Vimos a un país unido salir masivamente a votar para elegir al nuevo presidente de la república, con la conciencia cívica de que estaba haciendo historia y ejerciendo el derecho fundamental, más preciado después de la vida, como es el ejercicio de la soberanía popular. Esta conducta firme se puso de manifiesto en medio de un clima de amedrentamiento y amenazas de diferentes tipos, incluso la que afecta la misma supervivencia. Con medios de comunicación clausurados para la gran mayoría, sin recursos y asedio, constante y peligroso, para sabotear las exitosas concentraciones populares. Y exhibiendo un nivel de crueldad sin precedentes, no pudieron evitar que el fuerte viento de la voluntad popular soplara hacia la libertad.
La victoria democrática ha sido magnífica, el pueblo decretó la transición y seguimos avanzando. Sabemos lo que tenemos que hacer y lo estamos haciendo bien. Estamos comprometidos para que la verdad llegue al mundo. Qué vergüenza negar la salida del sol. El CNE hizo el papelón del año y nadie acepta que el TSJ cuente los votos: un procedimiento contranatura que revela la derrota oficialista.
Los ciudadanos decidieron ponerle fin al martirio de un cuarto de siglo y se lanzaron a la construcción de una Venezuela decente y próspera. La nación ya no está partida. La voluntad popular se expresó absolutamente. Esperamos que la comunidad internacional dé pasos certeros y abandone la mala actitud de mirarse el ombligo.
El autogolpe ha sido acompañado de una represión desproporcionada. Sépanlo: el pueblo no se conformará con algo distinto a la libertad. Todos conocen que el régimen perdió por paliza. Atravesamos horas oscuras en medio de una violencia institucionalizada. La democracia ganó en todos los estados, aspiramos a tomar el control de nuestro destino, sacar adelante el país y reunir a la familia. Es la última oportunidad para que los abuelos abracen a sus nietos.
La verdad es inocultable y tenemos la mejor disposición de construir instituciones con i mayúscula. El tema no es de apellidos sino de ladrones. Rechazamos el poder asentado en la persecución y la represión. Solo con instituciones creíbles el país caminará por senderos que conduzcan a una vida digna de ser vivida.
No vamos a desistir hasta que se respete la verdad. La usurpación tiene cero legitimidad, pedimos el cese de la represión y de la judicialización de la política.
La lucha es ética porque buscamos la verdad. Es existencial por la defensa de la vida y espiritual por la aspiración al bien, individual y común. La transición está en marcha.
¡Libertad para Javier Tarazona, los policías metropolitanos, los comandos de Vente, Rocío San Miguel, Dignora Hernández, Henry Alviarez, Carlos Julio Rojas y los hermanos Guevara! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!
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