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Hizo bien Milei al cerrar el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidades

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El hombre de la motosierra sigue cumpliendo sus promesas de campaña. El antiguo Ministerio de Mujeres, Género y Diversidades de Argentina finalmente será cerrado, según ha anunciado el gobierno del primer presidente liberal libertario de la historia, el economista Javier Milei. Otro tiro en el centro de la diana de la nueva izquierda.

Esta medida, que hoy atacan con histeria quienes apoyan y quienes viven de la agenda 2030 en Argentina y el mundo, sigue una línea trazada por Milei desde antes de ser presidente, cuyo propósito es reducir el tamaño del Estado y finiquitar las malas acciones de una lista de organismos absurdos, altamente politizados e ideologizantes, que no generan nada positivo para el desarrollo de la sociedad. Muy al contrario, son poderes burocráticos perniciosos, financiados por oscuros intereses.

El Ministerio de Mujeres, Género y Diversidades, además de incentivar el victimismo en las mujeres, promover a todo tren la ideología de género y el aborto, y sembrar el odio hacia el hombre, era una maquiavélica máquina de gastos injustificables e insostenibles, vergonzosos en medio de una profunda crisis socioeconómica fabricada por las tan fatídicas políticas kirchneristas y peronistas que han empujado a tantos argentinos a la pobreza.

El gobierno de Milei ha explicado que el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidades fue manipulado por la administración anterior, liderada por el izquierdista Alberto Fernández, marioneta de Cristina Fernández de Kirchner, con fines políticos y partidistas. Lo mismo vienen denunciando desde hace tiempo ciudadanos y organizaciones que no se han dejado adoctrinar por la demagogia woke que busca imponer el neosocialismo globalista del siglo XXI.

Puede que con este u otros pretextos grupos subversivos intenten perpetrar manifestaciones, no exentas de su conocida violencia, en contra de Milei y en contra del sentido común nacional. Las feministas radicales lo mismo destrozan instalaciones públicas, que viviendas, autos e iglesias, como hemos visto en otras ocasiones. No faltarán declaraciones de ministerios de similar mediocridad en otras partes del mundo. Los agitadores de la izquierdosidad se van a encender, aunque ya saben que las fuerzas del orden no van a ceder ante virulentos shows. Pero con Patricia Bullrich ya han visto que no se juega, o al menos no es un jueguito fácil.

Bullrich, ministra de Seguridad de la nación y doctora en Ciencias Políticas, está realizando una de las misiones cardinales del actual gobierno. Su ministerio sí lo está haciendo bien y sí tiene sentido. Milei, como presidente de los argentinos, bien sabe que, además de gobernar con tino, su administración tiene el deber moral de proteger a las niñas de hoy, que serán las mujeres de mañana, y para hacerlo no sólo debe cerrar este infestado ministerio, sino también desterrar su ideología y praxis corruptas y anticientíficas.

De ahí que Milei decidiera no esperar más para encender su motosierra y continuar podando a la Argentina de hojas secas y ramas enfermas. Ejemplo que deberían seguir en otros países de Latinoamérica y Europa donde este lastre está lastimando y poniendo en peligro el presente y futuro de millones de mujeres, niñas y familias. Los conservadores son la mayor fuerza cívica y política que los estrategas y aplaudidores de la agenda 2030 encuentran a su paso en todo el mundo. Medidas como la que Milei acaba de dictar han de repetirse en todas partes si se quiere detener desde las instituciones públicas los males que su veneno social acarrea como una verdadera pandemia.

El comunicado del Ministerio de Justicia es muy claro y asegura que «ninguna de sus acciones concluyó en la baja del índice del delito», sino que, «por el contrario, el pueblo argentino fue testigo de su sesgo ideológico en la defensa discriminatoria de las víctimas», refiriéndose al promedio de casi 250 mujeres asesinadas cada año en el país sudamericano, según estadísticas oficiales. Aunque las feministas jueguen a las consignas, los pañuelitos verdes, y a gritar en mediocres coreografías mostrando los senos, las muertes de las mujeres no son un juego político.

Mantenerse coherente es uno de los rasgos que no abundan entre los políticos de hoy. Milei, hasta el momento, es una de las excepciones. En reiteradas veces el liberal libertario ha criticado con fuerza este tipo de seudoinstituciones partidistas y parásitas, inspiradas en el actual feminismo bandera de la izquierda radical, que el kirchnerismo instaló en las entrañas del Estado, las agrupaciones cívicas y la sociedad en general. Como él mismo antes ha señalado y ahora expresa el comunicado del Ministerio de Justicia, «achicar el tamaño del Estado», es de los ejes claves que mantendrá su presidencia.

Desde diciembre de 2023, el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidades fue convertido en una Subsecretaría, pero hace sólo dos días anunció su «eliminación definitiva». Según el gobierno, existía «superposición» de competencias y se trataba de un gasto con el que no era posible continuar. «Dinero que al Estado argentino no le sobra», acotó el Ministerio de Justicia, destacando que dicha secretaría, antes Ministerio, contaba con más de 800 empleados. Vale insistir en que estos enormes gastos estatales nunca traen buenos resultados, al contrario, causan serios daños, sobre todo cuando la economía de una nación sufre.

Pero los graves daños de esta mala moda de ministerios feministas radicales y demagógicos no se desatan sólo a nivel económico, sino también a nivel social y cultural, y en vez de servir a las mujeres, causan efectos muy perjudiciales para su seguridad y progreso. Los datos y los testimonios son devastadores en cada lugar donde se han aplicado estas políticas.

Según el Registro Nacional de Feminicidios de ese país sudamericano, los asesinatos contra mujeres (es importante aclarar que no todos los crímenes contra mujeres constituyen feminicidios) aumentaron en 2023 un 10.6 por ciento, llegando a 250 víctimas directas, tal como ha informado la Corte Suprema. Está muy claro que lejos de ayudar a las mujeres, el citado ministerio les ha fallado. Y mucho. Pero no se podía esperar lo contrario.

A pesar de lo difícil que seguirá siendo la batalla cultural y económica que lidera Milei, la buena noticia es que mientras la violencia, el resentimiento y la falta de sentido de común del feminismo radical y el wokismo pierden cada vez más terreno dentro del pueblo y Estado argentinos, la libertad avanza. Ojala sirva de ejemplo, insisto, al resto del orbe, pues es una necesidad urgente para preservar las ganancias de nuestra civilización.

 

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