La semana pasada el candidato presidencial oficialista estuvo en Mérida y El Vigía. Tenía razón Nicolás Maduro de advertir a la alcaldesa de Caracas que no se podía aceptar que se arreglara o pusiera bonito determinado lugar, solo porque por allí era por donde pasaría la Reina…, es decir, él. Presumo que ese mensaje no era solamente para la Almiranta, sino para los funcionarios de todo el país. Pero, en el caso de Mérida, da la impresión de que ni se enteraron del contenido de ese mensaje, porque ciertamente los viandantes dan cuenta de que las vías que fueron desmalezadas, incluso hasta altas horas de la noche, sin señales de advertencia, poniendo en peligro la vida de los trabajadores y de quienes se desplazaban en sus autos o motos, el relleno de huecos con asfalto y una rana cuando llovía sobre la ciudad, a tal punto que una pasante hizo la observación de que el agua se llevaría el asfalto y eso era una pérdida de dinero y de horas hombre; lo importante era que la Reina por donde pasara no viera el desastre de ciudad que tenemos con vías llenas de huecos en todas partes, con semáforos fuera de servicio, con centros de salud colapsados, con déficit de energía eléctrica y en algunos sectores con pésimo servicio de agua. De acuerdo con los anuncios efectuados por el candidato a la reelección, da la impresión de que se le olvidó que ejerce la presidencia desde hace 12 años, que antes fue vicepresidente, canciller, presidente de la Asamblea Nacional y por lo tanto es responsable directo del mal trato de que ha sido víctima Mérida y los merideños durante por lo menos 20 años. El colmo del cinismo fue cuando felicitó a los merideños por no rendirse en medio de las dificultades, sanciones y bloqueo. Hizo alarde de la recuperación de las instalaciones universitarias de la ULA, con la pintura y mejoramiento de sus fachadas.
Hay que decirle a este candidato-presidente que el problema de nuestra universidad no es solo de pintura y fachadas, sino que es de fondo, la ULA tiene 12 años estrangulada presupuestariamente, imposible la adquisición de revistas científicas, mucho menos de equipos, materiales, insumos para laboratorios y todo lo demás que requiere una Universidad para funcionar a plenitud. Ni hablemos de los sueldos y salarios de los profesores y del resto del personal que presta sus servicios a nuestra alma mater, o de la pérdida de los beneficios que recibían los estudiantes, comenzando por el pasaje preferencial estudiantil. Da pena referirnos a las condiciones en que se encuentran los jubilados. Ojalá y hubiese visitado por lo menos 3 casas en la urbanización Santa María, para que hubiera comprobado cómo hoy viven quienes le entregaron sus años más productivos a la formación de varias generaciones, seguramente muchos de ellos ocupan u ocuparon cargos desde hace 24 años en el alto gobierno y nadie puede dudar que han sido los egresados más desagradecidos y malucos con la ULA.
Como consecuencia de todo ello, la economía de la ciudad está paralizada y la deserción estudiantil y del personal a todos los niveles es igual a la diáspora. Está bien que nunca hubiese ido al sistema teleférico de Mérida, pero es inaceptable que haya dicho que el teleférico es un regalo de él para Mérida. No, el regalo lo recibieron los agentes del gobierno de manos de los contratistas más poderosos económicamente a quienes obligaron a conformar consorcios, además de que les ordenaron elevar considerablemente las ofertas, para la remodelación del sistema teleférico, construido por Marcos Pérez Jiménez e inaugurado por Rómulo Betancourt. Ciertamente este régimen lo remodeló después de que estuvo varios años paralizado. Pero no le mencionaron a Nico que gastaron miles de dólares en la adquisición de unos sacos geotérmicos para colocarlos en la corona para salvar un glaciar que ya desapareció y cuya colocación, según los expertos, atenta contra la salud del ecosistema y de cada uno de quienes habitamos la ciudad y las generaciones por venir.
Le faltó decir que como están impermeabilizando la catedral, todos los católicos tienen que votar por él. La situación del HULA es cada día más crítica, a pesar de los esfuerzos que hace la Dra. Nellys Molina, pero el problema es la carencia de presupuesto y las políticas equivocadas de este gobierno. No existen sanciones, ni bloqueo para importar centenares de autos lujosos, pero dirán que el principal hospital de Mérida, que atiende y recibe pacientes de gran parte del occidente del país, no tiene los equipos para suministrar radioterapia a los pacientes oncológicos por el bloqueo.
Pero aquí no paran las mentiras, ofreció la adquisición de paneles solares para darle a Mérida 200 megavatios; por cierto, cuando hizo el anuncio nadie aplaudió, porque todos saben que son puros embustes, pero el mismo ofrecimiento hizo en El Vigía; nadie le alertó que antes de ofrecer la solución al desastre eléctrico, primero debería investigarse qué pasó con los miles de dólares que se gastaron del Fondo Chino para la construcción de la subestación Don Luis Zambrano en la capital del municipio Alberto Adriani, pues los responsables de esa malversación deben ser llevados a los tribunales competentes, creo que no ha funcionado ni un solo día.
Es increíble que el gobernador de Mérida haya tenido que esperar que el presidente candidato viniera a El Vigía para solicitarle los recursos para el reasfaltado de la carretera panamericana desde El Vigía hasta Arapuey, pues ese tramo está destruido desde que él fuera protector. Y por último, después de dos años es que le ponen seriedad a la problemática de Onia. Por cierto, valdría la pena investigar por qué los trabajos que se venían realizando allí fueron cobrados por una empresa fantasma, y a la que sí trabajó, ¿no le pagarán?
Al final, tenemos que concluir que a Nicolás Maduro le ocultan absolutamente todo, desde los mítines transportados, las obras no construidas pero totalmente canceladas, la adquisición de materiales y equipos innecesarios, como se encuentra cada pueblo y muchísimo más. Es posible que usted diga esos son montos bajos, y tiene razón; pero lo inconcebible es que no se haya percatado de que, en sus narices, y quién sabe si con su complicidad, un nativo de El Vigía le robó a la nación 23.000 millones de dólares. ¿Será para eso que busca la reelección?
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