La edición del hoy, domingo 7 de julio de 2024, del Papel Literario de El Nacional dará mucho de qué hablar, lo sé. Preparando mi modesta colaboración para dicha entrega, recordé a János Kornai (1928-2021) y el “socialismo gúlash”.
Inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, al camarada Kornai le encomendaron planificar de arriba a abajo la economía de un país socialista: Hungría. Se trataba, por cierto, igual que la Venezuela actual, de una nación sumamente renuente a ser socialista.
János Kornai estudió nada menos que en la Universidad de Economía “Karl Marx”, de Budapest. Ya en aquellos primeros años cincuenta, antes de la insurrección general de 1956, aplastada brutalmente por los tanques soviéticos, una fracción «revisionista» de la dirigencia comunista húngara, notoriamente encabezada por Imre Nagy, se planteó introducir reformas en el modelo soviético que se les había impuesto y que ellos encontraban poco viable.
Fue por entonces que Kornai, haciendo equipo con otro brillante economista, Tamás Liptak, estudioso también orientado hacia las matemáticas, se puso a desarrollar modelos matemáticos aplicados a la macroplanificación. Los motivos de Kornai y Liptak no necesitan elaborarse demasiado a estas alturas: allá por 1951 ambos eran marxistas, deterministas, pavlovianos, antiimperialistas no prosoviéticos, simpatizaban con el mariscal Tito, creían en el método empírico experimental, en el álgebra lineal y en la validez de repetir experiencias controladas en laboratorio.
Tamás Liptak ( Budapeŝt, 1930- 1998) merece un largo aparte: hace mucho más de un cuarto de siglo publicó, simultáneamente en Nueva York y Budapest, un libro extraordinario, del cual sé que hay traducción española, pero no sabría dar razón de la editorial: The Socialist System: The Political Economy of Communism (Princeton University Press and Oxford University Press, 1992).
¿Quién pagó las cuentas del comunismo gúlash? es otro trabajo suyo, incluido en una serie que publicó la Universidad de Columbia en 2000, sobre la evolución de la economía húngara ¡desde 1848 hasta 1988! En él, Liptak aborda, siempre con gélida econometría, el tema del «otro» imperialismo: el soviético.
Podría pensarse que Liptak haya sido otro exmarxista converso al dogma liberal puro y duro —ha pasado muchas veces, y no sólo en Europa del Este—, pero no es así: conservó hasta su muerte la solidaridad social como norte de su labor teórica y nunca creyó en los mercados «autorregulados».
Volvamos a los modelos matemáticos con que Kornai y Liptak afrontaron los problemas de la planificación húngara. Fueron muchísimo más lejos que las insulsas trivialidades que escribiera Oskar Lange (1904 – 1965) y que en los setenta y ochenta del siglo pasado se reciclaban, como si fuesen la gran vaina, en la Escuela de Economía de la Universidad Central de Venezuela.
Para comenzar, Kornai y Liptak elaboraron un complejísimo esquema que llamaron de «planificación de dos niveles» y, a partir de él, intentaron echar adelante en el terreno de la producción y distribución de bienes. Aquel fue, en rigor, el primer intento de planificación de una economía de gran escala que se quiso por completo alejado del voluntarismo característico de los planes quinquenales soviéticos, tan titánicos como infructuosos.
Lo más sustantivo que puede decirse de aquel esfuerzo es que los húngaros le echaron, como suele decirse, un camión de bolas. Y que fracasaron en toda la línea. Aquel fracaso contribuyó en gran medida al creciente descontento de la clase obrera húngara que avivó la insurrección antisoviética de 1956.
La probidad intelectual de Kornai se deja ver en el trabajo que recogía la evaluación de su propia experiencia. Publicado en Budapest en 1953, se llamó Sobreplanificación y atrajo enseguida la atención académica de Occidente. Y la inextinguible animosidad de los jerarcas del partido.
Kornai hubiera podido «maquillar» sus resultados, pero no lo hizo. Sobreplanificación es la declaración de su desencanto, no emocional, sino estrictamente cognitivo con la viabilidad del socialismo en términos meramente económicos. En 1958 le quitaron el pasaporte; no pudo dejar Hungría sino hasta 1967. Pero había hallado el tema de su vida.
A fines de los ochenta, cuando todavía en el Este europeo se debatía la posibilidad de «dotar al socialismo real de un rostro humano» —como rezaba la consabida fórmula puesta en boga por la “Primavera de Praga”, en 1968, —, Kornai escribió un ensayo que Octavio Paz hizo publicar en la desaparecida revista Vuelta. Se llama «¿Es reformable el socialismo?» y en él se despliegan tres o cuatro descorazonadores conclusiones de orden estructural: afirma Kornai, y lo demuestra a partir de su experiencia, que cada intento de «liberalizar el socialismo» conduce tortuosa e indefectiblemente a la aparición espontánea de sofisticadas formas capitalistas de producción e intercambio.
Indefectiblemente, señoras y señoras, y ahí no valen Ramiro Valdés ni Raúl Castro. En Cuba lo sabe hasta Díaz-Canel, quien como dicen los cubanos, es “más tapado que una lata de Spam”.
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