Oddity, de Damian McCarthy, explora en el horror folk desde una perspectiva que basa su efectividad en la simplicidad. Pero no por eso la película es menos siniestra. De hecho, su escasez de recursos la hace cada vez más tétrica y retorcida, a un nivel que, para su impactante final, deja claro las ambiciones de su director en el cine de género.
Con apenas dos películas —la primera, la espeluznante Caveat de 2021— el director Damian McCarthy ha demostrado que su manejo del terror se basa en las carencias. Con escenarios limitados, un guion lineal y actores que exploran en sus personajes a través de largos monólogos, su perspectiva acerca de lo terrorífico es una visión acerca de lo que se esconde en la aparente normalidad.
Mucho más, lo que podría convertirse en una amenaza sin que haya indicio que así sucederá. La fórmula le permite, en Oddity (2024), crear una atmósfera contenida, extraña e incluso, con un burlón sentido del humor, que le da a la cinta un aire de sofisticado terror que la distingue de otras tantas premisas parecidas, estrenadas este año.
La cinta comienza por lo que podría ser una anécdota sangrienta de un slasher al uso. Dani (Carolyn Bracken) es una joven esposa que se encuentra sola en casa, cuando un hombre al borde de la locura (Tadhg Murphy), toca a su puerta en busca de ayuda. En una clara reminiscencia a Scream, el guion — que también escribe el director — dedica tiempo en mostrar cómo la tensión aumenta cuando es evidente que el supuesto visitante en peligro, no es todo lo que parece. Pero lo que comienza como un juego del gato y el ratón brutal, pronto conduce a otros lugares. Mucho más, cuando deja entrever que la violencia — que transcurre la mayor parte fuera de la pantalla — tiene tintes sobrenaturales.
El horror y la oscuridad interior, en un mismo escenario
Un año después, Ted (Gwilym Lee), el viudo de Dani, intenta rehacer su vida. Todo mientras trata de equilibrar su recuperación física y espiritual, con su trabajo como médico en un hospital psiquiátrico. La cinta se vuelve entonces más densa, al permitir una exploración del duelo que tiene algo de malsano. Ted, que no llegó a una llamada telefónica que habría salvado la vida de su esposa, soporta un pesar silencioso que el guion transforma en imágenes claustrofóbicas y oscuras. El luto no es algo fácil para el personaje, pero mucho menos la sensación urgente de que no todo está claro en el suceso sangriento que marcó su vida.
Para aumentar la tensión, Ted lleva una nueva relación, que no es sencilla — o en cualquier caso, no le resulta del todo satisfactoria — cuando ocurre lo impensable. Darcy, la gemela de la fallecida Dani (Bracken en doble papel), llega para indagar qué ha ocurrido con su hermana. Lo que resulta más singular, el personaje tiene capacidades psíquicas y es capaz — como no pudo hacerlo Ted en su momento — de explorar en lo que rodeó los momentos previos a la muerte de su esposa. Es entonces cuando Oddity se hace más elaborada y silenciosa, cargada de presagios malignos y con una puesta en escena elegante, en que todo parece tener doble interpretación.
¿Es el nerviosismo de Ted indicio de algo oculto? ¿Es la necesidad de Darcy de escudriñar en el pasado algo más que el genuino deseo de comprender a su hermana? Todo se hace peor, cuando Darcy decide que la forma de entender qué ha ocurrido, es a través de una terrorífica figura de madera que permite aumentar la precognición de cualquiera que la sostenga. Por supuesto, la idea de un vehículo entre el mundo de los muertos y el horror de lo que sea que vivió Dani se hace cada vez más inquietante. En especial, cuando todo parece indicar que el secreto que marca el asesinato — y que jamás se vio de forma directa — conduce a una nueva interpretación del crimen.
Un final de pesadilla
McCarthy logra que todo lo anterior se una en una puesta en escena siniestra, pensada para que el límite entre lo mundano y lo sobrenatural sea impredecible. Mucho más, que se haga cada vez más difuso a medida que Darcy extrae conclusiones aterradoras acerca de la muerte de su hermana y Ted, parece al borde del colapso.
Lo interesante es que la película evita, como puede y siempre que puede, dejar las ideas muy claras, evidentes o directas. Por lo que la mayoría de las cosas que cuentan pasan por la especulación, o según quien las percibe.
Para sus escenas finales la cinta guarda varias de sus mejores sorpresas, que añaden tensión y ambigüedad a todo lo contado hasta entonces. Lo que brinda a Oddity varias de las mejores y más aterradoras escenas de su metraje y una en particular que cambia todo el sentido de la película.
Aunque no logra del todo su ambiciosa premisa, algo es evidente: la cinta logró construir un misterio sobre un misterio que no es sencillo, inmediato de ver o fácil de narrar. Un mérito más que suficiente para esta obra rara y experimental, que se une a la larga lista de curiosidades de terror estrenadas en 2024.
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