Aunque el proyecto de resolución en Consejo Permanente de la OEA sobre la crisis electoral en Venezuela no haya prosperado, es importante que se haya producido el debate. Hubo 17 votos a favor, 0 en contra, 11 abstenciones y 5 ausentes.
Estas deliberaciones son una caja de resonancia y permiten conocer las posiciones ante una situación de esta naturaleza. En esta oportunidad no es diferente. Por distintas razones los países asumen distintas visiones.
Veamos las tendencias. Los países más afectados por la emigración. Los amigos tradicionales del Caribe. La posición de Estados Unidos, la de Almagro. Los países “like minded”, de pensamiento similar, los cautos como Colombia y Brasil, además de fronterizos, pueden ser “key players” en una negociación, además del garante de la protección de los seis venezolanos que solicitaron asilo político.
Estados Unidos en la voz del subsecretario Brian A. Nichols afirmó que la evidencia del triunfo de Edmundo González Urrutia es incuestionable.
El Caribe estaba dividido. Países como Ecuador, Perú, Chile, Uruguay y Argentina han sido receptores de la cantidad de emigrantes venezolanos. Son sensibles al tema y sobre todo por la posibilidad de nuevas olas migratorias.
El caso de los que no asistieron, como lo fueron México o St. Vincent, tuvieron sus razones objetivas. Por ejemplo, hubo críticas previas por parte del presidente López Obrador a Almagro tras pronunciarse antes de la sesión del Consejo Permanente.
Colombia, que reconoció que deben conocerse todas las actas, que estas sean auditadas y que prevalezcan las garantías electorales, se abstuvo por falta de instrucciones de su Cancillería.
Con esta reunión se buscaba, más que una resolución, generar presión internacional. Hasta países como España, Italia y otros observadores internacionales usaron el foro para solicitar transparencia y requieren que se verifique la veracidad de los resultados.
El informe que proporcionó el Centro Carter y el que ratificó la propia OEA fueron expuestos en la mesa.
Sin embargo, no prosperó la resolución que exigía al órgano electoral de Venezuela la publicación de las actas y que estas fueran revisadas por los veedores independientes.
Se trató el tema de la violación de derechos humanos, el de los diplomáticos expulsados y el drama para estos y en consecuencia para las poblaciones de estos países y los venezolanos que se quedan sin consulados, sin comunicación aérea, un problema para los agentes económicos.
Además, Argentina recordó a los 6 venezolanos asilados en su Embajada en Caracas, quienes estuvieron esperando el salvoconducto por más de 4 meses. Hoy ya protegidos por Brasil.
Esta reunión no fue un fracaso, el tema fue centro de atención mediática. Fue un éxito comunicacional. Sí un fracaso político y porque deja en evidencia las inconsistencias de la OEA como órgano regional.
Pero sí hubo un consenso verbal sobre el centro de la convocatoria, conocer el resultado de las mesas con veedores diferentes a los del Estado. Como refiere el embajador Pedro Camacho, lo relevante de este encuentro fue que no hubo votos en contra; además, la Caricom, que tiene una política exterior común, no fue unida y en conclusión, afirma: “El balance político se inclina favorablemente hacia la oposición y afecta seriamente al régimen porque ningún país dio su voto negativo”.
Por otra parte, las abstenciones de Brasil y Colombia salvaguardan la posibilidad de ser facilitadores para una eventual negociación con Estados Unidos. Asimismo, al convertirse Brasil en el protector de los intereses de Argentina en Caracas, todo esto los obliga a la moderación.
Finalmente, una vieja obligación nos dice que: Sin actas no hay resultados y sin resultados no hay ganadores. En el caso de Venezuela, las actas están disponibles urbi et orbi.
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