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¿Huir?

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Imagen del avión secuestrado por Minichiello

 

Raffaele Minichiello nació en Melito Irpino, Italia, en noviembre de 1949. Creció en una pobre casa de campo, pues para aquel tiempo las condiciones eran desastrosas por la Segunda Guerra Mundial. En 1962, Raffaele Minichiello con 14 años se traslada con su familia a Estados Unidos, a Seattle. Un año después comienza la escuela y luego de cinco años la deja para alistarse en la infantería de marina de Estados Unidos. La sombra de la guerra siempre estaba con Raffaele Minichiello, así que a los 17 años con permisos de sus padres se embarca a la guerra de Vietnam, donde meses después de tormento regresa desajustado e inconforme con el pago. En un acto de venganza privada, igual como Jean Valjean de Víctor Hugo entre una especie de amor y odio hacia la sociedad roba los cubiertos de plata del obispo Myriel, Minichiello se mete a un almacén militar a robar. Pero como estaba borracho, se quedó dormido en el almacén entre aparadores de mercancía militar. 

A pesar de su valiente actuación en la guerra y su condecoración, tenía que ser juzgado. Cuando lo están llevando a la Corte de Justicia en California, el valiente Minichiello resuelve huir. A la 1:30 de la tarde de octubre de 1969, vestido de camuflaje, Raffaele se deposita en el vientre de un avión en Los Ángeles con una pistola. Ya en el aire, Minichiello se adueña del avión con su pistola, amenazando a una azafata. Le ordenó al piloto del avión volar hacia el este. Dejó 40 pasajeros en Colorado y luego aterrizó en Nueva York para reabastecer de gasolina. Hizo una breve parada en Maine y ordenó volar hacia el Atlántico. En pocas horas estaba en Irlanda, para luego aterrizar en Roma, donde escapó hábilmente del aeropuerto. Minichiello buscó refugio en una iglesia después de haberse quitado la ropa militar y esconderse con su arma en un granero. Su cara era famosa y estaba en toda la prensa; así que fue un cura quien lo reconoció y avisó a la policía. Finalmente, cuando la policía lo rodea afuera de la iglesia, Minichiello pregunta arrogantemente: “¿Por qué me están arrestando?”. Y así termina el secuestro más largo del mundo. De toda esta historia podemos aprender que en este mundo es muy difícil escapar. Así como no pudieron escapar los nazis de los juicios. Como no pudo escapar el criminal de guerra Slobodan Praljak, que se suicidó con cianuro en el tribunal en La Haya. 

Los que hacen terrorismo de Estado, los que persiguen y meten presos a políticos, a sus familiares y menores de edad. Los que han jugado con la ignorancia de un pueblo y el hambre. Los que convirtieron a Venezuela en un narco-país que hoy se creen dueños de un supuesto “Parlamento”. Todos esos vociferantes resentidos no podrán huir. No podrán huir de la justicia por lo que han hecho todos estos años de secuestro y mal trato a Venezuela.

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