miedo ha sido utilizado como arma, la familia Rocha se yergue como un faro de valentía.
Su mensaje es claro: mientras sigan en pie, la voz de Perkins Rocha, y la de todos los desaparecidos, seguirá resonando.
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