«¿Sabías que desde el bautismo, cuando somos ungidos con el santo crisma, todos somos sacerdotes, profetas y reyes? ¿Sabes qué implicaciones tiene eso en nuestras vidas? Hemos oído muchas veces que es el momento de los laicos, pero ¿qué supone eso exactamente?» Con estas preguntas arranca el último episodio de Red de Redes, el programa de catequesis para adultos de la Asociación Católica de Propagandistas que presentan los sacerdotes Patxi Bronchalo, Antonio María Domenech y Jesús Silva.
En tan solo 15 minutos y sin perder el tono desenfadado habitual del programa, Silva, Bronchalo y Domenech van desgranando un tema aparentemente tan complejo como «el sacerdocio común de los fieles». Algo que aún muchas personas desconocen y que forma parte de la realidad de todos los católicos desde el momento mismo de su bautismo.
Común para todos los bautizados
«Cuando nos bautizan, el sacerdote nos dice «y serás para siempre sacerdote, profeta y rey». Y no es una forma de hablar, sino que eso significa que todos somos sacerdotes, porque participamos del sacerdocio de Cristo, y es algo que recibimos todos los bautizados y que estamos llamados a hacerlo en nuestra vida», explica Domenech.
Para ubicarlo en su contexto, este párroco rural de Cuenca recuerda que «en el Antiguo Testamento, sacerdote era el que hablaba con Dios; profeta, el que hablaba de Dios; y el rey, tenía la connotación de aquel que sirve a Dios y a los demás, en nombre de Dios».
De hecho, como matiza Jesús Silva, el sacerdocio real de los bautizados «no es algo metafórico», sino que encuentra su sentido en el hecho de que «todos podemos hacer de todo lo diario una ofrenda a Dios: somos sacerdotes porque podemos ofrecer nuestra propia vida, con sus cosas buenas y sus cosas malas, por la salvación del mundo».
Diferencia con el sacerdocio de los curas
Pero entonces, ¿cuál es la diferencia con la visión del sacerdocio, comúnmente asociada a los curas? «La diferencia con el sacerdocio ministerial –matiza Silva– es que el nuestro es un sacerdocio secundario y derivado del sacerdocio común de los fieles, porque a través de la celebración de los sacramentos, podemos ayudar a todos los bautizados a ofrecer su vida a Dios».
De hecho, esa dimensión de servicio a los demás que suele caracterizar la vida de los sacerdotes es la que Patxi Bronchalo reclama para el resto de bautizados. «Lo que hagamos en nuestra vida –explica este sacerdote de la diócesis de Getafe–, tiene un eco de bien en la vida de otros. Así que vivir el sacerdocio común es una responsabilidad para todos los bautizados, porque todo lo podemos ofrecer para santificar el mundo y para servir a los demás».
Un libro para profundizar
De hecho, como señala Antonio María Doménech, «también los laicos, y especialmente los padres de familia con sus hijos, tienen las tres misiones del sacerdocio ministerial: santificar (a través de los sacramentos), enseñar (a través de las homilías o las catequesis) y gobernar (sirviendo en una parroquia)».
Para profundizar en esta cuestión, y como en cada capítulo de Red de Redes, Jesús Silva recomienda un libro nada menos que de san Juan Pablo II: la exhortación Christifideles laici (Los fieles laicos), un texto breve que puede ayudar a cualquier bautizado a descubrir cómo «vivir su sacerdocio real, y llevarlo a la vida cotidiana».
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