Venezuela reclama un cambio. En los cuatro puntos cardinales de la patria se sabe que la diferencia a favor de la alternativa democrática fue descomunal. Más de 4 millones de votos de diferencia para una victoria electoral de proporciones ciclópeas. El pueblo que fue el protagonista histórico de tamaña diferencia siente que lo robaron. Muchos están desesperanzados, tristes y hay otros pensando ya en preparar maletas o morrales para salir. Es una historia parecida de alguna manera a la del judío errante, que tenía que dejar la tierra donde se establecía ante los prolegómenos, el antisemitismo y la persecución.
En este momento la vía electoral está agotada. Hay algunos despistados pensando que el oficialismo va a repetir las elecciones, nunca lo harían. En Barinas, después de que inhabilitaron a la postre al gobernador opositor electo, buscaron su mejor candidato y, sin embargo, el margen a favor de la oposición se abrió en proporciones geométricas.
En esta hora aciaga se impone buscar salidas donde quepamos todos. Ya el gran jefe y quien iba a ser heredero del Libertador, el Mariscal Antonio José Sucre, a quien Bolívar dedicó incluso una semblanza, explicó que “cuando la lucha es entre hermanos, la victoria no da derechos”. Por ello hay que agotar la vía del diálogo, de la comunicación sincera y de la paz verdadera. Países hermanos de la región, con profundas relaciones e ideologías similares pueden allanar el camino en la búsqueda de una solución negociada. Al presidente Lula del Brasil, quien fue víctima del fascismo militar, tiene que retumbarle la conciencia ante la imposición de un presidente de facto en un fraude electoral. En ese sentido, debería impulsar un diálogo, donde podrían estar a la vez los presidentes de México, Colombia y el de Chile. El santo padre Francisco al referirse a la crisis que vive Venezuela, señaló este camino, y este diálogo y posterior negociación debería contar también con la presencia de la Santa Sede. La religiosidad en Venezuela involucra a más de 80% de la población, de manera que cualquier acuerdo que se logre será apoyado por la inmensa mayoría.
En caso de que se agote la vía del diálogo y la negociación o no se produzca, tendremos que apelar a las lecciones que tomó Mahatma Gandhi de Tolstoy, “La no violencia activa”, con las cuales derrotó a Gran Bretaña, uno de los imperios más grandes de la humanidad, que conquistó más de 80 países y dominó los 7 mares. Nuestra Constitución en la misma dirección, en sus artículos 350 y 333 nos obliga a restituirla en caso de violación. El artículo 7 por lo demás establece la supremacía constitucional, con lo cual cumplirla es un deber moral. Nunca entendí cómo después de que llegara el oficialismo al poder, con la radicalidad marxista que caracterizaba a Chávez y a Maduro, y con la Constituyente plenipotenciaria, no impusieran una Constitución semejante a la cubana, sino una liberal. Ahora nuestra Constitución es la mejor arma, ante la falta de legitimidad de origen y de ejercicio del presidente de hecho. El artículo 5 considera que la voluntad del pueblo es todopoderosa. Civiles y militares estamos comprometidos a acatar la decisión de la mayoría. Incluso nuestra familia militar jura de manera sagrada cumplir con la Constitución.
Alimentemos el optimismo, la esperanza y la fe. El cambio es el camino.
@OscarArnal
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