Es uno de los festivales populares más grandes del mundo (algunos dicen que incluso más grande que el carnaval de Río o el Mardi Grass de Nueva Orleans): el Oktoberfest, la gran fiesta tradicional alemana que se celebra todos los años en Múnich, la capital del estado de Baviera.
Se estima que entre cinco y siete millones de personas acuden a este festival, donde se bebe un promedio de seis millones de litros de cerveza cada año en las llamadas “carpas de cerveza” –que no son tiendas de campaña como tales, sino gigantescas estructuras temporales– preparadas especialmente para albergar a miles de personas.
Aunque no se trata solo de beber, en el predio conocido como Theresienwiese –o prado de Teresa-, en el centro de la ciudad, tienen lugar múltiples actividades culturales y recreativas para toda la familia.
Y, como cualquier fiesta, el Oktoberfest tiene sus peculiaridades. Compartimos aquí cuatro de ellas.
1. Aunque se celebra mayormente en septiembre, se llama Oktoberfest
Este festival –que dura poco más de dos semanas– tiene lugar mayormente en septiembre (este año, por ejemplo, comienza el 21 de septiembre y finaliza el 6 de octubre).
¿Por qué se lo conoce entonces como Oktoberfest?
La razón es muy sencilla: el evento se llevó a cabo por primera vez el 12 de octubre de 1810 para celebrar la boda del príncipe Luis II de Baviera y Teresa de Sajonia-Hildburghause.
Tal fue el éxito del festejo, que se prolongó por cinco días, que al año siguiente todos quisieron repetir el evento. Y aunque debió ser suspendido durante varios años a lo largo de su historia (guerras, pandemias, etc.), el Oktobefest se convirtió en una celebración anual.
Sin embargo, desde el punto de vista del clima, octubre no es el mejor mes para organizar una gran festejo: los días son más cortos, lluviosos y las temperaturas menos agradables.
Después de años de escuchar las quejas de sus participantes, las autoridades locales decidieron tomar en cuenta las peticiones y adelantar el festival para aprovechar el buen tiempo.
Desde principios del siglo XX, entonces, comenzó a celebrarse a mediados o fines de septiembre.
2. Solo seis cervecerías pueden servir sus productos
Si pensabas que el Oktoberfest era la oportunidad perfecta para probar la inmensa variedad de cervezas que se producen en Alemania, te equivocas.
Solo las cervecerías de Múnich pueden servir sus productos.
Las seis cervecerías de la capital del estado que están autorizadas a ofrecer sus productos en las tradicionales jarras de un litro de la Oktoberfest son Augustiner, Hacker-Pschorr, Hofbräu, Löwenbräu, Paulaner y Spaten.
Pero también hay otros tipos de bebidas para aquellos a los que no les gusta la cerveza: desde vinos, licores y bebidas espirituosas hasta refrescos y cervezas sin alcohol.
No hay que olvidar que se trata de un festival para toda la familia, así que la oferta es variada y apta para todo público.
3. Apertura del primer barril
El festival comienza oficialmente cuando el alcalde de la ciudad perfora un barril de cerveza con un martillo al grito de «O’zapft is!» («¡Ya está abierto!»), y a continuación le ofrece una jarra de cerveza al primer ministro de Baviera.
Esta es la señal de que la cerveza está lista para venderse y que la fiesta ha comenzado.
La ceremonia tiene lugar a las 12 del mediodía (antes solo se pueden vender bebidas sin alcohol y tentenpiés).
Se trata de una tradición relativamente nueva, ya que comenzó con el alcalde Thomas Wimmer en 1950.
4. Réplicas en el mundo
Miles de turistas de todas partes del mundo viajan específicamente a Múnich para participar en esta celebración de la cultura bávara.
Muchos visten –con mayor o menor gracia– en esos días los trajes típicos de la cultura folklórica alemana para beber y disfrutar también de la gastronomía local en la que no pueden faltar las salchichas bratwurst o los pretzels gigantes.
Pero la fiesta no solo se desarrolla en Múnich.
Varias ciudades del mundo –y en particular aquellas con una importante comunidad alemana– tienen también sus propias celebraciones al estilo de Oktoberfest.
Se celebra por ejemplo desde los años 60 en Argentina (en la provincia de Córdoba), así como en Chile, Colombia, España (Madrid, Barcelona, Valencia y Málaga son algunas de las ciudades que suelen participar), Brasil, Canadá y Estados Unidos, entre varios países del mundo.
Se cree que el Oktoberfest en Blumenau, Brasil, que comenzó a celebrarse en 1984, atrae a una multitud casi tan grande como la que acude al festival de Múnich.
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