El domingo pasado, los venezolanos dimos una demostración al mundo de qué estamos hechos. Después de haber superado infinidad de obstáculos, incluso el mismo domingo para impedir que ejerciéramos nuestro derecho al sufragio y expresáramos nuestra opinión sobre si debía continuar la tiranía que nos oprime hace 25 años, o si deseábamos un cambio. La inmensa mayoría había tomado la decisión de emitir no un voto castigo, sino un voto desquite, hastiados de tanta humillación, vejamen, imposiciones, amenazas, chantajes, extorsiones, miseria insoportable y la más gigantesca corrupción.
Fue una gesta épica que comenzó el 22 de octubre de 2023, cuando este pueblo sin ninguna reserva le entregó a María Corina Machado toda su confianza, su fe y esperanza para que liderara el más grande movimiento cívico que ha tenido Venezuela. Su conducción ha sido impecable con la incorporación de todos los partidos que integran la PUD y otros cuantos fuera de ella, pero, fundamentalmente de quienes no tenemos militancia partidista. Hemos sido afortunados de tener ese liderazgo complementado con la candidatura de Edmundo González Urrutia.
Conscientes de que nos enfrentábamos a un conjunto de bandas delincuenciales, nos preparamos en todo sentido para evitar ser sorprendidos porque es el recurso que acompaña al delincuente para tener éxito. Superando de manera heroica todo el peso del poder, incluido recursos económicos, logísticos de todo tipo, hasta grupos armados, la presencia de los electores fue masiva, espontánea y decidida a impedir que le robaran su voto, como se demostró a partir de las 5:00 de la tarde cuando se comprobó que los comanditos habían organizado el operativo 600K y habían dado sus frutos. Pero, la mayor sorpresa se la llevaron los jerarcas oficialistas fue cuando se percataron que no solo habíamos tenido testigos en casi todas las mesas, sino que teníamos en nuestro poder la copia de cada acta que probaba la descomunal victoria de Edmundo González Urrutia. Solo tenían dos opciones: reconocer que el pueblo los había echado a patadas del poder, o sencillamente darle el palo a la lámpara como lo alerte en mi artículo titulado el paquete chileno de Elvis, publicado en la edición del 22 de junio en el Diario El Nacional en estos términos: ¨ Este paquete chileno, tiene 9 apartes que trataré de resumir y demostrar que el único propósito es crear las bases para que el 28 de julio a las 10 de la noche, el ventrílocuo que preside el órgano electoral del gobierno, a sabiendas que sufrió una derrota aplastante, informe que Nicolás Maduro, obtuvo 10 millones de votos y ha sido reelecto. Es decir, que este redomado bribón, como lo expresó Enrique Márquez, lo que quería era que Edmundo González Urrutia, quien obtendrá una mayoría aplastante de votos, firme un cheque en blanco y renuncie a toda posibilidad de informar de su victoria, y peor aún que no pueda reclamar el triunfo. Solo Edmundo González Urrutia y Enrique Márquez no suscribieron esa trampa caza bobos. Los que firmaron seguramente ya acordaron cuántos votos le sumarán y quién sabe si hay de por medio muchos verdes, pero sin ninguna credibilidad ni adentro ni afuera¨
Como la jugada maestra de nuestro comando, los ha dejado desnudos, han decidido darle sepultura al CNE y colocarse en terapia intensiva en la sala electoral del TSJ que no tiene competencia para revisar ni totalizar actas, porque corresponde por reserva constitucional y legal al ente electoral tal responsabilidad y ningún otro órgano puede hacerlo. La tiranía no puede aceptar que el Consejo Nacional Electoral exhiba las actas porque tiene que proceder a proclamar a Edmundo González Urrutia como presidente electo. En este planeta todos sabemos quién fue el ganador, Venezuela ni la comunidad internacional pueden dar como válida ninguna decisión de la Sala Electoral, ni aún reconociendo como ganador a Edmundo. Lo que exigimos es que se designe una comisión de expertos internacionales independientes que le hagan una prueba forense a las actas del CNE con las que proclamaron al tirano y a las actas que tiene a buen resguardo el comando de Edmundo González Urrutia. Seguro estoy de que no lo aceptarán porque están desnudos y no encuentran ropaje que les tape la impudicia. Si los gobiernos de Brasil, Colombia y México, de verdad tienen interés en que vivamos en paz, no pueden manejar la tesis de que el TSJ es el máximo tribunal de la república y es un asunto de soberanía. La soberanía la consagra nuestra constitución en los siguientes términos: Artículo 5. La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público.¨ Ese artículo ante señalado los terminé asi: ¨ Por último la Paz de Venezuela, no depende de quien gane, sino que quien gane, pueda exhibir sin ningún tipo de duda que su victoria es el reflejo pristino de lo expresado por la voluntad popular.
Es posible que las bayonetas ahoguen el grito de libertad, pero no podrán borrar la gesta heroica que nuestro pueblo ha cumplido, recordándole al tirano y sus secuaces que el pueblo los echó a patadas del poder y que no habrá resignación porque cada venezolano seguirá luchando hasta que pueda exhibir el diploma que diga: Libre y Demócrata. Esta tiranía se ha comportado y continúa haciéndolo como el violador que pretende que su victima no solo consienta la violación, sino que al final confiese que le gustó. Nicolás Maduro puede exhibir el titulo de presidente, de general en jefe o hasta de emperador, pero les garantizo que ningún ser decente, digno, honorable, dirá: ahí va el presidente, el general en jefe o el emperador. Todos diremos ahí va el que nos robó la voluntad de cambio de este bravo pueblo. Preparémonos para la resistencia de ser necesario.
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