La crisis poselectoral en Venezuela ha llevado a Nicolás Maduro a atrincherarse aún más en su posición, lanzando una ofensiva sin precedentes contra las redes sociales.
«Tenemos que derrotar el golpe de Estado cibernético», dijo Maduro en una reciente aparición pública, estableciendo el tono de lo que parece ser una nueva era de restricciones digitales en el país.
Las redes sociales representan una amenaza para los gobiernos totalitarios. Estas plataformas no solo ofrecen un espacio para la libre expresión, sino que también facilitan la organización de movimientos de protesta y la difusión de información que los regímenes preferirían mantener oculta.
Venezuela ofrece un ejemplo claro de cómo un régimen autoritario intenta controlar el espacio digital. El gobierno de Nicolás Maduro ha emprendido una campaña agresiva contra las redes sociales, acusándolas de ser instrumentos del «imperialismo» y de fomentar un «golpe ciberfascista».
Maduro ha utilizado repetidamente la narrativa de una amenaza constante para justificar medidas autoritarias y consolidar su control sobre el país. Para Maduro, la percepción de un golpe de Estado, incluso a través de plataformas digitales, le permite mantener un estado de alerta y movilización en su base política, así como justificar la represión de la disidencia.
Acciones concretas: bloqueos y amenazas de Maduro
«Tenemos que derrotar el golpe de Estado cibernético», proclamó Maduro en una reciente alocución televisada, acuñando el término «Golpe Ciberfascista 1» para describir lo que percibe como una campaña coordinada de desestabilización a través de las redes sociales.
Las acciones de Maduro no se han limitado a la retórica. Según informes recientes, en 2022 se bloquearon al menos 70 sitios web, principalmente portales de noticias independientes, con complicidad de algunas empresas de telefonía.
Maduro ha incrementado recientemente el tono violento de su discurso, esta vez enfocando su hostilidad hacia las redes sociales. En uno de sus últimos mensajes declaró una «nueva guerra» contra estas plataformas, calificándolas de tiránicas y sugiriendo la inminencia de una «sorpresita» que podría resultar en nuevas restricciones o bloqueos.
WhatsApp: el primer objetivo
La primera arremetida fue contra WhatsApp, la app de mensajería instantánea más popular del mundo. «WhatsApp está amenazando a la familia militar venezolana, a la familia policial, los líderes de calles y la comunidad», declaró el oficialista.
Maduro anunció que rompería toda relación con WhatsApp y pidió a los venezolanos que eliminaran la red social de sus dispositivos, pues la considera una herramienta que promueve el «odio y el fascismo».
«Yo voy a romper relaciones con WhatsApp, porque WhatsApp la están utilizando para amenazar a Venezuela. Entonces yo voy a eliminar mi WhatsApp de mi teléfono para siempre. Poco a poco iré pasando mis contactos a Telegram y WeChat», declaró Maduro.
En un acto televisado, Maduro desinstaló la aplicación de WhatsApp de un teléfono, que se supone es el suyo. «Acá estás chiquito. WhatsApp imperialismo tecnológico. Estás atacando Venezuela, te entregaron todas las listas. Si te he visto, no me acuerdo», expresó Maduro. «Estoy libre, estoy en paz», insistió Nicolás Maduro. «Fuera WhatsApp de Venezuela… vete pa’l carajo», concluyó.
La Amenaza se extiende a Instagram y TikTok
Maduro amenazó con regular el uso de Instagram y TikTok en Venezuela, acusándolas de intentar «dividir a los venezolanos». Aseguró, sin pruebas, que se ha tramado un golpe de Estado en su contra usando estas plataformas.
«Miren lo inmoral que es TikTok», declaró Maduro en una reunión televisada. «Acuso a los directivos y dueños de TikTok a nivel mundial de querer la guerra civil en Venezuela, de apoyar el fascismo en América Latina y en el mundo».
La Batalla contra X y Elon Musk
Pero Maduro no deja de buscar culpables. También ha acusado a Elon Musk de «criminal» y le ha calificado como su «archienemigo» tras la actividad en las redes sociales del magnate en contra de los resultados anunciados por el gobierno de las elecciones presidenciales.
Elon Musk ha hablado más de 50 veces sobre Nicolás Maduro y los comentarios no han sido nada halagadores.
“Vergüenza debería darle al dictador Maduro”, escribió Musk en X el domingo, cuando se publicaron los resultados de las elecciones presidenciales, que han recibido las críticas de ser tremendamente irregulares. A la mañana siguiente, Musk publicó que había habido “un gran fraude electoral por parte de Maduro”. Desde entonces, el hombre más rico del mundo también ha comparado a Maduro con un burro y ha sugerido que estaría abierto a luchar contra el líder autocrático en combate cuerpo a cuerpo.
Maduro tras calificar a Musk de «nuestro nuevo archienemigo», le dijo en un acto público: «¿Quieres pelea? Vamos a darle, Elon Musk, estoy listo. Soy hijo de Bolívar y de Chávez. No te tengo miedo, Elon Musk. Vamos a darnos, pues, donde quieras”.
Musk aceptó la pelea en su cuenta de X y estableció sus condiciones: «Si gano yo, él dimite como dictador de Venezuela; si gana él, le invito a un viaje gratis a Marte», una alusión a su empresa Space X de cohetes espaciales.
Parece que Maduro se quedó sin su pasaje a Marte: prefirió seguir peleando su propio planeta rojo. Maduro ordenó la suspensión de X por 10 días en Venezuela, acusando a su propietario, Elon Musk, de incitar al odio y al fascismo en medio de un «ataque» contra su reelección.
«He firmado un punto de cuenta con la propuesta hecha con Conatel», el organismo responsable de las telecomunicaciones en el país, para «sacar la red social X, antes conocida como Twitter, durante 10 días de circulación en Venezuela», dijo Maduro en un acto en el Palacio Presidencial de Miraflores en Caracas.
«¡Fuera X por 10 días de Venezuela!», gritó ante los militantes. «¡Fuera! ¡Get out Elon Musk!». Maduro acusó al magnate de violar «todas las normas» de su propia red social «incitando al odio y al fascismo».
El cierre de redes sociales en Venezuela tendría como principal consecuencia el aislamiento del país. Esto no solo restringiría drásticamente la libertad de expresión y la capacidad de los ciudadanos para conectarse con el mundo, también aislaría a Venezuela de la comunidad internacional, limitando la visibilidad de su crisis interna y disminuyendo la presión global sobre el gobierno.
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