Fue el gran ganador de la 20° edición del Festival del Cine Venezolano con La sombra del catire. Ha trabajado con directores como Peter Greenaway o el guionista Guillermo Arriaga, ha producido películas como La caja de Lorenzo Vigas y, sin embargo, Jorge Hernández Aldana sostiene que hacer cine no es nada fácil y, apartando la inspiración o las pretensiones de trascender con una obra, considera que realizar películas es una forma de vida.
Protagonizada por Francisco Denis, La sombra del catire ganó en la mayoría de las categorías en las que compitió en el certamen realizado en Margarita del 16 al 20 de junio. Entre ellas se encontraban las de Mejor Largometraje de Ficción, Mejor Director, Mejor Actor, Mejor Actor de Reparto (Vicente Peña) y Mejor Guion. Antes de su proyección en la isla, el filme pasó por el Festival de Cine de Varsovia, donde obtuvo el Gran Premio, así como el Festival Internacional de Cine de Morelia y el Festival Internacional de Cine de Guadalajara.
La historia se enfoca en Benigno Cruz (Denis), un hombre conocido como el Catire que vive en un pueblo del estado Lara donde escasean el agua y la comida. La violencia, tanto estatal como ciudadana, es la ley. Cruz tiene tierras que intenta venderle a un militar pero rechaza el pago que le ofrece por considerarlo demasiado bajo. Su decisión va a despertar una persecución que pondrá en evidencia que en esta recóndita localidad los derechos son inexistentes. El filme transcurre entre la belleza de un paisaje árido y el desamparo en el que se encuentran los personajes.
Para Hernández Aldana, la respuesta a su largometraje tanto en Venezuela como en otros países ha sido una grata sorpresa que le ha motivado a buscar maneras de que siga conectando con el público del país, por lo que espera que en el último trimestre del año se estrene en salas comerciales, distribuida por Blancica. «La respuesta fue enorme. Nunca hubiéramos imaginado que ganaríamos en literalmente todas las categorías en las que concursamos. Es un espaldarazo muy grande no solo para nosotros sino para la distribuidora, que en este caso es Blancica, de apostar por llevar la película a las salas de cine», expresó el cineasta venezolano que reside desde el año 2002 en México, director también de los filmes El búfalo de la noche y Los herederos.
El director personalmente prefirió no opinar sobre por qué la película ha tenido tan buena receptividad. Sí explicó que él y su equipo apostaron por ser honestos para llegar al fondo de los elementos que consideraban fundamentales en la historia y luego contarlos desde una visión personal. Un punto es clave en su modo de operar: procura no repetir películas que ha visto antes. «Habiendo dicho eso, por supuesto que somos una mezcla de influencias de todos los cineastas que nos han marcado a lo largo de la vida. La historia del cine puede ser todavía considerada corta. Pero tiene una gran variedad de artistas, logros y descubrimientos —en términos de lenguaje, técnica o la capacidad de entrar en nuevos terrenos— que para mí es algo fundamental».
También busca tratar al espectador con respeto y convertirlo en un cómplice en la aventura de ver la película que ha realizado, pues ve la producción de un filme como una suerte de conjuro colectivo que se potencia y llega a la plenitud en el encuentro con el público: «Ahí es donde realmente la película se vive. Una vez que vive ahí esa película siempre se va a quedar con el espectador. Para mí la clave es tratar de hacer películas buscando ese tipo de contacto y buscando crear ese tipo de experiencia en una sala de cine. Que sea única y diferente, no una imitación».
Entre las temáticas de La sombra del catire se encuentran la masculinidad, la corrupción, la violencia, la injusticia o la familia. Hernández Aldana, sin embargo, no busca tópicos específicos, lo que hace es partir de contar las historias del lugar donde vivió su infancia (gran parte de su familia es del estado Lara) y regresar con una mirada distinta después de varias décadas. Como un reencuentro. Entonces surgen algunas preguntas: ¿cómo están hoy esos personajes?, ¿dónde están?, ¿qué les ha pasado? «Es una manera de reencontrarme con ese mundo que viví en la infancia y que ahora, después de muchos acontecimientos —Venezuela ha pasado por muchas cosas en los últimos 30 o 40 años—, lo que hago es compartir mi experiencia humana sin tener ninguna intención de generalizar o de aleccionar. Es tratar de valorar desde el punto de vista humano qué nos ha pasado y dónde estamos», dijo.
Hernández Aldana ve sus trabajos como si fueran sus hijos, así que no hay ninguna preferencia. Con todos hay una relación especial y han sido realizados en distintos contextos en los que ha habido inquietudes artísticas. Ha empleado diferentes metodologías y ha trabajado con distintos equipos. Su experiencia como productor también ha sido enriquecedora. Paloma Negra Films, empresa que fundó en 2013 con la productora Cristina Velasco y el director Rigoberto Perezcano, ha producido películas de directores como Mariana Rondón o el ya mencionado Peter Greenaway, a quien el director tenía como referencia cuando comenzó a hacer cine.
«En ese momento para mí era impensable que iba a poder trabajar un par de décadas más tarde con él. Impensable. Fue en una película que se llama Eisenstein en Guanajuato. Hemos sido afortunados. Nos estamos constituyendo como un referente del cine de autor más allá de las fronteras de Venezuela y México. Para mí como realizador eso ha sido una experiencia enriquecedora», expresó.
Aunque ha vivido mucho tiempo fuera de Venezuela, siempre ha tenido un nexo permanente con el país. Suele regresar para seguir trabajando aquí y apoyar al talento nacional. Por ejemplo, actualmente Paloma Negra Films está produciendo la nueva película de Jorge Thielen Armand, realizador de La soledad y La fortaleza, y apoyaron también en sus inicios a Gustavo Rondón Córdova, director de La familia. «El gremio cinematográfico es relativamente pequeño. Casi todos se conocen y dependen mucho de la colaboración, de que nos echemos la mano, de tender puentes, de buscar cómo lograr que la voz del cine venezolano siga viva y con fuerza en Venezuela y el resto del mundo».
El cine venezolano de la actualidad, afirmó, ha evolucionado y las temáticas que se plantean son para que el venezolano reconozca su propia identidad. «Lo que veo es que las películas están buscando ser un espejo para poder entendernos mejor. Eso me parece un proceso interesante porque además nadie le va a hablar con tanta claridad a un venezolano que una película venezolana, que está hecha teniendo a ese público en mente».
«Creo que mientras más honestos seamos con vernos a nosotros mismos tendremos más capacidad de llegar a una universalidad que permita que este cine no solo sea relevante en Venezuela sino en el resto del mundo», añadió.
Hernández Aldana cree que, si se mira desde un punto de vista práctico, comenzar una carrera en el cine es una locura debido a su inestabilidad. «Siempre digo que el 1% de la gente que quiere hacer cine logra hacer cine. De ese 1%, si lo ves en su totalidad, diría que menos de 5% puede vivir de hacer cine, y de ese 5% diría que menos de 5% es exitoso. Entonces, por ahora, hemos tenido el reconocimiento y la capacidad de seguir trabajando».
Sin embargo, a pesar de los obstáculos, cree profundamente en el poder del cine para reflejar la experiencia de estar vivo. Para él, lo fascinante de hacer cine es que puede conectar las similitudes y las diferencias de la humanidad, y en esas similitudes y diferencias lo que se gesta es la celebración de la vida como algo único. «En el fondo cada manifestación en una película es una celebración de la vida. Esa es mi filosofía a la hora de hacer películas. No importa el tema que aborde. De alguna manera celebramos el hecho de que estamos vivos y que estamos vivos aquí, no solos, sino en conjunto».
Quizás por esa razón Hernández Aldana prefiere no explicar su posición sobre La sombra del catire. Para él cada película debe conservar ese misterio respecto al porqué de la realización cinematográfica. «Toda obra de arte tiene un elemento inexplicable que puede ser interpretado de muchas maneras. Yo hago una película que está ahí y la explicación final la tiene que dar cada quien».
Entre lo más enriquecedor que ha vivido como cineasta se encuentran las distintas opiniones que ha recibido cuando presenta la película en diferentes países, pues hay gente que se puede identificar con Benigno Cruz, el entorno donde vive o, a su vez, con temáticas como la redención o la importancia de la familia sin importar las circunstancias: «Eso para mí es fundamental. En el sentido de que pienso que Venezuela es una gran familia y, más allá de todo lo que ha pasado y las divisiones que ha habido, a pesar de lo que muchos nos quieren decir, seguimos siendo una familia».
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional