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El Muro de Berlín de Hispanoamérica

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La mañana del 11 de julio de 2021, los ‘lives’ de Facebook mostraban a cientos de cubanos protestando en las calles del pueblo de San Antonio de Baños, a unos pocos kilómetros de La Habana. Gritaban «libertad». Tres horas después, toda Cuba estaba en las calles. Cientos de miles de personas, provincia tras provincia, con el mismo clamor, que se apoderó del país y se escuchó en el mundo entero: libertad, patria y vida. Gente de todas las generaciones, pero especialmente jóvenes, miles de jóvenes en rechazo a la sentencia tiránica de «socialismo o muerte». Era inevitable.

La respuesta de la dictadura ha sido feroz. Han desatado la violencia contra la ciudadanía, militarizado las ciudades y realizado miles de arrestos arbitrarios, e incluso asesinatos de Estado. Miguel Díaz-Canel, que fue designado y funciona como un títere de los Castro, llamó a «los comunistas al combate», a «enfrentar en las calles estas manifestaciones», y amenazó a los que ejercieran el derecho a la protesta, señalando que estaban «dispuestos a todo». Los militares en el poder en Cuba desplegaron el grupo de élite de las Fuerzas Armadas Revolucionarias para reprimir a los manifestantes. Algunos nunca regresaron a casa. Más de mil personas permanecen encarceladas por salir a las calles en 2021 y los años siguientes. En Hispanoamérica hay regímenes depredadores como Venezuela o Nicaragua, pero Cuba mantiene en sus cárceles a más presos de conciencia que en el resto de la región, todos sumados. Algunos, como el joven manifestante Luis Barrios, han sido asesinados en prisión debido a las condiciones inhumanas; muchos de ellos sufren torturas, como el líder opositor José Daniel Ferrer, y otros están en peligro de muerte, como el periodista Carlos Michael Morales, que hoy cumple veintidós días en huelga de hambre y se encuentra en estado crítico.

 

Sin embargo, ni siquiera ante estos flagrantes crímenes de lesa humanidad, la Unión Europea ha cortado los cientos de millones de euros que envía anualmente al régimen cubano a través del Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación. Años atrás, y a pesar de la resistencia de algunas exrepúblicas comunistas, España había validado el proceso de cambio-fraude con el que Raúl Castro trató de engañar a la comunidad internacional. Se habló de reformas. Palabras como ‘aperturismo’ o ‘transformación’ aparecieron en la opinión pública española. En 2016, el Gobierno español impulsó un nuevo marco para las relaciones con entre Cuba y la Unión Europea, el PDCA. Este acuerdo eliminaba la antigua Posición Común, desechando el reconocimiento a la disidencia y garantizando nuevos beneficios a la financiación de la dictadura. ¿El resultado? El régimen ha gozado desde entonces de impunidad casi absoluta por sus crímenes y los euros de los impuestos de los ciudadanos europeos son empleados en la represión contra los ciudadanos cubanos (algunos de ellos también son españoles) o se pierden en la corrupción de los Castro y los generales que gobiernan Cuba.

Mientras tanto, Cuba está en crisis. La peor de la historia del comunismo en la isla. La falta de libertades ha llevado al país al borde del Estado fallido. El régimen impone por diseño la miseria generalizada para mantener al pueblo sometido. En adición, la corrupción y la ineptitud de la familia Castro y el resto de los militares en el poder han provocado que el Estado hoy sea incapaz de gestionar los servicios básicos. El sistema está colapsando. La mayoría de las familias cubanas solo tienen unas horas de electricidad al día y agua corriente, una vez cada varios días. No hay medicinas y los hospitales están en ruinas, y las muertes y la criminalidad se han disparado. Al tiempo, la ínfima clase social dirigente vive como capitalistas y disfruta lujos. Cuba es el mayor deudor de España en términos de volumen de deuda. Se beneficia de cientos de millones de euros a través de programas de cooperación. Pero ni uno solo de esos euros se convierte en beneficios para el pueblo cubano.

Este dinero no es lo único que ha pagado el mundo por el comunismo en Cuba: la estabilidad democrática, la paz y la seguridad de América y Europa también se han visto afectadas. Haber tolerado al régimen cubano por tantas décadas costó el colapso de la democracia en Nicaragua y Venezuela, país, este último, donde la contrainteligencia militar aún es controlada por los dictadores cubanos.

Por si fuera poco, el Partido Comunista de Cuba es el mejor aliado trasatlántico del invasor de Europa. La actualización y fortalecimiento del acuerdo estratégico militar entre Rusia y Cuba se profundizó desde el inicio de la guerra. Al menos 3.000 cubanos se encuentran en el frente de Ucrania, peleando en el Ejército ruso. En diciembre de 2021, Rusia amenazó con repetir la ‘crisis de los misiles’ en Cuba y el mes pasado envió buques de guerra y submarinos de propulsión nuclear a visitar la isla, en medio de las tensiones con Europa y los Estados Unidos.

Pero a pesar del hambre, la represión, el éxodo y los barcos rusos, el pueblo cubano continúa rebelándose contra la opresión. Las protestas se multiplican por todo el territorio nacional. Nosotros, los cubanos, sabemos que para salir de la crisis tenemos que salir de la dictadura. Estamos preparados, la gran mayoría de las organizaciones cívicas y la oposición en la isla y el exilio estamos comprometidos con un Acuerdo por la Democracia que contiene los pasos fundamentales del proceso de transición al que aspiramos. Nuestro movimiento, Cuba Decide, es una iniciativa nacional y global que provee un camino para hacer ese inicio de la transición viable. Se trata de la realización de un plebiscito vinculante para poder cambiar el sistema y devolver a los cuidamos cubanos el poder de decisión por primera vez en más de 65 años. Los cubanos estamos listos, tenemos el coraje y tenemos un plan, uno que incluye responder a la difícil situación económica y social que legará el castrismo.

Sabemos que las dictaduras solo responden a la presión, y la estamos ejerciendo por todas las vías pacificas a nuestro alcance. Al mismo tiempo, para lograr que los dictadores tengan que someterse a la voluntad soberana de la ciudadanía y se vayan, es necesario el apoyo internacional. Las democracias occidentales deben estar dispuestas a afectar los intereses del grupo en el poder en Cuba y presionar en la dirección del cambio democrático. Así como lo hicieron para terminar con el ‘apartheid’ en Suráfrica hace más de treinta años, hoy toca ponerse de parte del pueblo cubano para derribar el Muro de Berlín de Hispanoamérica que es la dictadura de La Habana.

Hay un país cuyos vínculos históricos, culturales y económicos le sitúan en una posición de mayor responsabilidad: España. El pueblo cubano lleva tres años gritando «patria y vida» contra un régimen en el que disentir puede ser morir. Y ese grito no ha encontrado respuesta por parte de la comunidad internacional. Los cubanos rompimos las cadenas del miedo, pero el Gobierno de España no ha roto el silencio cómplice con una dictadura criminal. No puede pasar un día más para que, siguiendo la solicitud reiterada por el Parlamento Europeo, el Gobierno solicite la activación de la cláusula de derechos humanos y la suspensión de un acuerdo que sólo beneficia a los criminales.

España, Cuba te espera.


Rosa María Payá es fundadora de Cuba Decide

Artículo publicado en el diario ABC de España

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