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Sánchez se abroga la representación europea

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Foto EFE

La consolidación de una sinergia sólida chino-española tiene aún un buen trecho que recorrer, aunque es preciso reconocer que Xi Jinping y Pedro Sánchez no están partiendo de cero en el desarrollo de una relación mutua útil: son socios “pequeñines” pero han ido avanzando en su imbricación. 

Unos pocos datos ilustran el tema: las importaciones españolas desde China sumaron, en el primer semestre de 2024, 20.746 millones de euros.  Sus ventas al coloso de Asia fueron liliputienses: 3.474 millones de Euros. Pero en lo que va de 2024, los intercambios con China están por encima de su comercio con los Estados Unidos… y eso es mucho decir.

En terreno de las inversiones todo está por construirse, toda vez que ambos países han sido tímidos en lo atinente a arriesgar capitales en actividades productivas en el otro territorio. Sin embargo, el año pasado, por ejemplo, China invirtió en España 131 millones de dólares y España otros 91 millones en suelo chino. En la última década España se interesó en desarrollar allí actividades en lo farmacéutico y lo financiero, mientras China, por el contrario, favoreció a la energía, los servicios y lo inmobiliario.

Cada uno ha sido capaz de hacer un aporte al combate al desempleo en el otro territorio, pero España se lleva la palma al haber aportado el doble de nuevos empleos en China:  24 puestos de trabajo generados en China no es una cifra deleznable aunque suene poco significativo para el gigante de Asia. 

El caso es que Pedro Sánchez ha visto en el desarrollo de una alianza con la gran potencia china una oportunidad para mostrar éxitos en su gestión interna en un momento en que nada lo favorece en lo político: las críticas lo mantienen acogotado.

Y es así como el jefe del gobierno español se fue a Pekín hace pocos días a ofrecerse como mediador en el impasse entre China y Europa por la imposición de aranceles europeos a los coches eléctricos chinos. España está muy inquieta por la parte que le toca. El coloso de Asia ha abierto una investigación a la industria porcina española para imponer- si es el caso- aranceles compensatorios u otra suerte de sanción para devolver el golpe que su industria automotriz recibirá de los europeos. Los chinos califican los aranceles como competencia desleal. Para España las exportaciones de cerdo a China son vitales: 20,95% de las importaciones totales de porcino a China. Y son la quinta parte del volumen de las exportaciones de cerdos de España. 

En medio de una guerra comercial que está por iniciarse entre China y la UE, España es un eslabón bastante débil y por ello llama la atención de los gobiernos de los 27 que el presidente español se haya autoerigido en su representante o en su vocero. Tampoco les hace gracia que Sánchez, en este dialogo con el alto gobierno, haya coincidido en demasía con la posición china en lo relativo a dilucidar las diferencias en el seno de la OMC.   

Al gobierno español le cabe el derecho de defender su interacción con el titán de Asia toda vez que China es el primer socio comercial de España fuera de la UE.  Pero ello debe hacerlo en concordancia con los más grandes. Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Irlanda y Holanda, en el comercio externo, aventajan a España por mucho. Solo Alemania exporta a China más de 10 veces lo que el Estado español.

Una vez más Sánchez demuestra que vela por sí mismo más que por su país.

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