Los inicios
Hace ya cincuenta años, cuando me gradué de economista en la Universidad Católica Andrés Bello, ya por ese entonces disfrutaba de un merecido prestigio, a través de la enseñanza de sus facultades de Derecho, Economía, Ingeniería. Desde aquella época, la Escuela de Economía dirigida por el padre Gustavo Sucre S.J, de quien guardo buenos recuerdos por su forma de dirigir y de interactuar con los alumnos, en aquellos años jóvenes que nos creíamos que podíamos gobernar el mundo, sin ningún problema. El pensum de la carrera en aquellos tiempos (1969-74) presentaba materias como la Teoría Económica, Investigación de Operaciones, Estadística, Historia de la Economía, etc. Tenemos que decir que, en estricto sentido, se enfocaba en la teoría keynesiana puesto que el padre Antonio Aguirre S.J era el titular de la cátedra de Macroeconomía y a través de hoy demodé, de las curvas IS-LM. Mientras que el de la Escuela de Economía de la UCV se apoyaba en las tesis marxistas. Por otro lado, tuvimos profesores brillantes como Rodrigo Pérez Luciani (Teoría Económica), José Antonio Abreu (Desarrollo Económicos) Rafael López Casuso (Econometría e Investigación de Operaciones).
Ahora bien, en los últimos cincuenta años, la inflación pasó de un dígito en los setenta, a dos en los ochenta, y en los años 2016-17 creo que fuimos el único país petrolero del mundo que alcanzó la hiperinflación. En este contexto, está demostrado que entre los años 1950-1975, el costo de la vida en Venezuela entre los años 1950-75, apenas había aumentado 82%, mientras que el costo de la vida en Estados Unidos ¡se había incrementado 131%! Y precisamente en esos años, excepto los pletóricos 1974-75 los precios del petróleo se encontraban en el suelo. Esto contrasta con la gran inflación que hemos experimentado en los últimos años.
También cuando me inicié como economista, en 1974, le habían dado el Premio Nobel de Economía a Friedrich von Hayek, compartido con G. Myrdal, y pocos en nuestra promoción apenas habían oído hablar de él. Pero, yo sí había oído algo de este economista austríaco puesto que mi padre Héctor J. Esteves Llamozas, como gerente de la Bolsa, siempre daba a conocer los libros que había escrito Ludwig von Mises, el guía de Hayek y continuador del pensamiento ultraliberal de la economía austríaca.
Como compañeros de estudios tuve a Pedro Rosas Bravo, quien llegó a ser ministro de Hacienda en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez; a José Suárez, quien llegó a ser presidente de Bariven y un individuo muy estudioso. Jamás en mi vida de estudiante pensé que le vendería ejemplares de un Diccionario Razonado de Economía, escrito por mi persona y editado por Editorial Panapo. Otro de mis compañeros de estudio fue Manuel Lander, quien además de encargarse de la sección de Balanza de Pagos del BCV, fue después asesor económico de la Embajada de Estados Unidos en Venezuela. También estudió con nosotros Ignacio Salvatierra, quien luego sería presidente del Banco Unión y más tarde de Inverunión. Un individuo excepcional e inteligente.
Trabajo en serio
En 1991 me nombraron miembro del Consejo Académico del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico (Cedice), el cual se estableció para impulsar las ideas de libertad tanto en lo político (democracia) como en lo económico. Esto es, economía de mercado versus economía mixta o socialista como en la actualidad. También ese mismo año fui nombrado asesor del Consejo de Economía Nacional, dirigido en ese entonces por el doctor Enrique Sánchez, un gran empresario y conocedor de los problemas del país como ninguno. En las reuniones de este organismo, me di cuenta de cómo los empresarios venezolanos, o por lo menos quienes representaban ciertos sectores en el CEN defendían subsidios como el de la gasolina y el gasoil, el proteccionismo, y otros privilegios que se acrecentaron en los gobiernos de Luis Herrera Campíns y de Jaime Lusinchi. Finalmente, en el año 1988, en un informe donde yo contribuí a su redacción, este organismo recomendó que el gobierno nacional, que no podía evitar el envión de la inflación ni el agotamiento de las reservas internacionales, estaba por las circunstancias obligado a recurrir a los programas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.
El fracaso del programa de ajuste coyuntural
En 1989 llegó un nuevo gobierno, el de Carlos Andrés Pérez, quien asumía por segunda vez la Presidencia de la República, pero se encontraba sin reservas internacionales y con un gran déficit fiscal. De inmediato, el día 28 de febrero de 1989, se firma la llamada Carta de Intención con el FMI, y da la coincidencia de que ese mismo día estallaron una serie de disturbios acompañados con saqueos en la capital. También ese mismo día murió mi padre, Héctor Esteves Llamozas, un economista muy preparado que vivió el viejo mundo de estabilidad de los años cincuenta y sesenta.
Durante un breve tiempo fui asesor de Cordiplan, cuyo director general era Pedro Rosas Bravo, a quien conocía no solamente por los años que pasamos juntos en la UCAB sino porque fue jefe directo mío en el Ministerio de Hacienda cuando él desempeñó como director asistente de Investigaciones Económicas. También dio la casualidad de que, al mismo tiempo, Antonio José Herrera, amigo mío de mi infancia, era director general de la Fiscalía General de la Nación cuando el fiscal general era el doctor Ramón Escovar Salom, y me nombraron asesor con trabajos específicos como honorarios. Sea como fuere, jamás llevé chismes de un lado a otro. El programa de ajuste estructural y cambio coyuntural fue minado por el sector político que no aceptaba que la economía venezolana tenía una enorme deuda externa y que ya los subsidios y el proteccionismo eran un lastre enorme.
En 1993, el día 3 de octubre, en México, gané el X Concurso Internacional de Ensayo Ludwig von Mises, lo cual fue publicado por varios diarios en Venezuela. El título de mi ponencia se llamó Productividad y competencia.
En 1994, Rafael Caldera alcanza por segunda vez la Presidencia de la República, animado de un revanchismo contra el gobierno anterior, pero le estalla en seguida una crisis bancaria motivada por la intervención “puertas cerradas” del Banco Latino. Así me tocó trabajar como miembro de la junta interventora del Banco Construcción, durante casi todo un año.
Aparte de que estuve dando clases en la Universidad Santa María unos años, quizá el trabajo académico que me agradó más fue el de profesor en un posgrado de finanzas en la Universidad de Oriente, en el núcleo de Maturín. Tuve alumnos muy buenos, en la materia de Gerencia Estratégica.
Trabajo como profesional independiente
Es bueno reconocer, de igual modo, que estuve una temporada trabajando como profesional independiente, a través de una oficina del Centro de Investigaciones Económicas C.A. dirigida en ese entonces por Víctor Garrido, quien estudió Sociología en la Sorbona, y es uno de los mejores expertos en relaciones públicas y humanas que he conocido en mi vida. A él le debo la organización de la presentación de libros que escribí.
Trabajo en la Superintendencia de Bancos
De igual modo, trabajé 14 años en la Superintendencia de Bancos, de allí salí jubilado puesto que había laborado en otras instituciones del sector público como la Comisión Nacional de Valores, donde aprendí muchas cosas del mercado de valores, y en la Superintendencia de Inversiones Extranjeras. Fue en esta última institución (hoy desaparecida) que me dieron por primera vez la condecoración Orden al Mérito al Trabajo.
En la Superintendencia de Bancos fue supervisor directo mío el estadístico Raúl Larrazábal con dos posgrados, además, uno en gerencia y otro en instituciones financieras, por si fuera poco, hablaba castellano, francés, japonés e inglés. ¿Podría haber alguien más preparado que él para el análisis extrasitu de las instituciones del sector bancario?
¿Dónde estamos ahora?
Para resumir lo que ha pasado durante estos últimos 50 años, las exportaciones de petróleo durante los años 1974-99 fueron de 307.249 millones de dólares. Pero, así mismo, ¡las exportaciones petroleras durante los años 1999-2023 fueron 1.005.093 millones de dólares! Una suma increíble de dólares norteamericanos. También es escandaloso el que vivan más de 5 millones de venezolanos en el exterior, después de tal aluvión de riqueza. Hoy por hoy, la inflación anual para el mes de julio de 2024 ha llegado a 43%. ¡Todavía nos parece elevada!
Cuadro 1
En el cuadro 1 podemos comparar cómo Venezuela después de Estados Unidos era uno de los países con un PIB por persona más elevado.
En el cuadro 2 podemos apreciar cuánto ha descendido el PIB en los últimos años
Cuadro 2
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