La libertad es la base de la sociedad democrática. Los sistemas políticos se dividen fundamentalmente entre aquellos que tienen como premisa la libertad plena del individuo, que son los democráticos, y aquellos que tienen como fundamento la sujeción del individuo al Estado, que son los totalitarios. Los comunistas, Lenin, Stalin y Mao, y por los regímenes hijos de este comunismo, los socialistas- el nacional-socialismo (nazismo) y el fascismo, le han dado una importancia fundamental a que las instituciones de la educación y la cultura estén bajo el poder del Estado. Todos los sistemas políticos, tanto los democráticos, como los totalitarios, tienen como base las instituciones sociales dedicadas a la concepción y propagación de las ideas, la educación, la cultura, los medios de comunicación, por eso, todos los pensadores sobre la sociedad y su gobierno hacen hincapié en el rol que esas instituciones tienen en la defensa de ellos. Me referiré esta vez particularmente a las ideas de los principales pensadores liberales al respecto.
Ludwig von Mises, cuyas ideas sobre la libertad económica y el liberalismo clásico han influido profundamente en el pensamiento económico y político contemporáneo, defendía la importancia de la libertad individual y el mercado libre, argumentando que son fundamentales para el desarrollo de una sociedad próspera y civilizada. Según Mises, la libertad económica es esencial para permitir que los individuos elijan cómo desean integrarse en la sociedad y configurar sus vidas de acuerdo con sus propios planes. En su visión, cualquier intervención del Estado que restrinja esta libertad es contraproducente y conduce a resultados menos deseables que aquellos que se obtendrían en un mercado sin restricciones. Su análisis demostró que los sistemas socialistas, al carecer de un mecanismo de precios funcionales, están condenados a la ineficiencia y al empobrecimiento. Además, Mises enfatizaba que la propiedad privada es un pilar de la libertad y la civilización, y que su protección es esencial para el progreso cultural y económico.
Friedrich A. Hayek defendió con vehemencia la libertad individual como un pilar fundamental de una sociedad próspera y justa. En su obra Camino de servidumbre, Hayek argumenta que la planificación centralizada y el control estatal excesivo en la economía son perjudiciales para la libertad individual, llevando a la sociedad hacia el totalitarismo. Según Hayek, la libertad no solo implica la ausencia de coacción por parte de otros, sino también la presencia de un marco legal que garantice esa libertad y permita a los individuos actuar según su propio juicio y preferencias. La responsabilidad personal es, por tanto, un complemento esencial de la libertad, ya que, sin la capacidad de asumir las consecuencias de nuestras acciones, la libertad se convierte en licencia y pierde su valor en la estructura social. Hayek enfatizó que la verdadera libertad requiere de un conocimiento sobre cómo actuar frente a los desafíos presentados por la sociedad y una responsabilidad consciente por parte de los individuos. Esta visión de la libertad y la responsabilidad sigue siendo relevante hoy en día, ya que plantea preguntas fundamentales sobre el papel del gobierno y el individuo en la creación y mantenimiento de una sociedad libre. La defensa de la libertad según Hayek es una invitación a reflexionar sobre la importancia de preservar y fomentar las libertades individuales en un mundo cada vez más interconectado y complejo.
Los intelectuales, en este contexto, deben esforzarse por comprender y comunicar la importancia de mantener un marco donde la libertad individual sea respetada y promovida, reconociendo que la coacción y el control centralizado conducen a la pérdida de libertades civiles y, eventualmente, al totalitarismo. Por tanto, el rol del intelectual es vital para salvaguardar la libertad, educando y alertando a la sociedad sobre los peligros del autoritarismo y la importancia de un sistema que respete la autonomía personal y fomente la responsabilidad individual.
La educación, en este sentido, es vista como un medio para desarrollar la responsabilidad personal y la capacidad de tomar decisiones informadas. Hayek enfatiza que la libertad plena requiere no solo de conocimiento, sino también de una responsabilidad sólida por parte de los individuos. Esto implica que la libertad va de la mano con la responsabilidad, y que las razones a favor de la libertad solo se aplican a aquellos que pueden ser considerados responsables de sus acciones.
Además, Hayek señala que la educación es fundamental para el mantenimiento de un Estado libre, ya que permite a los ciudadanos entender y valorar los principios de la libertad y la democracia. La educación también sirve como un contrapeso al poder gubernamental, al fomentar un espíritu crítico y una ciudadanía activa que puede cuestionar y limitar la intervención del estado en la vida de los individuos.
En resumen, para Hayek, la educación es indispensable en la defensa de la libertad, ya que equipa a los individuos con las herramientas intelectuales y morales necesarias para ejercer su libertad de manera efectiva y responsable. Este enfoque destaca la interdependencia entre libertad, conocimiento y responsabilidad, y subraya la importancia de una educación que promueva el pensamiento crítico y la comprensión de los valores liberales.
Karl Popper consideraba las ideas como el motor de la libertad en la sociedad. En su obra La sociedad abierta y sus enemigos, Popper argumenta que las sociedades cerradas, como las totalitarias, se basan en la certeza absoluta y la intolerancia a la crítica, lo que conduce a la opresión de la libertad individual y colectiva. Por el contrario, en una sociedad abierta, las ideas fluyen libremente y se someten a escrutinio y debate, lo que permite el progreso y la mejora continua. Según Popper, la libertad no solo es un fin en sí mismo, sino también un medio esencial para lograr seguridad y progreso en la sociedad.
Popper sostiene que las sociedades abiertas, donde la libertad de expresión y el pensamiento crítico son valorados, son esenciales para el avance científico y la mejora de las condiciones humanas. Según Popper, el historicismo y las ideologías totalitarias, que pretenden predecir y controlar el curso de la historia, son enemigos de esta libertad. Él creía que tales sistemas restringen el pensamiento individual y, por lo tanto, inhiben la innovación y la corrección de errores, que son cruciales para el crecimiento intelectual y social. Además, Popper introdujo el concepto de falsacionismo en su libro La lógica de la investigación científica, argumentando que las teorías científicas deben ser siempre susceptibles de ser refutadas, lo que promueve una constante búsqueda de la verdad y evita la complacencia intelectual. Esta apertura al cambio y la mejora continua, facilitada por la libertad, es lo que Popper consideraba esencial para el progreso de la sociedad.
Estas ideas de los pensadores liberales se me vinieron a la cabeza respecto al debate sobre la reforma a la educación en discusión ahora en el Senado. Todos los gobernantes socialistas están atentos a este rol de la educación y las instituciones culturales en la supervivencia de los regímenes democráticos, por eso la atacan y buscan la hegemonía cultural que impida la inculcación de los valores democráticos en la población desde la infancia, sin ellos no hay libertad, que es obviamente el objetivo de los regímenes totalitarios para logar su supervivencia.
De allí que el socialismo busque que el Estado monopolice la educación, para poder imponer la hegemonía de las ideas socialistas, Gramsci planteó esta estrategia en los años veinte del siglo pasado y desde los sesenta los socialistas se han empeñado en esta tarea, lamentablemente los liberales no han dado la pelea y por eso hay un dominio de las ideas socialistas en el mundo de la educación y la cultura. Para el socialismo del siglo XXI es indispensable que la educación y la cultura sigan bajo el monopolio estatal, pues un Estado socialista impondrá el ideal de sociedad cerrada de la que hablaba Popper. Por eso ese proyecto de ley de educación que daba al Estado el control total de la misma, tal como se ve en las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela. La ministra de Educación cometió el error político de permitir una reforma moderada de consenso, pues veía que tal como lo dijimos en el artículo anterior (https://bitlysdowssl-aws.com/opinion/una-ley-perversa/) preservaba lo esencial de una educación socialista, pero los radicales del PetroELNismo no acepta sino las versiones más duras del socialismo del siglo XXI, por eso Fecode a través de una muestra de lo que será el “poder constituyente” de Petro, a través de la violencia callejera muy probablemente haya hecho caer esa reforma, en la que los senadores de la oposición habían incluido algunas tímidas reformas que iban en el camino de una educación menos entregada al Estado. Por la puerta de atrás Petro establecerá normas a favor de una educación sesgada hacia la ideología socialista, como lo hizo con la reforma de la salud. Esto es consecuencia de la poca defensa que nuestros pensadores, políticos y líderes en general le dan a la defensa de la libertad, base de la democracia.
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