Por ASDRÚBAL GONZÁLEZ SERVÉN
Primera:
Con la Toma de Puerto Cabello quedó liberado el territorio patrio. Las posibilidades de una reconquista —a pesar de que posterior a la derrota del liberalismo en España se plantea insistentemente en conferencias de las grandes potencias europeas— quedaron definitivamente eliminadas. Puerto Cabello es el último combate contra España en Costa Firme y el hecho de armas que sella la Independencia de Venezuela. Circunstancias internacionales ajenas a los contendientes evitaron la revancha realista; el gobierno liberal español dejó abandonados, a su propia suerte, centenares de soldados que combatían una causa que al régimen de turno en la Península no interesaba; un solo esfuerzo en armas y efectivos hubiera quizás hecho nulos para los patriotas los efectos de muchos años.
Es por ello Puerto Cabello el momento culminante de nuestra liberación, y así debemos entenderlo. Los actores en la contienda y los historiadores de la época en sus documentos y estudios señalan la Toma de Puerto Cabello cual golpe final contra la dominación hispana. Y hasta en el campo del rey existe tal convencimiento: el mariscal de Campo Francisco Tomás Morales (Relación histórica en compendio…”, Anuario II, p. 1.146) así lo establece al dictaminar: “Que el abono del tiempo doble de campaña que el rey N. S. se ha dignado conceder a algunos de los ejércitos de operaciones de Ultramar empiece por regla general en Venezuela desde el 19 de abril de 1810 en que se sublevó la capital hasta el 7 de noviembre de 1823 (sic), en que se rindió la plaza de Puerto Cabello”.
Segunda:
La región central del país, y en especial la ciudad de Valencia, lograron una salida al mar, lo que permitió la reconstrucción del país posterior a la guerra. El Camino de Aguas Calientes, nuevamente acondicionado, fue el primero en ser puesto en servicio por la República como vía carretera.
Tercera:
En lo internacional, una vez liberado nuestro territorio, se facilitó a las potencias extranjeras —principalmente Inglaterra y los Estados Unidos de América— el reconocimiento de la Gran Colombia cual nación soberana. La llamada doctrina Monroe tiene su fundamento en la oposición de los Estados Unidos a que potencias alineadas en la Santa Alianza alentaran posibilidades de reconquistar los territorios perdidos por España, en especial el de Costa Firme.
Cuarta:
La Toma de Puerto Cabello permitió la movilización de un temible ejército (cerca de cuatro mil hombres) que fijaban la plaza y defendían el territorio. El Libertador pudo así disponer de nuevos efectivos para la Campaña del Perú. Tropas movilizadas desde Puerto Cabello sembraron en el corazón del antiguo Imperio de los Incas el estandarte de la libertad.
Quinta:
El gobierno de Colombia rindió un merecido homenaje a los héroes de Puerto Cabello. El general Francisco de Paula Santander, en su condición de vicepresidente de la República encargado del poder, decretó honores a los vencedores (ver Apéndice Documental Nº 24): el batallón Anzoátegui pasó a llamarse “Valeroso Anzoátegui de la Guardia”; el regimiento de caballería Lanceros de Honor fue denominado en lo sucesivo “Lanceros de la Victoria”; a los jefes, oficiales y tropas que concurrieron al sitio y toma de la plaza se les concedió el uso de una medalla, de oro para los jefes y oficiales y de plata para los soldados; la misma medalla montada en diamantes fue concedida a los generales en jefe José Antonio Páez y José Francisco Bermúdez. El mayor Manuel Cala fue ascendido por decreto al grado de teniente coronel efectivo con rango de coronel. Los otros ascensos, propuestos por el general Páez, de acuerdo con las comunicaciones de su Archivo, fueron: el teniente coronel efectivo Juan Antonio Mina, para coronel efectivo; al capitán de navío Renato Beluche se le concedió el diploma de la orden de los Libertadores de Venezuela; los coroneles efectivos Francisco Farfán, José Andrés Elorza y José de Lima fueron ascendidos a coroneles graduados; el mayor Pedro Celis, del Batallón Granaderos de la Guardia, fue ascendido a teniente coronel efectivo; al teniente Francisco Barriga se le concedió el ascenso a capitán; el mismo grado anterior fue concedido a los tenientes Jesús Vallenilla y Juan José Abellanet; a teniente coronel el capitán Ramón Pérez; para teniente graduado fue ascendido el subteniente José Lorenzo Coronado; a subteniente el soldado de milicias Pedro José Padrón. La mayor parte de la oficialidad que tomó Puerto Cabello se avecindó en la ciudad, adquiriendo propiedades a cuenta de sus haberes militares.
Sexta:
La noticia de la Toma de Puerto Cabello fue recibida en Bogotá la noche del 6 de diciembre de 1823. El general José Antonio Páez informó al director general de la Guerra, Carlos Soublette, y el mismo día 10 de noviembre en que se tuvo la noticia en Caracas, partieron informes a Bogotá. Páez por su cuenta envió una copia del Boletín del Ejército y del Parte de Guerra, al general Pedro Briceño Méndez. Desde Maracaibo y con fecha 20 de noviembre, el general Santiago Mariño informaba a Santander “… tener la satisfacción de congratularme con Ud. por la terminación de la guerra en Colombia a consecuencia de la rendición de Puerto Cabello y por los beneficios que este feliz suceso reportará a la patria”.
Séptima:
En Oficio dirigido por el general Pedro Briceño Méndez, secretario de Guerra y Marina, al general Carlos Soublette, fechado en Bogotá a 7 de diciembre de 1823, se hacía la “prevención” siguiente: “1º – Que todas las autoridades de marina que residen en La Guaira se trasladen inmediatamente a Puerto Cabello, capital del 2º Dpto. de Marina”. (A. G. S., Tomo 11, sin foliatura). En virtud de tal resolución el antiguo apostadero naval que funcionó en Puerto Cabello desde la cuarta década del siglo XVIII se convirtió, liberada la patria, en la Segunda Comandancia de Marina (la Primera funcionaba en Maracaibo y la Tercera en Cumaná). Tal decisión del gobierno de la República de Colombia es el origen de la actual Base Naval “Agustín Armario” y explica la circunstancia de ser Puerto Cabello una ciudad militar. Cual comandante del 2º Departamento de Marina fue nombrado a proposición de Páez, el capitán de navío Renato Beluche. La Guaira quedó simple puerto comercial y por decisión del gobierno de Bogotá del mismo 7 de diciembre fue nombrado capitán del puerto el teniente de fragata Matías Padrón.
Octava:
El Libertador conoció de los sucesos de Puerto Cabello el 15 de febrero de 1824, en el Cuartel General de Pativilca. Vivía momentos angustiosos ante la reconquista española de las plazas de El Callao y Lima y la convalecencia de una enfermedad. Varias cartas debieron enviársele desde Bogotá anunciando el acontecimiento. De fecha 10 de diciembre es la firmada por Santander, donde señala: “Tengo la satisfacción de informar a Usted que la República de Colombia está absolutamente libre de sus antiguos opresores. En la plaza y Castillo de Puerto Cabello se ha enarbolado ya la bandera colombiana…” (ver Apéndice Documental Nº 25). El 16 de febrero Bolívar escribía al general Antonio José de Sucre y entre otras cosas manifestaba su alegría por la Toma de Puerto Cabello: “Mi querido general: tengo el gusto de mandarle a Ud. noticias de Venezuela, que son las mejores posibles: Puerto Cabello tomado por el batallón Anzoátegui…”. Entre los avatares de la campaña del Perú, el anuncio de la reconquista de la plaza porteña debió ser para el padre de la patria una noticia verdaderamente feliz.
Novena:
El general en jefe José Antonio Páez logró uno de sus más sonados triunfos militares, de trascendencia internacional dada las circunstancias de estar la opinión pública de todos los países interesada en el desarrollo de los acontecimientos. En su carrera militar fue la culminación, ya que el futuro no le reservaba éxitos tan notables. En el plano político, la fama lo convierte en la primera figura del momento y en el hombre fuerte del país. Hasta el triunfo de Puerto Cabello y en los dos años siguientes, ídolo del pueblo y su máximo exponente. Pero sucesos políticos posteriores harán del otrora caudillo popular el representante de la oligarquía conservadora.
Décima:
Los sucesos de “La Cosiata”, que enfrentan a Páez al Congreso y gobierno de Colombia, repercutirán sobre la ciudad porteña. Ante el anuncio del regreso del Libertador a territorio venezolano, el capitán de fragata Sebastián Boguier insurrecciona Puerto Cabello. El general Pedro Briceño Méndez, que precedía junto a otros altos oficiales el regreso de Bolívar, llega desde Maracaibo, y por su alta jerarquía —secretario de Guerra y Marina— y su fidelidad al gobierno central, le entregan el mando de la plaza. Encendida la guerra civil, resulta una paradoja encontrar al general Páez sitiando a Puerto Cabello, y exactamente a tres años y dieciocho días del 8 de noviembre de 1823 —26 al 28 de noviembre de 1826— intentar una toma por asalto de las fortificaciones, con estruendoso fracaso al pasarse medio batallón de sus tropas al lado de los defensores de la plaza. Puerto Cabello defendía entonces la causa justa de la constitucionalidad. El Libertador Simón Bolívar llegaría el 31 del mes de diciembre de 1826, en su última visita a una ciudad definitivamente depositaria de su gloria.
*Asdrúbal González Serven (1939-2023) fue abogado, historiador, poeta, escritor venezolano, individuo de número de la Academia de Historia del Estado Carabobo. Fue secretario de Cultura del estado Carabobo entre 1990 y 1992.
*Fragmento tomado de su libro Sitios y Toma de Puerto Cabello, 2da. Edición, 2023. Academia de Historia del Estado Carabobo, pp. 343-351.
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