La expansión de grupos criminales y la presencia de gobiernos que no están «bajo Estado de derecho, como Venezuela y Nicaragua», tienen a América Latina en un «momento crítico» por la inseguridad, aseveró este jueves en Ecuador el estadounidense Douglas Farah, presidente de la firma IBI Consultants.
«Latinoamérica está en un momento crítico, donde no hay gobiernos bajo Estado de derecho en muchas partes, en Venezuela, en Nicaragua, y, en muchos casos (por) la expansión de los grupos criminales, que van ocupando espacios que eran del Estado», comentó en una entrevista con Efe Farah, consultor internacional sobre asuntos de seguridad y crimen organizado.
El especialista, que llegó a Ecuador para participar en el vigésimo cuarto Foro Ecuatoriano de Inclusión Financiera, organizado por la Red de Instituciones Financieras de Desarrollo (RFD), añadió que Chile está en una «crisis terrible», aunque «no tanto como Ecuador», y también sufren esos problemas Costa Rica, Uruguay y Brasil.
«Esta ola de autoritarismo que estamos viendo en la región nace del éxito del crimen transnacional en desestabilizar y minar las democracias y los gobiernos que tenían un Estado de derecho frágil», dijo.
Cuarta ola del narcotráfico
En su charla magistral sobre los impactos en la inclusión financiera que conlleva la inseguridad, Farah comentó sobre las olas que ha atravesado el fenómeno del narcotráfico en la región.
Según su análisis, la primera ola comprende la época de Pablo Escobar y el Cartel de Medellín, con su capacidad de comenzar a mover droga en masa a Estados Unidos por el Caribe, mientras que la segunda ola incluye al Cartel de Cali, que «en vez de enfrentar al Estado, como hizo Pablo Escobar, compran el Estado» y cambian las rutas del Caribe a Centroamérica y México.
La tercera ola la define como «la Alianza de Estados bolivarianos, Venezuela, específicamente, Bolivia, Nicaragua con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y grupos del crimen transnacional, o sea, en vez de combatirlos, lo hacen parte del Estado», dijo.
La cuarta ola, que se cumple actualmente, se caracteriza -según Farah- por la llegada de mafias trasnacionales italianas, albanesas y turcas. Esta ola se caracteriza también por el auge de las drogas sintéticas «que impacta en todo el mundo y trae a muchos otros actores al mundo del crimen trasnacional».
«En este momento estamos viendo esa transición de cocaína a droga sintética, y de grupos locales o regionales, a grupos transnacionales», subrayó al anotar que el consumo de cocaína en Estados Unidos ha disminuido «en más de 50% en los últimos siete años», mientras que el de anfetaminas y el fentanilo «ha subido más de 300%».
Señaló que muchos grupos de El Salvador, Honduras y Ecuador, por ejemplo, «antes tenían cierta estructura, donde uno tenía por lo menos 15 años para ser sicario. Ahora están permitiendo que niños de 12, 8 años, ya sean entrenados para ser sicarios».
Ecuador, centro de revolución del crimen
Sobre Ecuador opinó que el país andino «es el centro de una revolución en términos de crimen transnacional muy importante», pues en el gobierno de Rafael Correa (2007-2017) se dio facilidad para el ingreso de extranjeros, lo cual -en su opinión- facilitó la llegada del crimen organizado, que se aprovecha de la economía dolarizada y la existencia de puertos en el país para sacar droga.
«El modelo que se está dando en Ecuador, de una violencia muy fuerte por épocas indefinidas, se está repitiendo en Chile, en Costa Rica, es un fenómeno terrible para la región», lamentó.
Además del narcotráfico, Farah opina que la crisis de inseguridad en la región se alimenta por el tráfico de personas y armas.
Para el experto, las estrategias estadounidenses de combate al crimen en la región «están basadas en lo que eran los años ochenta, no se ha repensado ni se ha analizado a fondo lo que realmente estamos viviendo».
Opinó que se debería crear alianzas entre Estados, «tener regímenes comunes entre diferentes países, modificar las leyes y, más que nada, se debe pensar en procesos de país en cada país, no de partido (para combatir los detonantes de la inseguridad). Si no, esto nos va a comer vivos».
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