El viento corre rápido por la velocidad de la bicicleta. Desde un joven rubio y con casco azul hasta un señor mayor canoso y vistiendo un frac van a sus actividades diarias sobre dos ruedas. Muchos ciclistas despeinados pedalean por las calles de Pescara, en el centro de Italia. Mientras, en los edificios bajos, grises y antiguos, característicos de esta región de los Abruzos, probablemente los residentes estén viendo su programa favorito L’ereditá en el canal Rai 1.
La zona más amplia para andar en bicicleta es la costa conocida como el Lungomare, que tiene una extensión de 10 kilómetros. Sin embargo, también cuenta con una acera más ancha para los residentes y turistas que quieren disfrutar de una gran cantidad de restaurantes y bares, además de vendedores ambulantes y artesanos. Una recta infinita para caminar con las playas a un lado y la ciudad en el otro, es la imagen perfecta para el visitante.
En verano, los turistas se aproximan a la costa para sumergirse en las playas cálidas. Es un mar con muy poca profundidad que apenas llega a las rodillas, una característica típica del Adriático.
A lo largo del Lungomare, hay escuelas de velerismo y de otros deportes acuáticos por lo que el paisaje se compone de un cielo azul, arena blanca y barcos navegando. El artista Pietro Cascella quiso representar la tradición marinera que ha existido en Pescara en un monumento que sobresale durante la caminata por la costa. Se trata de la obra La Nave, compuesta de mármol y rodeado de una fuente de agua, hace alusión a un barco de remos en un estilo abstracto y geométrico. Existen otras interpretaciones de la escultura que aluden al sufrimiento que pudieron haber vivido los prisioneros italianos encerrados en la fortaleza borbónica y empleados como remeros en barcos españoles hasta 1859.
Un poco más adelante se vislumbra una empinada subida con una excelente panorámica de la ciudad y al gran río Pescara que la divide. Destaca la más reciente obra arquitectónica moderna de la urbe, conocida como el Ponte del Mare, con su atrevida curva en forma de U.
Pescara por ser costera se relaciona con la pesca y los marineros, pero también es la cuna de artistas de las letras como el periodista y guionista, Ennio Flaiano, autor del libro Tiempo di Uccidere, en el que relata su paso por Etiopía. Además vio nacer al poeta y novelista Gabriele D’Annunzio, a quien el gobierno le restauró su hogar después de su muerte, y ahora está abierto al público.
Más allá. El barco de Di Cascella es la puerta de entrada a la Piazza Salotto que está justo al cruzar la calle. Allí se encuentran desde tiendas italianas, como Accesorize y Yamamay, hasta internacionales, como Tiger y Bershka.
Asimismo, la Piazza Salotto es el escenario para eventos culturales más importantes. En la actualidad, se realizan las audiciones para participar en el concurso The X Factor y todos los diciembres se celebra el año nuevo con un gran concierto en el que participan artistas italianos destacados.
Pizza e gelato. Luego de andar en bicicleta y recorrer toda la plaza llega la hora de recargar energías. Como se trata de Italia, la pasta y la pizza son la regla, y en esta ciudad, las mejores están en el restaurante Da Nino. Todas las noches el local está lleno de amantes de la comida italiana lo que se ve reflejado con sus cinco grandes estrellas de Trip Advisor por cinco años consecutivos.
Al ser una zona costera, uno de los platos típicos es el bacalao a la parrilla con pepperoni el cual se puede encontrar en cualquier tasca.
Para el postre nada mejor que un gelato. Los helados en Italia son más cremosos y frescos. El secreto consiste en que en vez de agregarles leche completa, se utiliza leche desnatada baja en azúcar para controlar el dulzor. A veces contienen yema de huevo para estabilizar los sabores.
Bar Napoli es la heladería más cotizada y está abierta las 24 horas del día. Los precios van entre 1 y 3 euros, dependiendo de la cantidad. Los sabores más recomendados son straciatella, limone, yogurt, fragola (fresa), y kinder (de la marca de chocolate).
RECUADRO
Fuera del radar
En Pescara existe una comunidad numerosa de haitianos. Viven de vender accesorios en un mercado al lado de la estación central. Bajo unos toldos azules acogen carteras de imitación de importante casas de moda. También se consiguen pantalones, camisas, suéteres, correas y lentes. A pesar de que es ilegal vender este tipo de artículos, el mercado se ha mantenido a lo largo de los años.
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