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Devuélvame el apartamento

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Foto Semana

En 1998, Hugo vino a Mérida, me visitó en la Televisora y me invitó a tomarme un café en la esquina caliente, porque le urgía conversar conmigo. Una vez instalados en una de las mesas que había en el cafetín de José, me dice: ¿todavía tienes desocupado el apartamento de Santa Elena? Le respondo que sí. ¡Qué bueno!, exclama, necesito el favor más grande de mi vida. Requiero que me alquiles el apartamento porque mis hijos van a estudiar en la ULA, y necesito que tengan donde vivir, además posiblemente el próximo año me den cambio para Mérida. Le respondo: No me puedo negar ante lo que me estás diciendo, con el mayor cariño, dame los datos, sácale ahí en el dispensario Monseñor Chacón, una copia a tu cédula allí al frente, yo redacto el documento de arrendamiento por un año prorrogable, sin depósito y un mes adelantado. Magnífico aquí tienes el mes adelantado y haces el documento con fecha de hoy. Le dije: muy bien al terminar de elaborar el contrato te llamo para que lo firmemos. Al día siguiente nos encontramos en el mismo lugar y llegó con sus tres hijos adolescentes, un varón que le decía Huguito y dos hembras a las que llamaba Virginia y   Gabriela. Le entregué las llaves y les pedí que me acompañaran para dejar constancia de las condiciones en las que recibían el apartamento sin ningún tipo de detalles y totalmente amueblado. Se quedaron maravillados. Transcurrió el año y el cumplimiento fue inobjetable, por lo tanto, operó la tácita reconducción por un período igual. Allí comenzaron los inconvenientes, retraso en el pago de la mensualidad, queja de los vecinos por ruidos molestos, exceso de bonches, discusiones de los invitados ebrios, irrespeto a las personas mayores, y lo peor de todo, me enteré que se comportaban como si nunca hubieran vivido en una comunidad, a tal punto que le estaban produciendo daños terribles a la infraestructura del inmueble. Fueron varios los viajes que perdí buscando a Hugo, hasta que al fin lo ubiqué y le reclamé que no era posible que después que le había hecho tremendo favor, se comportara de esa manera, que le exigía que me cancelara los meses que tenía de mora y que procediera a realizar los trabajos de recuperación de los baños, las paredes, los pisos, los cristales de las ventanas, las lámparas, el puesto de estacionamiento que se lo había alquilado a un desconocido, pues el apartamento tenía 2 puestos. Me respondió que él no tenía como cancelarme ni tampoco hacer las reparaciones al apartamento y que si yo quería lo demandara. Al siguiente día redacté el escrito lo consigné en el tribunal competente y en el lapso legal el juez dio respuesta argumentando que tenía instrucciones del Ministerio Público de no darle curso a ninguna contención que solicitara el desalojo de una vivienda en alquiler y que la recomendación que me hacía era que convenciera al tipo para que por las buenas desocupara el apartamento, ya que lamentablemente ahora la gente se metía en una propiedad y pretendía permanecer allí hasta que se muriera. De nuevo fui a conversar con Hugo, le hice ver que lo que él estaba haciendo era muy mal hecho, una c… m…… pues, me dijo: Aquí me quedo hasta que me dé la gana y si usted quiere, venga y me saca. Pensé, este hijo de madre se va a quedar con el apartamento, incluso cavilé ¿será que busco un sicario?, pero recapacité, y si lo capturan me voy a desgraciar la vida. Quise hacer el último intento, lo entrompé decidido a todo y en vez de escucharme me dijo: ya no estoy en el apartamento, se lo alquilé a mi mejor amigo que es igual que si fuera yo, le pregunté quién es él, pues Nicolás, a lo mejor lo conoces, creo que te puede ir mejor que conmigo, y se lanzó tremenda carcajada.

Me costó mucho tiempo ubicar al tal Nicolás, pues nadie lo conocía. Le monté cacería durante tres días en el pasillo del apartamento, hasta que llegó y le hice un recuento de toda la tragedia que me había tocado vivir y me respondió con mucha prepotencia,  no tengo nada que conversar con usted, acaso usted firmó algún contrato conmigo, a mí no me consta que ese apartamento sea suyo, y para que se prepare le informo que Hugo una semana antes de morirse me regaló ese apartamento. Pensé: Este Nicolás salió peor que Hugo, cada vez que le planteo el asunto, me amenaza con unos tales colectivos, con agentes de seguridad, y hasta con los militares. Hoy de nuevo pude hablarle y me dijo: Por última vez le digo, a usted no le voy a permitir que haga ningún reclamo, si usted quiere designe a alguien y si a mí me parece conversaré con él o con ella. De lo contrario no se aparezca por aquí antes del 2032. Le digo a Nicolás, que ese apartamento llamado Venezuela no es suyo, como tampoco lo fue de Hugo, estoy dispuesto a perdonarle el pago de los alquileres pendientes, asumir las reparaciones que hay que hacerle al apartamento y al mobiliario, pues, soy consciente de que lo está dejando casi destruido, y si necesita que le auxilie con la mudanza, le busco el camión cava y los obreros que le ayuden. Lamentablemente, quien ya falleció se encargó de inocularle a gran parte de la población el aguijón del odio. Y los de un lado se empeñan en que Nicolás se quede en el apartamento hasta que se muera, pero del otro hay quienes no aceptan que negocie con él, se empeñan en que tengo que obligarlo a que cancele hasta el último centavo de la deuda y que repare en su totalidad todo el daño que le ha hecho al apartamento y su mobiliario y de ser posible que lo lleve a la cárcel. La verdad es que en este país nos enseñaron a no odiar a nadie, a ser más bien generosos y solidarios; y lo que necesito junto al resto de la familia es que nos devuelva el apartamento, que entre todos estamos seguros podemos reconstruirlo, y dejarlo mejor de cuando Hugo lo recibió, incluso hacerle una ampliación gigantesca, que permita que allí vivamos todos, los que aquí estamos y los que regresarán. Si lo que quieres es venganza y no justicia, en nada ayudarás a la recuperación del apartamento. Nos robaron todo, nos quitaron todo, ahora pretenden dejarnos sin ningún derecho, por eso es que cuando llegue el momento lo primero que haremos será devolver la libertad y la propiedad. Para que más nunca los venezolanos volvamos a ser infelices.

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