«Este año, el festival se va a hacer a pesar de todas las limitantes», dice Félix Allueva sobre la edición 34 del Festival Nuevas Bandas (FNB), que en las próximas semanas celebrará su final en Caracas. En la capital las bandas ganadoras de los circuitos nacionales, que comenzaron el fin de semana pasado en Maracay y que continuarán durante este mes en diversas regiones del país, competirán en una competencia de la que han salido agrupaciones como Los Mentas, Viniloversus o La Vida Boheme.
Planificar el festival de este año no ha sido sencillo, reconoce el gestor cultural y presidente de la Fundación Nuevas Bandas. Conseguir financiamiento por parte de la empresa privada y del Estado no ha sido sencillo; sin embargo, eso no ha sido impedimento para organizar la cita 2024, a la que se postularon más de 150 proyectos, de los cuales fueron seleccionados 45. Los circuitos con el mayor número de participantes son los de Caracas y Maracay, con 12 y 13 respectivamente.
En los últimos años, Allueva se ha propuesto descentralizar el Festival Nuevas Bandas con encuentros y actividades en otras ciudades del país, como la rueda de prensa que se realizó en Maracay, la primera fuera de Caracas, antes de que comenzara la ronda de competiciones en la ciudad.
Una queja común entre las bandas, tanto en Caracas como en ciudades del interior, es la falta de espacios para tocar. Sobre esto, el gestor cultural asegura que es un problema que ha existido siempre y que afecta en mayor o menor medida a las bandas dependiendo de la región. Entre las ciudades con menos espacios para presentarse, dice Allueva, están Maracaibo y San Cristóbal debido a las constantes fallas eléctricas. Por el contrario, asegura que Caracas vive un buen momento en cuanto a espacios. «Hay donde tocar, hay una buena movida musical ¿Dónde está el punto débil? Hay más oferta que demanda», explica.
—Pareciera que existe una visión, sobre todo en otras ciudades, de que en el festival se favorece a las bandas de Caracas ¿a qué cree que se deba esta idea? ¿Es así?
—El fenómeno del rock centralista, vamos a llamar así, al rock proveniente de Caracas, se remonta a los años 60, eso no es nada nuevo; si bien es cierto que las primeras bandas de rock surgen en Maracaibo, ya para los años 60, te estoy hablando del año 64, 65 aproximadamente, la movida central del rock estaba en Caracas y digamos había grupos de rock también el interior, en Mérida, Barquisimeto, por supuesto en Maracay, Valencia. Pero la tendencia del epicentro de la movida rockera en Caracas se ha mantenido hasta el día de hoy, son unos 60 años de historia, o sea, no es nada nuevo y tampoco es nuevo que las bandas de otras ciudades se quejen de esa situación. Eso no es culpa de la Fundación Nuevas Bandas, es un fenómeno histórico, además, es un fenómeno global venezolano en el sentido de que Caracas tiene el centro de la actividad cultural, nos guste o no, y se puede entender porque desde remotos años la capital es la referencia sociocultural y política del país.
Entonces digamos que lo que viste en esa rueda de prensa y lo que dicen las agrupaciones es cierto, es totalmente cierto. Ahora, qué agregaría yo, que ese fenómeno desde finales de los 90, la fundación con el festival y otras actividades ha tratado de disminuirlo. Nosotros hemos mantenido desde 1998-99 los circuitos, con los que tratamos de poner en el mapa lo que está sucediendo en el resto del país. Desde ese año hasta el día de hoy hay presencia de bandas de otras ciudades en el festival, entonces yo vería el fenómeno desde la perspectiva del vaso medio lleno, medio vacío. Es cierto que hay una visión centralista en todo en el país, pero en el caso específico del Nuevas Bandas damos el espacio para que haya representación de otras ciudades, ganen bandas de otras ciudades y se visualice la presencia de nuevas agrupaciones en otras partes del país.
—La mayoría de las bandas ganadoras se quejan de la falta de espacios para tocar, sobre todo las del interior. ¿Cuáles son las regiones más desatendidas en cuanto a lugares? Y ¿cuáles, por el contrario, son las zonas en las que podemos hablar de una movida importante donde hay bandas y espacios para tocar?
—Tú vas a Nueva York, Buenos Aires o Madrid, incluso Barcelona… yo lo he hecho, he estado en todos esos sitios y he podido reunirme con agrupaciones y movimientos de esas ciudades y en cualquiera, aunque sea extraordinariamente grande como Ciudad de México, las bandas siguen diciendo que no hay suficientes espacios para tocar. Es como una especie de condición natural de los movimientos musicales pop rock en el mundo decir que no hay locales. En Caracas pasa lo mismo. ‘No tenemos dónde tocar’ y de repente en un fin de semana hay 15 conciertos. Está pasando ahorita. Eso hay que abordarlo con cierta objetividad o menos subjetividad. ¿Qué pasa en las otras ciudades de Venezuela? Cada una tiene sus propias características. Hay algunas con menos locales, hay otros donde no hay. Hay otras en las que existen solo uno o dos locales. Pero sitios específicamente para el pop y el rock no son muchos.
Hay regiones golpeadas duramente como Maracaibo, donde no solo influye el tema de los locales, también pesa el tema de la electricidad y otros factores. Maracaibo es una de las ciudades donde el pop y el rock ha bajado considerablemente y se ve en el registro y en las estadísticas. Cuando nosotros hacemos inscripciones, eso nos da, de una u otra manera, un registro estadístico y tú puedes ver dónde está con mayor intensidad la movida. En Maracaibo y San Cristóbal está muy complicado a pesar de que hay muy buenos grupos. En Mérida no existirán más de tres locales, pero hay espacios consolidados como El garaje, donde hay una continua actividad de presentación de bandas. En oriente hay grupos, pero hay ciudades donde la cuestión es difícil: Cumaná y Puerto Ordaz. De repente en Puerto La Cruz y Barcelona por sus características turísticas se mueven más, igualmente Margarita. Cada región tiene su situación particular. En Maracay y Valencia no hay tantos locales, pero sí una movilidad significativa, hay muchísimas agrupaciones. Entonces es como un contraste. En fin, yo diría que si no existen los locales el movimiento va a empujar para que exista.
Después de más de 30 años en la movida, te das cuenta de que esto es como un fenómeno en espiral, que se repite, es cíclico. Hay momentos buenos, hay momentos regulares, hay momentos malos. Por ejemplo, en Caracas, a pesar de lo que se diga, estamos viviendo un buen momento. Sí hay donde tocar, hay una buena movida musical ¿Dónde está el punto débil? Hay más oferta que demanda, además de lo económico.
—Del FNB han salido muchas agrupaciones que han logrado consolidar una carrera musical tanto en Venezuela como en el exterior. Hoy, ¿cómo es el panorama al que se enfrentan las bandas emergentes en el país, tanto para las que están en Caracas como para las que están en otras ciudades?
—La respuesta resumida sería constancia, no hay otra porque, primero, Venezuela no es un país con una base sociocultural rockera. Nosotros tendemos hacia lo tropical, entonces desarrollar un grupo de rock, un grupo de metal extremo, de trash metal, de death metal, pueden ser nulas porque no existe público para eso. En cambio, y ahí se van abriendo caminos, una banda que busca un equilibrio entre el rock y lo latino tiene más posibilidades. Podemos hablar de Rawayana o de Anakena, que son bandas que están en un punto de equilibrio entre lo urbano-latino y elementos pop-rock. Segundo, la industria de la música en Venezuela existe, pero es una industria subdesarrollada. No hemos logrado desarrollar grandes disqueras, no hemos logrado la venta bien prevista y planificada en medios alternativos, no tenemos una política cultural del Estado hacia la parte musical. Hay muchos factores, pero la industria cultural existe, limitada, pero existe.
Ahora, con el primer factor que es lo cultural en cuanto a los gustos musicales y el segundo factor que es una industria musical con límites, indudablemente, vas a tener un techo acá si estás haciendo algún tipo de música rock en cualquiera de sus vertientes. ¿Qué queda? Primero se constantes y desarrollarte como profesional, y después lo que han hecho muchísimos bandas: Los Mesoneros se fueron a México y por allá avanzaron, Rawayana se fue del país y ahorita se oyen en todo el Caribe, es una banda de referencia. Tienes que planificar tu desarrollo como músico y dentro del género que te gusta.
—¿Es necesario que las bandas o músicos de otras ciudades que quieren hacer carrera vengan a Caracas para poder crecer?
—Si y no. Sí, porque es como el desarrollo natural; así como las bandas caraqueñas llegan a un punto en el que no pueden avanzar más aquí y se van a Madrid o a Bogotá, las bandas que vienen de otras ciudades tienen como una primera parada Caracas y después, con suerte, logran saltar de Caracas a otro lugar. Ese es el sí, el no depende. Hay bandas del interior que han partido de una manera directa a otra ciudad de otros países y han triunfado. No es una regla. Por ejemplo, Cultura tres, que es una banda muy reconocida a nivel internacional en el campo del metal, sobre todo en Europa, son chamos que salieron de Maracay. En el festival ganaron con otro nombre, Agresión, y después decidieron irse del país. Fueron a probar suerte en Europa y crecieron. ¿Que les costó 10 años de trabajo? Pues sí, eso es lo que cuesta, que te lo digan todas estas bandas que ahora son relativamente conocidas en América Latina como Viniloversus, Los Mesoneros o La Vida Boheme. La Vida Boheme se da a conocer en Venezuela en 2008 y mira todo el tiempo que ha pasado para que logren un estatus. Es normal. Esa quejadera histórica de las bandas de ‘no me quieren’, ‘no me escuchan’, ‘no me dan espacios’… no, te lo tienes que ganar trabajando. El mejor ejemplo es cuando estás comenzando, porque si las bandas no hacen un núcleo de públicos de referencia, no pueden avanzar. Ese trabajo lo tienen que hacer las bandas. Otro ejemplo es Sentimiento muerto. En los 90 avanzaron porque hicieron un trabajo brutal, no solamente musical sino de promoción y de ganar fans. Fueron creciendo hasta que se consolidaron.
—¿Considera que tienen las mismas oportunidades de hacer carrera que las bandas que salieron del festival hace 10 o 15 años?
—Las condiciones hoy son un poco más favorables porque tú mismo tienes en tus manos las posibilidades de promocionarte. Hace 20 años era imposible, cuando estaba el dominio de las disqueras de manera absoluta. Ahora tú tienes las herramientas en tus manos, pero tienes que hacerlo profesionalmente y te tienes que integrar realmente a lo que quieres hacer y no echarle la culpa a los demás. Avanzar en todo, no solamente en música, sino en composición, promoción y planificar tu carrera, planificar lo que quieres hacer con tu música y con tu agrupación.
—Hace tres años hizo una alianza con el festival Otro Beta para desarrollar el circuito de Maracay, que en su momento fue criticado.
—El país ha estado en una constante lucha política y contradicción entre dos bandos. Una lucha política se expresa también en la cultural y, por supuesto, en lo musical. De esos dos grandes bloques que luchan constantemente en el país, que expresan contradicciones políticas y económicas, en la música también se ha manifestado. Pero igual que el país, en la música se ha manifestado con los radicales: los de un lado y los del otro. Ambos bandos no van a aceptar y no van a estar de acuerdo con que las tendencias musicales se unan porque los van a ver como traidores, pero eso pasa en todo. Entonces, cuando hablas de las críticas, no son tantas. Voy a utilizar una palabra coloquial y Arturo Uslar me lo va a permitir, son cuatro pendejos que tienen poca visión y se quedarán allí toda su vida en esas tendencias radicales.
Yo desde hace unos cuantos años, por lo menos desde 2015, propuse abiertamente un acercamiento entre aquellas bandas y agrupaciones que veían desde distintos puntos la política en el país. Nos tenemos que unir porque la única forma de superar esto es con unión y diálogo. A partir de esos años, 2015 y 2017, posiblemente, yo comencé a trabajar con gente vinculada a la gestión gubernamental. Trabajamos e hicimos experimentos conjuntos. Yo iba a sus eventos y ellos venían a los nuestros. Progresivamente nos dimos cuenta de que había más cosas que nos unían que las que nos separaban y decidimos dejar el factor político en un segundo plano, porque lo principal es la música. A partir de esa visión, la cual mantengo, yo creo que hay que buscar acercamientos y el mejor ejemplo han sido tres años de trabajo con el Festival Otro Beta, que es un festival que ha estado indudablemente identificado con la gestión gubernamental, pero entre los dos hemos logrado una buena alianza; tan buena que se ha mantenido durante tres años y que ha dado resultados porque ahora la situación en Maracay, específicamente, y sus alrededores es que hay más grupos, más actividad, más eventos y vienen grupos a Caracas y van grupos de Caracas a Maracay. La alianza ha funcionado. Yo la defiendo y creo que esto es lo que hay que hacer en otros ámbitos.
—¿Cómo ha logrado sostenerse durante más de tres décadas el festival en un país con un entorno político, social y económico tan asfixiante? ¿Qué ha sido lo más complicado?
—Lo más complicado de estos treinta y tantos años en la fundación y por supuesto en el festival ha sido el país mismo. Me explico, nosotros nacemos en la década de los 90 y prácticamente 8 o 9 años después de haber nacido viene el cambio político que fue disruptivo. Ya para el año 1999 comienza un proceso político complicado, que pudiésemos llamar revolucionario. Afectó a todo el país y, desde distintos ángulos, hizo que el impulso que traía la economía, leve, fuerte, como la quieras mencionar, generara muchos problemas y eso se ha visto reflejado en todas las áreas del país. Para mí ese ha sido la principal limitante. Posiblemente si el país hubiese tenido un desarrollo económico constante estaríamos con otro cuento, otra historia. Pero esos cambios políticos, que terminaron afectando la economía, la cultura, lo social, la cotidianidad, han hecho que el festival pueda también desarrollarse de manera orgánica y coherente. Han sido muchos subes y bajas. Hemos tenido momentos en que no hay apoyo de la empresa privada, hay otros momentos donde no hay apoyo del Estado, entonces tienes que surfear esas olas y ha sido muy complicado.
—Y ¿cómo ha sido en los últimos cinco años? ¿La empresa privada está abierta a patrocinar el Nuevas Bandas?
—Vamos a comenzar un poquito más atrás, a partir 2013 a 2017 es posiblemente uno de los peores momentos y luego viene la pandemia. Yo no soy economista y no me puedo meter en profundidades, pero te puedo decir que para nuestra área, el área del pop del rock y la producción de eventos, la empresa privada todavía no se recupera, sigue muy afectada y la inversión es mínima. Yo lo entiendo porque el país está mal y al no tener una relativa fortaleza, su inversión también se reduce. Las grandes empresas que patrocinan eventos lo que quieren ahora es vender, no hacer publicidad y, por consiguiente, ha bajado el patrocinio.
Los últimos cinco años han sido fatales, no hay todavía una recuperación de la empresa privada para apoyar el movimiento que nosotros representamos y el Estado está igualmente golpeado. Cualquier política de ayuda y de patrocinio de apoyo se ve muy afectada por el factor económico. Ahora, de una u otra manera, esta es una historia que se repite, entonces hay que seguir adelante. Este año el festival se va a hacer a pesar de todas las limitantes, no es un año bueno, todo lo contrario, es un año malo. Súmale el proceso electoral.
—¿Cómo proyecta el futuro del FNB? Menos rock, más pop, más proyectos solistas, más ritmos urbanos.
—Así como te dije que uno de los principales factores para que el festival se haya mantenido es la constancia, hay otro factor que es vital, y es la capacidad de adaptarse, ser flexible y, en ese sentido, adaptarse y ser flexible es permitir que entren nuevas tendencias, nuevas visiones, cambios generacionales, cambios culturales. En los años 90, el metal predominaba y comienza el nuevo siglo, aparece el nu metal y toda la onda electrónica fuerte, entra el hip hop y su combinación con el rock. Nos fuimos adaptando y en la actualidad, en los últimos años, la música urbana ha sido poderosa en cuanto a la penetración del mercado y lo tropical también avanza ¿Cómo veo el futuro? Creo que pasa por la adaptación a las nuevas tendencias. Todos los subgéneros del pop se van a ir interconectando y generarán nuevas tendencias y el festival se irá sumando. De hecho, ya lo estamos viendo y agregaría algo a tu pregunta. Nosotros estamos casi que obligados a conseguir nuestro camino porque está el rock anglosajón, pero el rock desde los años 60 empezó a mutar y cada país ha ido adaptándose: los africanos lo hicieron de una manera, los europeos de otra y en América Latina también. Los argentinos en algún momento intentaron hacer un rock distinto y los mexicanos lo lograron al fusionar toda su tradición con el rock. El mejor ejemplo es lo que hace Café Tacvba. En Colombia ha venido sucediendo durante los últimos 10 años, por eso aparece gente como Juanes, (Carlos) Vives o Shakira y muchos más como Bomba Estéreo, que han logrado combinar sus raíces con el fenómeno internacional. A Venezuela todavía le falta transitar ese camino. ¿Hay ejemplos? Sí, Los Amigos Invisibles hicieron su gestión interesante, pero tenemos que mirar un poco hacia nuestras raíces, nuestra idiosincrasia y ver cómo progresivamente vamos buscando un rock que se parezca más a nosotros. Eso va a pasar, incluso, me atrevo a decir que ya está pasando. ¿Lo vamos a alcanzar? Claro que sí, ya está sucediendo.
—¿Quiénes lideran hoy la escena del rock nacional?
—Es complicado porque si yo digo algo se convierte en ‘Félix prefiere esto y como él es el que dirige el Nuevas Bandas va a ganar…’. Entonces, para evitar ese rollo, yo te diría que en el caso venezolano el rock es muy variado, súper variado. No me atrevería a decir que hay una tendencia que está liderando, pero sí me atrevo a decir que el camino que veo en el futuro es una fusión inminente entre el género urbano y el rock. Y está sucediendo, hay muchas bandas que ya están en ese camino. Te diré una porque ya ganaron: Fakboi, una mezcla interesante de música urbana y rock ¿Continuará así? No lo sé, pero es los que han venido haciendo y es un buen ejemplo de la integración. En Venezuela hay muchas tendencias, hay que ver en los próximos años cuál tiende a tomar el liderazgo del movimiento.
—¿Cuántos sacrificios ha hecho Félix Allueva para que el festival, hoy, sea posible?
—Eso de sacrificios sonó muy cristiano. Le voy a dar un giro a tu pregunta. Yo no soy de esa línea de que ‘sí nos hemos sacrificado y entonces hemos hecho esto y lo otro y hemos sufrido porque..’. No, chica. Yo te lo plantearía más facilito, casi desde una perspectiva filosófica. El trabajo que nosotros hemos hecho y, ahora te voy a hablar en primera persona, el trabajo que yo he hecho en la fundación, en el festival y en la movida musical en general del país para mí ha sido un gran divertimento. Yo lo he disfrutado enormemente y lo sigo disfrutando. No, esto para mí no es sufrimiento, esto para mí es placer y felicidad. Yo disfruto enormemente hacer los festivales, meterme en la movida musical y trabajar con los músicos y su entorno. No hay sufrimiento, no hay sacrificio, hay ganas y voluntad de hacer las cosas y hacerlas bien. Entonces, no, mi respuesta a tu pregunta sería no, ningún sacrificio. Lo que hemos hecho es trabajar, a veces nos va bien, a veces no nos va tan bien, pero en general, aquí estamos y estamos haciendo un trabajo. Yo creo que se han visto los frutos y se van a seguir viendo frutos.
—¿Qué opina de la llamada reactivación de conciertos en el país?
—Siempre va a ser positivo que la cultura y la música ganen espacio, público y se desarrolle. Eso no lo discuto porque siempre es positivo. Ahora, que esos eventos reflejen realmente la situación del país y de la industria musical, es otra cosa. Yo sí tengo mi visión crítica. Creo que eso es sencillamente una burbuja, no es un desarrollo orgánico donde tú planificas y ves que efectivamente se está avanzando en distintas áreas. Esto es muy shock eléctrico que te da en el momento, pero después baja todo. Y repito, al no haber presencia de la empresa privada en aportes y apoyo, limita mucho porque tienes que basar todo en el público, en el pago de entrada, y eso complica todo. Eso puede funcionar perfectamente en Europa o en Estados Unidos, con economías consolidadas, pero en países como el nuestro, donde el salario mínimo son tres o cuatro dólares, es imposible. Lo que hay es una burbuja con ciertas personas que tienen suficientes recursos para asistir a esos eventos. Siempre son las mismas caras.
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