El reconocido prestigio de los magistrados ha sido suplantado por la debida obediencia. Los Poderes andan revueltos. El Supremo es ahora el Constitucional. Lo que fue justo ahora no lo es
Los partidos gobernantes (PSOE/PP), antes y ahora, han escamoteado al Poder Judicial su independencia. Eso de que ellos mismos elijan a sus pares tiene el peligro de darles excesiva libertad. Jueces libremente elegidos podrían poner en riesgo la continuidad del Ejecutivo y el Legislativo si destaparan sus miserias. Ni con las mayorías absolutas de Aznar (2000/2004) ni la de Rajoy (2012/2016) su PP tuvo el arrojo de darle a los jueces la posibilidad de elegir a sus colegas. El resultado de esta práctica insana se ha desvelado en estos días. El Constitucional progresista corrige al Supremo conservador en las sentencias firmes contra los socialistas andaluces de los ERE. Los condenados van saliendo libres. Ahora podrían pedir indemnizaciones por sus años a la sombra.
Pero los jueces no se van de rositas. Las diversas asociaciones funcionan como una correa de transmisión de los intereses partidistas en el poder. Eso, pese a que un 42% de los jueces no está afiliados a ninguno de esos grupos. Pero el CGPJ refleja los militantes de las minoritarias asociaciones, vinculadas al PSOE y PP: Jueces por la democracia y Profesional de la magistratura, respectivamente. La transversalidad de los partidos gobernantes es una fuerza telúrica que ocupa los tres poderes.
Ahora, los condenados van por la calle como inocentes pájaros de verano. En política la casualidad no existe. Todo sucede con una finalidad. La actuación sin demoras del Constitucional sobre aquel «Fondo de reptiles», es una advertencia a lo que sucederá con la Ley de Amnistía para aquellos jueces remisos a aplicarla. España es una telecomedia, una película donde «Los ladrones van a la oficina» o «Los santos inocentes» fueron un reflejo de la realidad picaresca de siempre.
La vuelta de tuerca está en el Tribunal Constitucional, convertido en cazadores de todo lo que allí puedan interpretar como ley suprema fiel a la carta magna. El equilibrio, el consenso objetivo del espíritu de la ley, está roto. Si cae todo el tercer Poder, se abrirá la caja de los truenos.
Carlos Pérez-Ariza es doctor en Periodismo por la Universidad de Málaga.
Artículo publicado en el diario La Razón de España
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