Es la manera correcta y justa de calificar los resultados anunciados por el CNE, ese anuncio distorsionó una jornada cívica caracterizada por una concurrencia masiva de los venezolanos confiados en que su voluntad expresada mediante el voto fuese fielmente expresada en el resultado oficial.
Declarar a Maduro vencedor no se compadece con el mayoritario deseo de cambio político existente, con el rechazo contundente al personaje y su régimen, con la voluntad ciudadana de votar por el cambio que se percibió en los centros de votación registrado por la mayoría determinante de las encuestas a boca de urna nacionales y foráneas, ni con la mayoría de los conteos rápidos de votación realizados en zonas anteriormente de mayoría chavista. No se trataba de una competencia cerrada, el piso de la ventaja de Edmundo González sobre Nicolás Maduro nunca fue menor a los 20 puntos porcentuales. La injustificada tardanza (puesto que fue un proceso automatizado) en dar unos resultados ofrecidos para las 6:00 de la tarde (Amoroso habló ya siendo 29 de julio) termina delatando la deriva fraudulenta. ¿Nada tienen que decir al respecto los rectores Nogal y Delpino? Se preguntan muchos.
La decisión de cometer fraude (a la vista de todos) de parte del régimen aumenta y escala a máximos la crisis política que arrastra el país consecuencia de una gobernanza contraria a los intereses comunes de la población y el Estado porque pretende imponer el continuismo político mediante expedientes ilegales e ilegítimos. Lo ocurrido no solo es de complicada sostenibilidad sino que puede generar costos altísimos a sus protagonistas, promotores y cómplices. Pero, sobre todo, es perjudicial para el país porque puede cancelar la posibilidad de resolver la crisis política mediante medios institucionales y un proceso de negociación.
Crisis como la que está en progreso pueden terminar siendo una bomba de tiempo de efectos terminales para el establishment imperante (ejemplos nacionales e internacionales hay). No quiero ni mucho menos dar la impresión de que fatalmente eso ocurra, pero sí puntualizar que un régimen carente de legalidad y legitimidad, sin medios para gratificar materialmente a la población, pareciera solo quedarle el recurso del terrorismo de Estado para lograr cierto grado de gobernabilidad y sostenerse.
Para revertir el fraude las fuerzas democráticas deben poner en práctica un plan de resistencia para movilizar a la ciudadanía en defensa de su derecho a elegir combinando con eficacia el aspecto jurídico electoral con la lucha política propiamente dicha. La comunidad internacional democrática estatal y paraestatal tiene mucho en qué cooperar al respecto. Aunque Maduro fue proclamado por el CNE, a este juego todavía le quedan innings.
Cuando escribo estas notas (lunes 29/7) hay protestas y movilizaciones en varias zonas del país contra el fraude. Es probable que cuando usted las lea se hayan incrementado en magnitud y alcance geográfico.
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