Las calles de Venezuela han sido testigo por enésima vez de masivas protestas en contra del régimen de Nicolás Maduro luego de que el domingo 28 el Consejo Nacional Electoral (CNE) le adjudicara la victoria en los últimos comicios presidenciales sin sustentar con documentos ni estadísticas una victoria. La oposición, encabezada por el candidato Edmundo González y la líder María Corina Machado, y gran parte de la comunidad internacional han calificado de fraudulentos los resultados y exigido que se conozcan las actas electorales supuestamente computadas.
Las reacciones en conjunto han despertado un asunto que se venía comentando en semanas previas a la elección, cuando Maduro sorpresivamente anunció que su gobierno había restablecido una mesa de negociaciones con Estados Unidos, país con el que Venezuela rompió relaciones diplomáticas hace cinco años y medio.
¿Estaría Maduro negociando una salida del poder a cambio de un salvoconducto que le permita refugiarse en alguno de los países que lo mantienen como su aliado, tales como Cuba o Nicaragua? Y, en todo caso, ¿hasta qué punto estaría dispuesta la oposición a ceder para que finalmente el régimen chavista caiga en Venezuela?
Salida negociada de Maduro
“El escenario de negociación entre oposición y gobierno es evidentemente posible, sobre todo porque ambos contendientes tienen fortalezas. En el caso de Edmundo González es que ganó las elecciones y en el de Maduro es que controla la violencia; es decir, las fuerzas armadas y policiales, esto evidentemente le da una capacidad beligerante”, comenta a El Comercio el politólogo venezolano José Vicente Carrasquero.
Según el experto, el propio González ya habría deslizado la opción de negociar en sus últimas declaraciones públicas, terreno en el que se sentiría muy cómodo recordando que “estuvo destacado en países centroamericanos en momentos en que la guerrilla era muy intensa, así que conoce este tema”.
“Eso, por supuesto, a la gente le fastidia. Pero en todo caso, si esa negociación está dirigida a resolver el nudo creado por el chavismo, bueno, pues es una salida”, señala Carrasquero.
Para llegar a ese escenario han influido factores que van desde la presión popular, que ha contado con el apoyo incluso de antiguos bastiones chavistas, hasta la casi unánime condena internacional al proceso -a excepción de sus aliados incondicionales como Nicaragua, Cuba o Rusia- y el enfriamiento de las relaciones con Brasil o México.
“Es una posibilidad, pero todavía no veo el cuadro bien armado. Se ha dicho en semanas pasadas que Lula ha hablado de tender un puente de plata para ver si Maduro cae, en el sentido de entender el papel de la negociación, pero hay tanta tela que cortar que es difícil. No es imposible, imagino que cuando el agua le llegue a la nariz tendrá que negociar. Pero ese concepto de negociación tiene que entenderse como una mesa en la que se discute, uno cede una parte y los otros ceden otra, pero ellos (el chavismo) no quieren ceder nada y ese es el problema”, comentó al respecto el internacionalista y politólogo venezolano Luis Nunes el» martes 30 en una edición especial del programa Tenemos que Hablar» de El Comercio.
Sin embargo, la vicepresidenta de Coalición por Venezuela, Nancy Arellano, explicó en el mismo podcast que Maduro no tendría la palabra final en esta decisión, lo que reflejaría además cómo el poder del gobierno se ha fragmentado y repartido entre la cúpula chavista.
“Creo que hay negociaciones cruzadas entre terceros actores, incluso creo que Maduro es preso de otros captores y no puede ni siquiera decidir solo. Ahí es donde está la real negociación, en negociar con los terceros que tienen de alguna manera la tutela de los espacios de poder. La presidencia en Venezuela pareciera hoy día no ser monolítica sino una suerte de rompecabezas con dominio de distintos actores, a nivel económico, a nivel paraestatal, a nivel internacional con Cuba, China, Rusia, Medio Oriente jugando”, comentó Arellano.
Pese a ello, Carrasquero considera que existen más opciones de que Maduro acceda a una ronda de negociaciones antes de intentar imponer su régimen al estilo de Daniel Ortega en Nicaragua.
“Yo creo que esa es la probabilidad más baja en este momento, la de mantenerse en el poder. Nicaragua y Venezuela no son comparables, Nicaragua es un país pequeño, en Venezuela estamos hablando de más de 20 millones de habitantes, estamos hablando de gente que está cansada de una situación a la que la ha sometido el chavismo. Yo veo en este momento poca probabilidad de que la gente quiera soportar seis años más a Maduro”, apunta a este diario.
Influencia extranjera
El lunes, María Corina Machado y Edmundo González aseguraron tener “pruebas suficientes” que demostrarían el fraude perpetrado por el chavismo durante la jornada del domingo. “Tenemos 73,20% de las actas y, con este resultado, nuestro presidente electo es Edmundo González Urrutia”, anunciaba la principal líder opositora antes de detallar que la ventaja se traducía en 3,5 millones de votos de diferencia.
Más allá de las cifras, el descontento en la población se hizo notar desde la madrugada del lunes con espontáneos cacerolazos protagonizados por ciudadanos indignados con el anuncio, y posteriormente con masivas protestas registradas el lunes 29 y el martes 30.
El régimen respondió con la ya conocida represión policial que hasta el momento se estima que ha dejado por lo menos 12 personas fallecidas, según ONG locales.
Este manifiesto descontento, sumado a los innumerables ciclos de negociación que ha mantenido la oposición con el chavismo durante la última década y que en su mayoría se han visto frustrados cuando Maduro y su cúpula decidieron patear la mesa, hace que el ciudadano venezolano no confíe más en los intentos de diálogos con el gobierno.
Por ello llamó la atención cuando a inicios de julio Maduro anunció que había reiniciado una ronda de diálogos con el gobierno de Estados Unidos, lo mismo que fue confirmado posteriormente por Washington sin precisar detalles sobre los temas a abordar. Recordemos que ambos países habían cortados lazos diplomáticos desde que la administración Trump reconoció a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela a comienzos del 2019. Sin embargo, la participación estadounidense fue clave para que se consiguiera firmar el Acuerdo de Barbados, que pretendía brindar garantías al reciente proceso electoral.
Para Carrasquero, sin embargo, las concesiones estadounidenses al régimen chavista no han hecho más que agravar la situación. “Me da la impresión de que ha influido negativamente, porque Estados Unidos le entrega a Maduro a sus sobrinos presos por narcotráfico, después le entrega a Alex Saab, que fue también metido en cuestiones de narcotráfico, blanqueo de capitales y demás. Y eso lo que va haciendo desde el punto de vista de la negociación es fortalecer su posición. Eso quiere decir que cualquier cosa que yo haga, yo le voy a ganar al otro en una negociación. Entonces, Estados Unidos se manejó muy mal con Maduro porque perdió y no recibió nada, apenas un par de presos y una promesa incumplida”, opina el experto.
Ante ello, sin embargo, considera que el papel que están tomando la región resultará clave y pone en manifiesto que “Venezuela es un problema geopolítico real”.
“Es que tú no puedes dejar que Maduro se quede. Porque si tú dejas que Maduro se quede, ¿cuánta gente se va a ir para Colombia y Perú desde Venezuela ahorita? ¿Cuánta gente se va a ir para Brasil? ¿Cuánta gente va a escaparse por el Darién hacia Estados Unidos? ¿Tú vas a permitir que Venezuela siga siendo el canal de la droga hacia el resto del mundo?”, plantea Carrasquero.
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