Presunto inocente se ha colado como una de las sorpresas de la temporada de series. Fue producida por Apple con Jake Gyllenhaal y J.J. Abrams, adaptando la novela de Scott Turow, cuyo argumento inspiró la película de Harrison Ford con Pakula en 1990. Una acertada nueva versión.
El actor se aleja de sus búsquedas metódicas del pasado, modificando su cuerpo en pos de un resultado. Ahora se ha concentrado en un trabajo de contención, de una forma más orgánica y explosiva en el set, sin tanto efectismo y exageración, logrando una interpretación ajustada.
De entrada, sospechamos de absolutamente todos en la trama, consiguiendo el tono de ambigüedad que demanda la historia original. Lo que cambia es el contexto, el montaje y el ritmo que brindan las series contemporáneas, al forjarse en la dinámica con los actores en el plató.
Narra el arco dramático de un fiscal de Chicago, que empieza investigando el caso de asesinato de una colega, para luego ser señalado como el principal victimario del feminicidio. Desde entonces, veremos una clásica trama de suspenso, de un hombre que quiere probar su inocencia.
La miniserie es conclusiva, pero la presión de las audiencias ha exigido una segunda temporada, en la que seguramente se retomarán ideas y conceptos, pero no los hilos de los protagonistas y estrellas. Así, al menos, se presume en los corrillos de Apple. Ya veremos.
La serie propone un contenido para adultos, con la calidad de una plataforma de la competencia como HBO. Va por ahí en términos de puesta en escena y guion, al indagar en los claroscuros del alma humana y en los conflictos de poder que se acentúan por diferencias políticas.
En tal sentido, Presunto inocente expone dos lecturas oportunas sobre el presente: una dedicada a reflejar el tema mediático del sensacionalismo y la posverdad, la otra animada a lanzarle puntas a la realidad polarizada del país anglosajón, entre republicanos y demócratas.
Aparte de ello, la serie toca asuntos como el conflicto de interés y la guerra de sexos, en los ambientes laborales y familiares, dando pie a conversaciones interesantes. Tiene un ángulo erótico que la aproxima a los predios de un Bertolucci.
La empecé a ver sin mucho ánimo, casi por pasar el rato, y estoy enganchado. No necesariamente es original y disruptiva en su estética, pero sí es eficiente en la manera de abordar un relato conocido con ingenio y elegancia, respetando al espectador.
Sus actores secundarios son rostros populares en la industria, figuras que aportan credibilidad y carisma al desarrollo de los episodios. Los capítulos van de menos a más, en una estructura muy típica, que engancha al público con una revelación de último minuto.
Por tanto, Presunto inocente se adapta al entorno de series actuales, como Baby Render y Ripley, que problematizan la imagen del héroe, pintándolo con colores oscuros, a merced de sus fantasmas, pesadillas y demonios.
Las mujeres representan una perspectiva distinta, así como la mirada de los jóvenes centennials. Observamos a una esposa en dilema, a una psicóloga que estudia la salud mental del paciente, a unos chicos que juzgan con los ojos de la generación de relevo.
Por último, no pueden faltar a la cita los villanos, los malos y los asesinos seriales, como Lecter, que guiarán al Presunto inocente en su descenso por los infiernos, con el propósito de salir del laberinto judicial.
Considero que es un contenido recomendable para ver y discutir con los amigos.
Espero la disfruten.
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