La salida de Venezuela del presidente electo Edmundo González Urrutia como consecuencia de las amenazas a su familia y a su persona podría hacer pensar que la oposición ha sufrido un duro golpe y que ello significa una consolidación del régimen de Maduro en el poder. En efecto, hay un valor simbólico en la presencia del presidente electo en su país, por lo cual su ausencia puede llevar a muchos compatriotas a pensar que ello representa una derrota para las fuerzas de la democracia. Al conocer la noticia experimenté una sensación de pérdida en línea con este tipo de reacción. Sin embargo, horas después, pensando en lo sucedido y en sus ramificaciones, he llegado a la conclusión de que tal evento no solo no disminuye la fuerza de la oposición sino que la aumenta, la vigoriza todavía más y, por ende, debilita al régimen.
¿Cuáles son algunas de las razones para pensar de esta manera? Las enumero de seguidas, no necesariamente en orden de importancia:
1. Con Edmundo González Urrutia en el exilio se amplifica la presencia mundial de la oposición democrática venezolana sin perder fuerza interna.
Edmundo González Urrutia no sale al exilio como un venezolano más, como sus 7 u 8 millones de compatriotas que estamos diseminados por todo el planeta, sobreviviendo a título individual. Sale al exilio como presidente electo de los venezolanos, con el reconocimiento de facto de muchos de los países más importantes del planeta, con las actas que le dan la victoria en la mano, en contraste con el usurpador Maduro, quien simplemente se hizo nombrar por los traidores de su tribunal supremo de justicia, en un evento vergonzoso, francamente incestuoso.
De este reconocimiento de facto a un reconocimiento formal no hay mucho trecho y la primera prioridad de su exilio debería ser lograr ese reconocimiento formal de la mayor cantidad de países. Para ellos existe ya una extraordinaria disposición de los países democráticos de la región y de la Unión Europea. La existencia de la presidencia de la Venezuela decente en el exilio no quita la fuerza interna de la oposición por una sencilla y bien conocida razón: quien está en Venezuela, representando buena parte del corazón y el cerebro de la oposición, es María Corina Machado. Se trata simplemente de que ahora MCM y Edmundo, cada uno, están jugando al cien por ciento su papel.
2. Esta es una presidencia democráticamente electa en el exilio, con credenciales de ganador, no es una presidencia de circunstancia ni una presidencia que se refugia en el exilio después de una derrota.
A diferencia de las presidencias en el exilio que registra la historia, incluyendo la de nuestro expresidente interino Juan Guaidó y, por supuesto, las numerosas presidencias en el exilio generadas por las guerras, tales como la Charles de Gaulle (Francia), Manuel Azaña (España), Eduardo Benes en Checoslovaquia, etc. González Urrutia es un presidente democráticamente electo y el régimen de Maduro es una organización criminal transnacional que ha dado un golpe de Estado. Ello le da a EGU una legitimidad especial, habida cuenta de que el fraude electoral que se le quiso hacer está perfectamente documentado.
3. La presencia del presidente electo en el exilio amplificará el esfuerzo de la oposición venezolana para sacar la pandilla de Maduro del poder.
En efecto, la presencia del presidente electo en el escenario mundial lo llevará a exponer el caso de Venezuela ante las grandes instituciones del mundo libre: las Naciones Unidas, la OEA, el Parlamento Europeo, las organizaciones multilaterales de desarrollo, los grandes centros académicos y de pensamiento del mundo civilizado, escenarios desde los cuales podrá argumentar a favor de una intervención del mundo democrático en un país acogotado por una pandilla criminal transnacional, narcotraficante, contrabandista de minerales ilegalmente explotados y lavadora de dinero, causante del más grande éxodo que recuerde el hemisferio occidental. Podrá recordarle a la OEA que existe una Carta Democrática Interamericana, así como MCM le recuerda a diario al ejército y traidor venezolano que existe una constitución que les obliga a defender la democracia y no a la pandilla.
4. El presidente electo podrá emprender una verdadera cruzada mundial para promover la causa de la libertad venezolana, con fundamentos políticos, legales y humanitarios de peso, con un lenguaje de más poder que si estuviera en el país donde existe una feroz represión. No se nos escapa el hecho de que EGU es un hombre de 75 años de edad, de temperamento sosegado, quien no buscó esta designación sino que le ha sido impuesta por las circunstancias. Reconociendo estas limitaciones pienso en que una posible estrategia puede ser la de nombrar un Canciller de su gobierno en el exilio, un (a) venezolano (a) más joven, de carisma y de vigor, quien pueda ser el vocero primario de la presidencia, como su acompañante en los diferentes escenarios donde aparezca el presidente EGU. Podría pensarse en una breve introducción del presidente, seguida de una presentación del canciller designado (a).
5. Entre otras actividades posibles el presidente electo puede crear una Comisión de Alto Nivel para establecer el nivel de amenaza mundial que representa el régimen de Nicolás Maduro y generar un documento en, digamos, dos meses de plazo.
Por ejemplo, esta Comisión podría trabajar en dos áreas fundamentales: la ayuda del régimen venezolano al terrorismo internacional y el impacto de la corrupción petrolera del régimen sobre el éxodo masivo de los venezolanos. Los hallazgos en estas dos áreas servirían para ilustrar ante los diversos escenarios internacionales la amenaza que el régimen ha representado y aún representa para los países democráticos del mundo y para la estabilidad energética mundial.
6. Hay otras áreas en las cuales el presidente electo puede informar a los países, a fin de aumentar las razones para que existan acciones vigorosas contra el régimen de Maduro. Estas denuncias tendrían el peso de venir de un presidente electo, no simplemente de un grupo opositor.
Por ejemplo la historia –todavía poco conocida– de la tutoría cubana sobre Venezuela y lo que ha significado este acto de sumisión del régimen a un país forajido; la venta de los votos de los países angloparlantes del Caribe en los organismos internacionales como la OEA al régimen de Chávez y Maduro, una venta a cambio de regalos de hidrocarburos.
En conclusión:
La presidencia de EGU en el escenario mundial como presidente electo de Venezuela en el exilio, lejos de representar una derrota para los objetivos de la oposición democrática, podrá ser capitalizada para amplificar significativamente la voz de la democracia venezolana en el mundo libre, a fin de acelerar el proceso de expulsión del régimen criminal que ha arruinado a Venezuela
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