“Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo». (José Ortega y Gasset. Meditaciones del Quijote).
Ha sido lanzado al destierro el ganador de la elección presidencial del 28 de julio del 2024, don Edmundo González Urrutia. La noticia sacudió a la nación y a la comunidad internacional. Si bien no se ha producido una sentencia de destierro, en la que dicha pena se ha decidido, en la práctica lo que ocurrido es precisamente una expulsión de nuestro país. No otra cosa podía esperarse de la brutal campaña de ofensas, agresiones, insultos, criminalización y hostigamiento que los voceros del poder lanzaron contra este ser humano, cuyo único pecado fue ofrecer su nombre para abrirle cauce a la participación a una ciudadanía que buscó afanosa en el voto el camino pacífico y constitucional para ordenar la salida del poder de Nicolás Maduro y su perversa camarilla.
La forma como se desarrollaron los acontecimientos de hostigamiento judicial, la masiva difusión de las tres citaciones a la sede fiscal, de la solicitud de medida de aprehensión, luego la de la orden judicial de aprehensión, muestran el deliberado propósito de acorralarlo, de someter a máxima tensión a su familia y a sus amigos para llevarlo al callejón del destierro.
El gobierno comunista en funciones llegó a la conclusión de que la sanción más severa, por haberse atrevido a ofrecer su nombre a la sociedad democrática, era precisamente esa, expulsarlo del país. Por supuesto que en los canales diplomáticos se buscó la forma para presentar la situación como una solicitud de asilo, y de esa forma se tramitó y se comunicó al país.
De inmediato se movieron las emociones y se desataron los sentimientos, no sin ser reforzados por los centros de propaganda de la dictadura que presentaba el hecho como una huida del elegido por el pueblo para sustituir a Maduro.
Es natural que cada persona haga su valoración de la situación. Se respetan las diversas interpretaciones y juicios formulados, pero no hay duda de que las circunstancias personales, familiares y políticas eran una materia que incumbía a la esfera personal de Edmundo González Urrutia. Por eso encabezo este escrito con la célebre frase del filósofo español don José Ortega y Gasset escrita en su libro Meditaciones del Quijote. En efecto Ortega expresó allí su máxima: «Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo»; en ella se explica de manera acertada que “la vida se compone del yo más las circunstancias, dos ingredientes; Yo soy yo y mi medio, no puedo separar el medio del que vivo, de mi yo. La palabra ‘circunstancias’ dan significado al entorno, es decir, a vivir inmersos en el espacio y ambiente que nos corresponde. Es precisamente al dar significado al medio cuando, salvo las circunstancias, es traducir el silencio a palabras”.
De modo que el medio, vale decir el escenario, el momento y el entorno determinan el comportamiento humano. Definitivamente en este momento, en este ambiente venezolano, las posibilidades de ser útil a la causa de la libertad van a resultar más eficientes con un Edmundo en el exilio, que con un Edmundo en un calabozo o en una “casa por cárcel”. En esta última circunstancia, además, su vida corría inmenso peligro. Recordemos las circunstancias en las que murió en prisión el exministro de Defensa Raúl Isaías Baduel.
La salida al exilio por voluntad propia o por destierro de un líder o actor político, para nada ha significado que las luchas por la democracia han fracasado. Nuestra propia historia así nos lo ha enseñado, ella está llena de episodios de destierros y exilios.
Cuando la sociedad venezolana rescató la democracia el 23 de enero de 1958 se encontraban en el exilio los principales líderes políticos de entonces: Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalva. Su ausencia del territorio nacional no paralizó la dinámica social y política que propiciaron la caída de aquella dictadura. El exilio de don Edmundo y otros que las circunstancias provoquen, no van a detener el espíritu de cambio y libertad sembrado en el espíritu de la nación venezolana. Por el contrario, Edmundo junto a la extraordinaria comunidad venezolana dispersa por el mundo, serán puntales en la tarea de fortalecer la lucha por el rescate democrático, visibilizando de forma más contundente la inmensa tragedia que sufrimos los ciudadanos de esta patria. Ese voto, emitido el 28 de julio del presente año, está ahí firme en la mente y en el corazón de las grande mayorías nacionales. Venezuela volverá a la democracia con el esfuerzo de todos.
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