La gravedad de los acontecimientos de la última semana en torno a la Corona podría opacar el décimo aniversario de la proclamación de Felipe VI. Yo más bien creo que resalta su papel y figura. No se puede negar que cada vez es más preocupante el acoso que vive la institución. A los que adquirimos conciencia política bajo el reinado de Don Juan Carlos nos parecía imposible que se pudiera cuestionar la institución. Recuerdo un almuerzo a finales de febrero de 1996. Luis María Anson invitó a almorzar en un reservado de Zalacaín al Rey Simeón de los Búlgaros que poco después iba a regresar a su patria natal por primera vez en medio siglo. España estaba inmersa en la campaña electoral que daría la primera -y magra- victoria al Partido Popular. Anson llegó con la noticia de que Julio Iglesias iba a intervenir cantando en un acto del Partido Popular en Valencia un par de días después. Pero Luis María dijo que lo que le parecía más relevante era que en toda la campaña electoral no se había cuestionado la figura de Don Juan Carlos en ningún momento. Era rigurosamente correcto. Pero, para mí, era un comentario sorprendente. De mis treinta años de vida, había pasado bajo una Monarquía más de veinte. No me parecía una institución cuestionable. Que no se cuestionara la Monarquía me parecía lógico.
Don Felipe cumple esta próxima semana diez años en el trono. De sus 56 años de edad ha pasado bajo una Monarquía casi medio siglo. Es difícil cuestionar la probidad de su actuación en esta última década que ha sido extremadamente difícil. Pero muchos han escogido lanzar todos los ataques posibles contra el Rey en esta hora. Y lo que es más preocupante: esos ataques son apoyados por el partido del presidente del Gobierno. Algo inimaginable hace no tanto. Cuando Don Juan Carlos confesó a su círculo más íntimo su voluntad de abdicar, el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, que estaba ya en proceso de salida, decidió retrasar su abandono. ¿Por qué lo hizo? Porque como él mismo confesaría más adelante, no se fiaba de su propio partido y quería dejar el tema resuelto.
Esta década de Felipe VI ha sido ejemplar en lo que a su propia ejecución concierne salvo detalles menores que no parecen ser los que más preocupan a los socialistas navarros o baleares que niegan a la Princesa de Asturias el tratamiento de hija de adoptiva de Palma. Dicen que lo hacen porque lo han propuesto PP y Vox. Claro. ¿Y por qué no lo han sugerido ellos? O se podían haber sumado a la propuesta y sería de todos. Pero no. Estamos en laminar la Corona porque sabemos que encarna la unidad de España.
Don Juan Carlos vivió tiempos muy difíciles, pero creo que Don Felipe los vive peores. Los muchos y muy buenos libros de historia que nos narran la vida de Don Juan Carlos como Príncipe de España y como Rey nos explican la oposición que tuvo primero desde la periferia del franquismo y después desde grupos asesinos como ETA. Pero siempre contó con la indiscutible lealtad de los sucesivos gobiernos. Primero del general Franco que lo nombró heredero. Después de Arias Navarro, que en todo caso no llegó a articular una oposición antes de ser destituido. A continuación de todos los presidentes del Gobierno, desde Adolfo Suárez hasta Mariano Rajoy pasando por González, Aznar, y Rodríguez Zapatero.
Don Felipe es el primer Rey tras la restauración de 1975 que tiene un Gobierno que le pone zancadillas desde el primer día, que le pone escollos constantemente y que procura desdibujar su papel no cumpliendo ni siquiera con el mínimo que representa la visita semanal al Rey en Zarzuela. Ni la semanal ni casi ninguna. Ni siquiera para decirle el pasado 29 de mayo de 2023 que quería disolver las Cortes.
Confieso que yo creo que desde el 1 de junio de 2018 el error del Rey y su equipo ha sido no plantar cara -al menos un poco- a un presidente del Gobierno que, obviamente, quería ocupar las funciones de Don Felipe como se demostró en el Palacio Real de Madrid el 12 de octubre de 2018. Para no tener choques, Zarzuela se ha ido agachando cada vez más. Y ya sabemos que cuanto más te agachas, más se te ve el tafanario.
Después de esta década, la Corona sale herida. No por errores de Don Felipe, sino porque por primera vez tiene un Gobierno con un proceder hostil. Lo hemos visto en esta semana. Y como puede entender cualquiera, desde el Poder Ejecutivo es muy fácil volver la opinión pública contra el Poder Moderador. Y en esas estamos, con Sánchez intentando llevárselo todo por delante.
Artículo publicado en el diario El Debate de España
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