«En este país, (…) nos gobierna un grupo de mujeres sin hijos que se sienten miserables con sus propias vidas y las decisiones que han tomado, y por eso quieren que el resto del país también sea miserable”.
Eso dijo el entonces candidato al Senado de Estados Unidos JD Vance en una entrevista con la cadena Fox en 2021, que resurgió en las redes sociales tras su elección como compañero de fórmula de Donald Trump para los comicios de noviembre.
Y usó un término peyorativo: cat ladies, que literalmente significa «damas de los gatos», pero es un estereotipo negativo de mujeres solas.
Los principales objetivos de su ataque fueron la vicepresidenta Kamala Harris, la congresista Alexandria Ocasio-Cortez (AOC) y el secretario de Transporte, Pete Buttigieg, la primera persona abiertamente gay en un puesto ejecutivo en EE UU.
«Todo el futuro de los demócratas está controlado por personas sin hijos», afirmó, y agregó: «¿Qué sentido tiene que hayamos entregado nuestro país a personas que en realidad no tienen un interés directo en él?».
Los comentarios suscitaron duras críticas contra Vance.
Una de las más contundentes fue la de la actriz de Hollywood Jennifer Aniston, quien ha hablado públicamente sobre sus dificultades al intentar tener hijos a través de la fertilización in vitro (FIV).
«Realmente no puedo creer que esto venga de un potencial vicepresidente de Estados Unidos», escribió Aniston en las redes sociales.
«Lo único que puedo decir es… Sr. Vance, rezo para que su hija tenga la suerte de tener hijos propios algún día.
«Espero que no tenga que recurrir a la FIV como segunda opción, porque usted está intentando arrebatársela también», añadió.
Se refería al voto de Vance en junio para bloquear la legislación propuesta por los demócratas para garantizar el acceso a la FIV en todo el país.
La entrevista resucitada es apenas una de varias ocasiones en las que el aspirante a la vicepresidencia de EE UU hizo comentarios despectivos hacia las personas sin hijos, como constató CNN.
Ante el aluvión de protestas, a Vance no le quedó más remedio que salir a modular su mensaje.
Sin excusarse, alegó que la gente no había entendido su sarcasmo, y se justificó diciendo que realmente se trataba de «criticar al Partido Demócrata por volverse antifamilia y antiniños».
Siendo así, su problema con Kamala Harris parece ser que no haya dado a luz, pues la vicepresidenta es madrastra desde que se casó en 2014 con el abogado Douglas Emhoff.
Sus hijos se llaman Cole y Ella, y a Harris le dicen «Momala», una fusión de mom (mami) con Kamala.
Pero al final, la pregunta es si resaltar el hecho de que Harris no tiene hijos biológicos puede restarle atractivo entre los electores.
Posiblemente, cree Peggy O’Donnell Heffington, historiadora de la Universidad de Chicago.
«Hay una parte del electorado que realmente cree que tener hijos no es sólo un deber cívico, sino algo que da sentido a la vida, que es el mayor objetivo de la vida de una mujer».
Defectuosas
Heffington, autora de Without Children. The Long History of Not Being a Mother («Sin hijos – la larga historia de no ser madre», en traducción libre; Seal Press) observó además que la imagen peyorativa de las mujeres que no tienen hijos es de larga data.
«En EE UU, esos esfuerzos para alentar (que en realidad consisten más en obligar) a las mujeres a tener hijos se remontan al menos a principios del siglo XIX, después de la Revolución», indicó.
«En ese momento, las personas en el poder comenzaron a dejar muy claro que la principal contribución cívica de las mujeres a esta nueva nación, o lo que se esperaba que hicieran como ciudadanas, era tener hijos».
Curiosamente, el no tener hijos biológicos fue algo que jugó a favor del primer presidente de EE UU, George Washington (que gobernó entre 1789 y 1797), señaló Heffington.
La razón de la revolución era independizarse, fundar una república y acabar con la monarquía.
Y como los reyes solían ser hijos de reyes, el que Washington no fuera padre biológico de nadie, «era algo que la gente admiraba mucho, pues pensaban: ‘No tiene hijos que puedan heredar el poder, por lo que es una elección muy segura para un primer presidente'».
(Además de él, otros cuatro presidentes no tuvieron hijos: James Madison [1809-1817], Andrew Jackson [1829-1837], James Polk [1845-1849] y James Buchanan [1857-1861]).
Poco más de un siglo después de la Revolución, comentó la historiadora, el presidente Theodore Roosevelt comparó en un discurso a las mujeres que no tienen hijos con los soldados que huyen de la batalla.
«La idea era que estas mujeres eran cobardes y se negaban a servir a su país cuando más las necesitaba».
Como si fuera poco, habló de ellas como seres incompletos.
«Describió a las mujeres sin hijos como pan hecho sin levadura.
«Dijo que eran inútiles, que adolecían de algo que era parte integral de la vida, y también les faltaba algo como personas», señala la autora.
Para Heffington, las declaraciones de Vance sobre las mujeres sin hijos hacen eco de esas convicciones.
«En cierto modo, está diciendo que han incumplido sus deberes como ciudadanas al no tener hijos y, por lo tanto, no se les puede confiar el gobierno del país«.
Y eso podría ser un indicio de lo que enfrentará Kamala Harris, virtual candidata del Partido Demócrata a las presidenciales del 5 de noviembre.
«Creo que es una forma muy conveniente de atacarla, porque no la critican por ser mujer, sino por no tener hijos», apunta Heffington.
«Es como si dijeran ‘no tenemos problema con las mujeres sino con una mujer con un defecto’. Así que me temo que esto podría ser una especie de presagio de una misoginia mucho más profunda».
Menos hijos, más tiempo
Pero, según la historiadora, hay un trasfondo en esta exaltación de la maternidad, que va acompañada de la limitación al acceso al aborto y a la anticoncepción en algunos lugares: la disminución en la tasa de natalidad.
«Creo que se trata más de defender los roles de género tradicionales como una forma de controlar la forma en que se pueden ver las vidas de las mujeres».
Y subrayó que hay un precedente histórico.
«En el siglo XIX, el número de hijos que tenía una mujer empezó a disminuir en la mayor parte del mundo, pero específicamente en EE UU cayó drásticamente».
Tener menos hijos, implicaba tener más tiempo, al estar libres de embarazos y el cuidado de bebés.
«Hubo una preocupación explícita por parte de algunos políticos: ¿qué harán las mujeres con su tiempo? Quizás intenten meterse en la política, en el mercado y consigan un trabajo.
«Así que, con la disminución de la tasa de fertilidad, en EE UU hubo un aumento en las expectativas sobre lo que significaba ser buena madre, como lo muestra la retórica de la propaganda en torno a eso.
«Es muy explícito que este pensamiento surge para quitarle el tiempo a las mujeres, pues ya no estaban todo el tiempo embarazadas. Esto les impide involucrarse en política».
Esas tensiones no han desaparecido del todo, cree Heffington.
«Algunos de los defensores de los roles de género tradicionales y los críticos de las mujeres sin hijos están preocupados por lo que consideran que es la manera correcta de que las mujeres pasen su tiempo.
«[Para ellos], las mujeres que dedican su tiempo a una carrera o a la política en lugar de a la maternidad son, de alguna manera, una amenaza».
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