Desde que debutó en los circuitos artísticos, a principios del siglo XX, la obra del austríaco Egon Schiele siempre ha sido objeto de discusión. Sus pinturas se caracterizan por mostrar desnudos, que muchos censuraron y tildaron de pornografía. A principios de 2018, para celebrar los cien años de su muerte, el gobierno austríaco organizó una serie de actividades sobre su obra, que países como Alemania y Gran Bretaña se negaron a incorporar, lo que puso nuevamente sobre la mesa dónde están los límites entre el arte y la obscenidad.
Pronto, el Met de Nueva York incluirá algunos de sus desnudos en la muestra Obsession: nudes by Klimt, Schiele, and Picasso from the Scofield Thayer Collection (desde el 3 de julio al 7 de octubre). Anticipando las críticas que traerá la inclusión de 50 trabajos de Schiele en la exposición, la institución estudia cómo abordar las denuncias sobre el trato del artista con las mujeres dentro y fuera de sus obras, estrategias que con el clima que hoy en día se vive, pueden o no lapidar el éxito de la exposición.
Cabe recordar que el pintor austríaco, y discípulo de Gustav Klimt, fue arrestado en 1912 cuando tenía 21 años de edad, acusado de secuestro y violación de una niña de 13 años. Si bien fue liberado luego de 24 días tras las rejas, se le declaró culpable de “inmoralidad”, puesto que expuso a la joven a las pinturas eróticas en su estudio.
De momento, el Met ha dicho que “tendrá que revisar los carteles y textos de las obras”, lo que podría traducirse en una advertencia bajo cada obra de Schiele que pueda ofender a la crítica conservadora.
Situaciones similares se han vivido últimamente en el mundo del arte por obras pasadas que nos ofenden en la actualidad, como Teresa soñando, en el mismo Met, e Hilas y las ninfas, en la Galería de arte de Manchester.
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