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La deuda de Latinoamérica con la oposición venezolana

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Vemos los resultados de Colombia: FARC recibe un contundente rechazo del pueblo. Gustavo Petro, el candidato de la izquierda, es vencido por la centroderecha. Al tiempo, asistimos a la instalación de Sebastián Piñera en el poder acompañado por Mauricio Macri. Es asombroso el repudio de Latinoamérica a los representantes del castrocomunismo. Los candidatos que venían tras un nuevo trozo de este hemisferio para hundirlo en la miseria socialista han sido rechazados.

En cada uno de los países se ha vivido la confrontación contra el chavismo que los venezolanos muestran como un cuerpo herido, emigrando en masa, espantados por la miseria, el militarismo y la violencia del régimen. Los candidatos de la izquierda se han visto forzados a deslindarse de Chávez, aun siendo este personaje parte de sus mentores. Ante la pregunta sobre su relación con el chavismo frente a la televisión internacional, Petro solo atinó a hablar del medio ambiente. No se atrevió a reconocer los lazos que orgánicamente lo unen al chavismo. Ese breve instante de vacilación le bastó a los colombianos para arrebatarle el triunfo que las encuestas pronosticaron durante casi toda su campaña electoral.

Un analista como Georg Eickoff, sin pelos en la lengua, señala con mucha fuerza que la oposición venezolana ha propinado una derrota histórica al chavismo: “Han derrotado al chavismo como modelo continental. Ya nadie quiere imitar al chavismo. Ni siquiera la memoria de Chávez ha sobrevivido. Maduro mató el mito de Chávez”

Ante el triunfo de Iván Duque en Colombia, nuestros hermanos del vecino país deberían inclinarse. Es cierto que están siendo penetrados por olas de venezolanos desesperados que buscan comida y trabajo, pero esa misma migración ha sido un antídoto contundente ante el peligro que enfrentaban en las elecciones recientes. Podemos pedirle, como muestra de agradecimiento, más benevolencia con estos nuevos intrusos, pues saben que en las venas de la mayoría de ella se mezclan las sangres de ambos países.

En Chile, la derrota del socialismo de Bachelet, esa tenaz admiradora de los Castro, fue reforzada por la información sobre el fracaso del chavismo. De nada valían las prédicas de los socialistas chilenos para quienes la gratuidad de la salud y de la educación superior en Venezuela era muestra irrevocable de la superioridad moral del régimen chavista frente al egoísmo de los liberales encarnados en el empresario Sebastián Piñera. De nada valió la exaltación de las virtudes populistas del chavismo-madurismo; las migraciones masivas de venezolanos eran prueba contundente del fracaso del socialismo del siglo XXI.

En Brasil y Argentina hay que reconocer que la peste chavista hizo estragos en el electorado y en las instituciones, han castigado a Lula y elegido a Macri. Nadie creyó las mentiras de Cristina Kirchner, por todos lados saltaban sus episodios de corrupción y complicidad con los que estaban destruyendo a Venezuela.

Latinoamérica se libera del castrocomunismo, deja de creer en el populismo y comienza a transitar una ruta hacia la ciudadanía responsable. Todos somos ciudadanos, sabemos cuáles son nuestros derechos y deberes, somos cada vez más conscientes de que el futuro de Latinoamérica está en nuestras manos, en instituciones cada vez más incluyentes. Queda sin embargo un gran desafío con los mexicanos. La oposición venezolana hará lo imposible para contribuir a alejar el peligro de López Obrador, cuyo programa económico es totalmente revelador: “La primera tarea del cambio verdadero es recuperar democráticamente al Estado y convertirlo en el promotor del desarrollo político, económico y social del país. El Estado no debe diluirse o subordinarse a las fuerzas el mercado con el pretexto de que es la única manera de crecer”.

Esta declaración es premonitoria; vendrán en México los engendros de planificación socialista, los esfuerzos por estatizar propiedad privada, habrá en un principio muchos subsidios para los más pobres y luego la represión oficial. La prensa enfrentará prohibiciones, multas, escasez de recursos y ataques desmedidos contra la libertad de opinión. Los mexicanos no pueden cerrar los ojos ante esta realidad que los aguarda garrote en mano.

La oposición venezolana está ante el reto de derrotar finalmente al engendro socialista corrupto del siglo XXI y eso será una gran lección para el resto de Latinoamérica, unidos en un gran frente de esperanzas y realidades. Bienvenidos los nuevos ciudadanos de Suramérica.

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