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Pablo Guzmán, un general con coraje

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El coraje, según se desprende de las tesis políticas del sabio y filósofo griego Aristóteles, ha de ser la más importante condición que debe tener un político.

Entendemos que el coraje del que habla Aristóteles no es otro que “las bolas” que acostumbramos a endilgarle a los valientes cuando asumen el compromiso que la situación amerite. Hoy día los dirigentes prefieren los buenos modales, la discusión, el debate, la paz como atributos a la condición de políticos. El coraje prefieren ni mencionarlo, mucho menos “las bolas”. La dirigencia venezolana de ahora es muy cuidadosa, acomodaticia.

Digamos que la palabra sustituyó la hombría. Que hombres como Bolívar, Páez, Ribas, Piar, Pablo Guzmán, quedaron para regocijar ahora a quienes escuchan de sus proezas, de su bravura y de su arrojo. El hombre del que voy a hablarles era mi bisabuelo por línea materna. Desde muy joven se rebeló contra el autoritarismo. Nació en Santa Rosa, municipio de Anaco, en 1844.

Se estableció a muy temprana edad en la ciudad de Maturín, donde junto con el general Manuel Guzmán Álvarez, Isidro Natera, Nicomedes Bastardo, Diego Bautista Ferrer, Marco Tulio Saluzzo y Deogracia Rondón integraron un importante movimiento político militar que participó activamente de las sublevaciones que escenificaron los azules y los amarillos, los liberales y los conservadores.

Regresó a su nativo estado Anzoátegui, para vivir mucho tiempo en El Pilar de Barcelona, El Carito, San Mateo y también en Soledad. Su primera participación importante en política y militarmente la tuvo en la Revolución Legalista y por su desempeño en el campo de batalla se le nombró general, debido a que sumó a la causa las poblaciones de San Mateo, El Carito, Caigua y El Pilar. Fue tal su arrojo y valentía que el presidente Joaquín Crespo le nombró comandante militar del castillo San Felipe de Puerto Cabello en el año 1897. En el año 1898 se constituyó una Junta Liberal Andradista (partidarios de Ignacio Andrade) encabezada por el presidente del estado Bermúdez, general Manuel Guzmán Álvarez e integrada por Pablo Guzmán, Martín Marcano, Pedro Luis Briceño, Pedro José y Lorenzo Adrián, entre otros.

En la revolución del Mocho Hernández de 1898 la división de infantería y caballeria a la orden de Pablo Guzman y Martín Marcano marcharon desde Barcelona a pacificar el Yuruari. La batalla tuvo lugar en San Pablo de Guri, con un saldo favorable al gobierno. Pero Pablo Guzmán siguió peleando contra el autoritarismo y el despotismo.

El siglo XX lo sorprendió peleando por sus ideales liberales y así estuvo en franca lucha contra Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez. Pablo Guzmán acompañó al general y banquero Manuel Antonio Matos Páez, líder de la Revolución Libertadora en aquellos terribles años de 1901, 1902 y 1903. Matos fue el último caudillo militar importante en caer prisionero del gobierno de Juan Vicente Gómez.

Antes habían apresado a su más valiente aliado del oriente de Venezuela, el general Pablo Guzmán, quien dejaría este mundo a la edad de 86 años sin poder ver una Venezuela libre de la dictadura gomecista.

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