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La represión irracional

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Todos hemos sido testigos de la desbocada represión de estos últimos días. Tanto desespero linda con lo irracional. Y es que el régimen está alocado porque no tiene otra opción. Está débil, frágil y lo único que le queda para aparentar su fortaleza son las armas y los efectivos con sus diversos uniformes.

Estos personajes se sienten fuertes con uniformes y armas; por eso son tan agresivos. Se sienten superiores al ciudadano común, a pesar de tener -muy probablemente- familiares que se han deslindado del proyecto de Maduro. Si uno intenta imaginar qué pasa por sus mentes, vienen unas cuantas posibilidades. Una de ellas es que estén llenos de un odio basado en una gran frustración; y por eso atacan. Otra posibilidad es que crean en este proyecto que defienden.  Otra posibilidad es, ¿por qué no?, que se quieren deslindar y no pueden. Sienten que perderán su puesto y su sueldo, que debe ser ínfimo. Quizás quieran ponerse de nuestro lado, pero desconfían de compañeros que no son transparentes en su ideología. Y así -pensarán- se quedarían solos.

Lo cierto es que uno sabe que muchos de los uniformados votaron por Edmundo González Urrutia y otros muchos votaron por Maduro forzados a tomarse una foto mientras ejercían un derecho que es secreto. Esos números de Maduro son muchos menos del que reflejan las actas, pues el voto obligado fue una realidad.

La maldad con la que los militares se llevan a la gente clama al cielo. El objetivo es sembrar miedo y desesperanza: terror de salir de las casas a manifestar la desaprobación de los resultados dados por el CNE el 28J. No se dan cuenta, tal vez, en su locura, de que están generando más rechazo en el pueblo. Ser maltratados y humillados solo genera una rabia que no queremos sentir si deseamos transitar a una democracia en paz. Pero eso es lo que está fomentando Maduro: terror en la población y rabia al ser burlados.

Es importante aclarar que una cosa es la valentía y otra la rabia contenida. El pueblo debe esmerarse en ser pacíficamente valiente. La frustración es imposible de evitar, pero tenemos que ayudarla a drenar en concentraciones pacíficas y en las veladas de oración por el país. Protestar y salir a las calles es una reacción espontánea a la cual tenemos derecho. Debemos evitar la agresividad: eso es lo que fomenta Maduro y lo que busca encontrar en la oposición para luego acusarla de violenta. Nuestros sentimientos, deslindándonos de la tentación de la violencia, deben ser pacíficos. No podemos ponernos al nivel de quienes nos agreden. La población mayoritaria quiere la paz y esta se encuentra en la verdad. Y los violentos, Dios quiera, irán apreciando nuestra serenidad.

¿Cómo ganarnos a los uniformados? Hemos visto cómo algunos GNB se quitaron el uniforme y se pusieron del lado del pueblo que protestaba. Eso debería ocurrir en masa si queremos que la presión aumente. Necesitamos a los militares de nuestra parte y eso se logra hablando con ellos. Cada uno de ellos tiene familiares que no están con el gobierno. Muchos de nosotros conocemos a alguno: ese es el apostolado que nos toca si queremos romper ese equilibrio falso que mantiene a Maduro.  

Lo importante es movernos pacíficamente y no dejar que nuestro corazón se contamine de rabia, de desesperanza, de sentimientos malsanos, pues si eso pasa, Maduro habrá ganado la pelea; y esta pelea no la podemos perder, porque ¡ganamos!

 

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