Nicolás Maduro se aferra como gato panza arriba a los tornillos del poder presidencial empotrados en Miraflores. Está delgado y se dice que su estrés y conducta se han alterado a más no poder. Está tan perdido que luego de las concentraciones multitudinarias y mundiales en apoyo al triunfo electoral de Edmundo González y María Corina Machado, intentó e intentaron sus asesores (presumiblemente del G2 cubano), desmontar y montar imágenes falsas pretendiendo minimizar dichas concentraciones del pasado sábado 17 de Agosto.
Pero todo le sigue saliendo mal, pues ya a nadie engaña ni conmueve ni con sus discursos flojos y estúpidos acusando de fascista a la oposición ni con una edición pequeña de la Constitución de Venezuela en sus manos a la cual él reiteradamente, como Hugo Chávez, vienen ya por más de dos décadas violando.
Este hecho lleno de cinismo y falsedad lleva a una gran interrogante, ¿quién saldrá vencedor al final de este culebrón socialista castrista: la comunidad internacional y el pueblo venezolano, a quienes asiste la razón histórica o la violencia impositiva de su monumental descaro al no aceptar el resultado electoral del cual resultó perdedor? O sea, él pretende por sus pistolas seguir gobernando, así el pueblo se muera de hambre y la crisis se prolongue por los tiempos de los tiempos.
Como se dice popularmente, al toro por los cuernos, en este caso de perdurable crisis social y política. Es por eso que hay que decirlo sin tapujos y a los cuatro vientos, ¿dónde está la solidaridad, el emprendimiento y la empatía de gobiernos de grandes democracias como las de Estados Unidos, la Unión Europea y algunas naciones latinoamericanas, ante el desangrado día a día de la población sufrida bajo la bota del régimen de Maduro y el eje oscuro y tenebroso del Foro de Sao Paulo y el socialismo del siglo XXI?
Estados Unidos, esa grande y potente nación de la democracia y el desarrollo humano, es cierto que ha trabajado por restablecer las libertades en esa y en otras naciones, pero eso no ha sido suficiente. La dictadura cubana, por ejemplo, se mantiene simple y sencillamente porque el Tío Sam se lo sigue permitiendo. Y esta realidad, incuestionable a todas luces, supera todo debate y todo análisis de la geopolítica, la historia y la diplomacia.
También la Unión Europea deja que desear desde cualquier rastreo de sus hechos. No se trata de ir en contra de estas naciones y sus gobiernos, por el contrario, tienen méritos sus acciones. Tampoco se trata de atizar más fuegos de los que ya están encendidos, eso no; se trata de hacer ver, valer y empoderar la rabiosa e imperante necesidad de buscar cómo salir de estos regímenes brutales y sanguinarios a los que está más que evidenciado, que no los asiste ningún sentimiento de misericordia ni desprendimiento humano ni razón alguna hacia los más pobres y hacia sus gobernados en general.
Aquí las únicas sectas privilegiadas son las que conforman quienes ostentan el Poder desde el socialismo que gobiernan a sus anchas sus representantes, sus familiares y allegados. La Organización de Naciones Unidas, sus clásicos informes sobre violaciones de los derechos humanos, los informes de la Corte Internacional de defensa de estos derechos, por más y más informes que oficialicen y den a conocer, ¿para qué han servido en términos funcionales? Sencillamente, para nada.
Es un hecho que la salida de estos regímenes serán los acuerdos, diálogos y demás iniciativas cívicas y políticas partidarias. No quedan otras alternativas. Sin embargo, hacen falta mayores iniciativas que presionen por parte de la comunidad internacional ante estos sistemas fracasados.
La escuela sandinista del régimen de Nicaragua y su nomenclatura está calzando a la medida en Venezuela, sobre todo en la represión popular y en la aplicación y aprobación de leyes torcidas e inconstitucionales. Así las cosas, se incrementará aún más la violencia en el país, la cual no tendrá fin hasta que Maduro acepte su derrota e inicie la transición para el cambio de gobierno; de lo contrario, será interpretado su accionar como una gran burla, menosprecio y chantaje de Nicolás Maduro a toda la comunidad internacional. Y toda es toda.
O será que por la envalentonada imposición de sus pistolas le tuerza el brazo a Occidente entero y se recete otro periodo más? Tal como van las cosas, nada raro podría ser, menos para el pueblo quien a fin de cuentas será el gran restaurador de su democracia y su libertad.
El autor es escritor, político y periodista nicaragüense exiliado en Estados Unidos. Columnista internacional.
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