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El silencio de la ambigüedad

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Hay silencios que son autoimpuestos, un mutismo que nos obligamos a cumplir y no es que no tengamos mucho por decir o por opinar, simplemente nos censuramos porque en ocasiones al no decir nada acabamos diciendo todo.

Un sabio amigo me comenta luego de hablar sobre este incómodo silencio que me perturba: “Escribe ambiguo y que exprese exactamente lo que me dices te sucede; de seguro hay mucha gente que tendrá la misma opinión. Ambiguo por aquello de dejar el pensamiento en el aire y que cada quien saque su conclusión”.

No quiero lastimar esperanzas ni mucho menos sonar fatalista; por ello busco redactar los párrafos en el silencio, pero recuerdo que en 25 años de destrucción chavista los venezolanos hemos perdido la capacidad de asombro, desde el exilio y por supuesto mucho más los que aún permanecen en el país, se levanta cada día la ilusión de un cambio necesario para todos, incluso hasta para los que apoyan al oficialismo.

Busco en la carpeta donde están todos mis artículos de opinión que han sido publicados por el diario El Nacional tratando de conseguir las palabras que le den forma a las ideas que tengo sobre el acontecer que vive Venezuela en relación con las próximas elecciones presidenciales.

Vuelvo a leer uno de mis artículos publicado en septiembre de 2021 titulado “Votar o Botar”, en el que me consigo con un párrafo que me abofetea con total impunidad, el cual expresa lo siguiente: El chavismo no ha dado ninguna señal que nos haga pensar o creer que quiere un cambio, por el contrario, son descarados al promover el levantamiento de las sanciones económicas que pesan sobre sus testaferros y sobre ellos mismos como una medida necesaria para respetar los resultados electorales.

En Venezuela el presente se conjuga siempre en pasado, solo varían los nombres de algunos personajes, pero el escenario de esa triste y cruda realidad sigue intacta.

En aquel año 2021 la convocatoria a elecciones no tenía mucho apoyo popular; aún estaba con vida Tibisay Lucena, quien nos torturaba con aquella vocecita de inocente maldad mientras soltaba con total serenidad “Los resultados son irreversibles”.

No existen señales por parte de la dictadura en Venezuela que nos hagan pensar que los resultados no vuelvan a ser irreversibles; son elecciones convocadas por el mismo Consejo Nacional Electoral secuestrado por idénticos personajes nefastos, solo basta entender que el actual presidente y rector de dicho órgano electoral es Elvis Amoroso, conocido dirigente del chavismo que ha sido contralor general de la República, presidente del Consejo Moral Republicano, diputado al Congreso de la República y diputado a la Asamblea Nacional, cargos que han sido ocupados con la firme convicción de ser un miembro y militante activo del Partido Socialista Unido de Venezuela, por lo que su independencia es inexistente para ocupar cargos de tanta responsabilidad.

 

 

 

Amoroso no es solo una ficha de la tiranía, es un actor importante de ese conglomerado criminal que mantiene secuestrada a toda la nación.

Desde el año 2017 el Departamento del Tesoro sancionó a funcionarios del gobierno venezolano, entre quienes se menciona a Elvis Amoroso.

El 13 de mayo de 2024 la Unión Europea retiró temporalmente las sanciones al actual presidente del Consejo Nacional Electoral Elvis Amoroso, funcionario venezolano hasta el 10 de enero de 2025, sin embargo, las causas de estas sanciones siguen vigentes y ellos lo saben, lo cual hace muy complicado, incluso para ellos mismos, que los resultados no sean irreversibles; a su favor por supuesto.

Los jerarcas del chavismo están secuestrados por sus propios actos y sus posibilidades son pocas, más allá de mantenerse aferrados al poder.

El mundo les quedó pequeño y las opciones para que salgan impunes son muy escasas, así intenten negociar con factores internacionales o nacionales eliminar el historial de crímenes de lesa humanidad que han cometido, son delitos de los cuales son responsables y no existe prescripción a futuro.

La impunidad está directamente asociada al olvido y en Venezuela está prohibido olvidar.

Ante la pregunta de si hay que ir a votar o no la respuesta es contundente: sí, no importa si los resultados son irreversibles.

La sociedad venezolana debe acudir una vez más a las urnas, aunque sepamos y estemos convencidos de que el ganador será el que cuente los votos.

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