Para el Congreso de España, y por tanto también formalmente para el conjunto de ciudadanos a los que representa, el presidente electo de Venezuela es Edmundo González. Así pues, corresponderá dentro de nuestras fronteras darle a Edmundo González el tratamiento que se le atribuye: el de presidente electo de un país extranjero. Por desgracia ni es ni será así: no sólo porque el Gobierno de España ya haya advertido que va a desoír al Congreso, sino porque todo apunta a que Edmundo González ha decidido renunciar al cargo. A la postre, desde que llegó como refugiado político a nuestro país, Edmundo González no sólo ha sido parco en palabras, sino que ha dejado de reivindicarse como presidente de Venezuela frente al obsceno fraude electoral perpetrado por el chavismo y, por ende, frente a la usurpación de la institución por el chavismo. Las razones por las que Edmundo puede haber renunciado al cargo que legítimamente ganó no son difíciles de imaginar: el chavismo ya había emitido orden de arresto contra Edmundo González y, pese a que éste estaba refugiado en la embajada de Países Bajos, el régimen amenazaba con sitiar la embajada (como lleva haciendo desde marzo con la de Argentina) e incluso con asaltarla. No sólo eso, la familia de Edmundo González no se hallaba protegida dentro de la embajada y también podría haber sido víctima de un arresto arbitrario. En este sentido, todo apunta a que el régimen venezolano llegó a un acuerdo con Edmundo que fue facilitado –en beneficio de la dictadura– por Zapatero: el líder opositor no sería arrestado y su familia permanecería bajo custodia del régimen si éste renunciaba a la presidencia y se exiliaba a España. Humanamente comprensible, políticamente calamitoso: el presidente electo exiliado y el dictador repudiado, en el poder. Millones de venezolanos que votaron por el cambio, huérfanos ante un nuevo fraude masivo y exitoso por parte de la dictadura. La cuestión pendiente de resolver es qué papel ha jugado el Gobierno español en todo esto: si se ha limitado a aceptar el asilo político solicitado por Edmundo o si, por el contrario, ha formado parte de esas negociaciones para debilitar a la oposición y apuntalar a la dictadura chavista. El tiempo nos dirá si Sánchez pretende utilizar el asilo político como pretexto para dejar de denunciar a la tiranía chavista y acabar reconociendo a Nicolás Maduro.
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