Acaba de publicarse la versión en español de un libro electrizante: Frente al poder (Collision of power en su original en inglés). Su autor, Martin Baron, relata en 548 páginas sus idas y venidas, entre 2012 y 2021, como editor del Washington Post. El período abarca al menos dos eventos capitales: la compra del legendario periódico por Jeff Bezos, dueño de Amazon y el acceso a la presidencia de Donald Trump, enemigo declarado de la prensa en general y del Post en particular. El libro como tal no tiene nada que ver con el cine, pero el Post, la prensa, el poder estatal y el propio Baron, sí. Y mucho.
El thriller político hizo furor en los setenta, años turbulentos si los hubo. En Estados Unidos ha estado más vinculado a las relaciones con la prensa que sus contrapartes del resto del mundo. Tomemos dos ejemplos, Los tres días del Cóndor, Sidney Pollack, 1975, y Todos los hombres del presidente, Alan Pakula, del mismo año. Ambos son excelentes y no han perdido un ápice de su eficacia. El primero detalla un escape en una célula de espionaje que empieza a operar fuera de la norma. El segundo relata el caso Watergate desde la óptica de los reporteros y el editor del Washington Post. El detalle es que, aún cuando la prensa no es directamente el protagonista en el primer caso, el recurso a ella como ultima barrera a franquear para llevar a la luz los desmanes del poder, siempre funciona como resorte dramático. Volvamos a Martin Baron y el Post.
El nuevo editor del Washington Post no es ningún debutante, ha pasado por Los Angeles Times, el New York Times (archirrival del Post) y le ha tocado cubrir el caso de Elian González como editor del Miami Herald. En 2001, Baron, un buen chico judío, pasa al Boston Globe donde dirige la investigación, sobre el abuso sexual de jóvenes por connotados miembros de la Iglesia y el subsiguiente intento por tapar el asunto, en la muy irlandesa y católica Boston. Le valió un merecido Pulitzer en 2003. Una película excelente llamada Spotlight (En primera plana, 2015, dirigida por Tom McCarthy) narró impecablemente el caso y se llevó el Oscar a la mejor película y mejor guion. Al llegar al Washington Post el último día de 2012, contratado por la familia Graham, dueña del periódico desde 1931, le sobran credenciales para dirigir la difícil transición de la prensa escrita a la digital. Y a los siete meses, Bezos compra el Post…
El cine ha tomado varias veces la prensa como tema. Es, que duda cabe, uno de los pilares de la democracia americana. Pero pocas veces lo ha hecho con nombre y apellido, y la excepción es el Washington Post, el verdadero protagonista de la ya mencionada Todos los hombres… y un filme deslumbrante de Steven Spielberg llamado, no casualmente, The Post. La película es una tal vez no muy involuntaria precuela del filme de Pakula. El caso Watergate se origina en la paranoia de Nixon y su frustración ante las filtraciones de la Casa Blanca y The Post, narra la filtración que detona esa furia: la de los papeles del Pentágono en 1971, una investigación de valor más académico que político sobre los desaciertos de la política americana en Indochina, y la forma descarada en la cual le habían ocultado la verdad al público. Está en Netflix, por cierto.
El valor del libro de Baron, para volver a él, es multiforme. Por un lado es la narración en primera persona de un momento clave en la casi centenaria vida de un periódico que supo saltar de su status local a ser un referente nacional en términos de opinión e investigación. Es además un obsesivo predicador de las prácticas de chequeo, verificación y celo por el detalle para garantizar una ética periodística intachable. Es, históricamente como lo demuestra la investigación de Watergate, una empresa que no teme enfrentarse al poder, y que redobla la apuesta cuando un presidente de obvio perfil autoritario proclama que el enemigo numero uno del pueblo americano es la prensa. (Suena familiar, ¿no es cierto?). Desde el punto de vista del cine el libro luce como la trama interna de un tapiz al que hemos visto exhibirse, con nombre y apellido, por lo menos en dos filmes memorables y como paradigma en tantas películas. Conviene pasearse por sus páginas y de paso, tomarlo como excusa para revisar la película de Alan Pakula y la de Steven Spielberg. La democracia muere en la oscuridad, dice el eslogan del Washington Post. El (buen) cine nace en ella.
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