Amanece y sabemos que transcurre un día más, oscuro, para nuestros presos políticos, están allí por todos nosotros. Entre ellos los agentes de la Honorable Policía Metropolitana, cerca de dos décadas presos por una orden violatoria de toda normativo legal, emanada de quienes han dirigido este país. Una orden cumplida servilmente por los pobres jueces fantoches que pueblan nuestros tribunales, que deciden sin ninguna conciencia quebrar la vida de un ser humano inocente y la existencia de una familia. Tal como se expresa la esposa de uno de nuestros presos: No existen explicaciones para tanta barbarie y ensañamiento contra seres humanos. Jamás existirán explicaciones para todas las violaciones de derechos humanos de las cuales hemos sido objeto durante estos eternos años, tanto para ellos, mi esposo y sus compañeros de causa, como para sus familias, esposas e hijos, madres, hermanos.
Como persona, habitante de esta tierra, un ser humano cualquiera, nos hiere el alma pensar en esos interminables años de encarcelamiento y en las “277 personas privadas de libertad. Hoy 31 de mayo de 2024: 24 mujeres, 147 militares, 131 no condenados”.
277 personas que están en la cárcel, reciben tratos vejatorios por parte de otros venezolanos, personas sometidas a juicios amañados, enfrentados a la más profunda crisis ética de nuestro sistema jurídico, institución que de hecho no existe sino en el papel, con jueces de mentira, que violan en lo más profundo las identidades de las personas, de sus familias y de todo un país. No podemos siquiera imaginar que cada minuto, momento que vivimos, caminamos, trabajamos, al mismo tiempo, estos venezolanos presos sufren la inclemencia de sus carceleros, en calabozos sin luz, en salones de tortura, en manos de unos carceleros que como todos los que escogen este nefasto oficio les importa un bledo ser merecedores de su pertenencia al género humano.
Oímos al que funge de presidente solicitar ayuda a países aparentemente cercanos ideológicamente a su gobierno, pidiendo apoyo para enfrentar las demandas de sus ciudadanos y el rechazo del mundo. Clama solidaridad con su insaciable aspiración de conservar el poder como sea y con quien sea, rusos, iraníes, cubanos, es decir, la escoria del mundo. Países donde el sol se le oscurece a esas masas humanas que no tienen la culpa de haber nacido en esos territorios, sociedades donde nunca ha existido la democracia, donde el individuo responsable no existe y se impone solo una visión despiadada del poder concentrado en una secta ideológica. Pide ayuda, respaldo y luce como una total incongruencia, rogar por ayuda teniendo a cientos de venezolanos sometidos a las más crueles condiciones, encarcelados, torturados, sin piedad alguna. Dudo que las instituciones democráticas que aún existen en España y México se presten para apoyar esta afrenta a la civilización occidental que representa el actual régimen venezolano.
Algunos jerarcas mienten sin ningún pudor, no sabemos si es en verdad el afán de venganza que los ha llevado al infierno o simplemente disfrutan de la mentira y de las penalidades de los otros. Viene a la memoria la imagen del tiempo en prisión de Juan Requesens, Leopoldo López, los policías metropolitanos y todos los que hoy permanecen en las mazmorras, los cuales, según Alfredo Romero, director del Foro Penal, son categorizados de la siguiente manera: “Aquellas personas condenados por representar individualmente una amenaza política para el gobierno, por tratarse de líderes políticos o sociales. Los detenidas o condenadas, por ser parte de un grupo social al cual es necesario intimidar. En este grupo destacan estudiantes, defensores de derechos humanos, comunicadores, jueces, militares, activistas sociales y políticos, entre otros. Y, quienes, son utilizadas por el gobierno para sustentar una campaña o una determinada narrativa política del poder con respecto a determinadas situaciones de trascendencia nacional”.
En este recuento es imprescindible nombrar a Rocío San Miguel, una ciudadana que ha ejercido una defensa de nuestros derechos humanos y civiles, sólo con su palabra, desarmada, con mensajes de alerta a la ciudadanía ante los peligros del control represivo del poder frente a una sociedad inocente. Hoy Rocío cumple más de tres meses sin defensa, sobre todo sin defensa legal, acusada sin pruebas y sin testigos reales.
Ella constituye la prueba más fehaciente de la inexistencia del Estado de Derecho y del calibre del sistema de justicia que desaparece ciudadanos sin explicación, sin juicios, sin pruebas y sin defensa.
El director de Foro Penal, Alfredo Romero, aclara que el régimen no da manotazos a la loca, oprime donde duele, mata a quien estorba, no tiene planes para hacer crecer el país, pero si los tiene para ejercer la violencia y continuar con la cara muy lavada, pidiendo ayuda y escondiéndose detrás de una ideología que el mundo entero sabe que no es más que el camino a la servidumbre. Podemos nombrar entre las víctimas de esta política represiva de Maduro-Chávez a Alberto Marulanda, William Agudo, Carlos Aristimuño, Andrés Paredes, a la pediatra de 21 años Ariana Granadillo, detenida por rebelión militar, María Elena Figueroa, Deynis Uzcátegui, presa esta última por buscar comida para sus hijos, dos paquetes de harina y uno de pasta, a quien los GNB gritaban en el momento de detención: “Que se mueran esas malditas bachaqueras”. La familia de Ariana Granadillo, el 24 de mayo de 2018, fue sacada de la casa que habitaban en la Urbanización San Antonio de Los Altos (Carrizal), estado Miranda, por funcionarios de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) y sin orden oficial alguna los mantuvo desaparecidos y sometidos a trato cruel e inhumano hasta el 31 de mayo de 2018. Sin olvidar a Oscar Pérez.
La violencia desatada por los jerarcas del régimen, respaldada tristemente por quienes dicen ser la fuerza armada que defiende al país, constituye una de las más negras páginas de nuestra historia, con la intención siniestra de desaparecer la esperanza, la libertad y la aspiración de todo venezolano de realizar sus proyectos de vida. No es siquiera necesario pedir castigo para los responsables de esta barbarie, la historia ha demostrado que tarde o temprano el peso de sus crímenes y de sus culpas se devolverán por haber robado días, meses, años de vida a nuestros presos políticos, a sus familias y a todos los que creemos en la libertad y en la justicia.
Escribiendo esta amarga nota recuerdo esta noticia: Orlando Rivas, un venezolano de 26 años detenido en el año 2018 en los calabozos del Cicpc del estado Lara ha muerto tras delirar por fiebre alta, con un pulmón desprendido a golpes y desnutrición porque no le daban la comida que le llevaba su familia. Nunca llegó a verlo un juez.
“18 de mayo 2024. Un comunicado divulgado por Amnistía Internacional, se refiere a las detenciones arbitrarias de San Miguel, Carlos Julio Rojas y Javier Tarazona. Al respecto, sostiene que «…forma parte de un patrón de represión contra los defensores de derechos humanos en Venezuela».
19 de mayo 2024. Se cumplen 100 días de la injusta detención contra la directora de la ONG Control Ciudadano.
Defensoras de derechos humanos emitieron un comunicado en el que además de pedir por la libertad de Rocío manifestaron que: «…es urgente que se permita a la defensora la designación de sus abogados de confianza a los fines de poder tener acceso al expediente para conocer el contenido y que se pueda ejercer el derecho a la defensa de manera efectiva.» No queda sino avanzar incansablemente en la búsqueda de la libertad. Si hay un solo preso por sus ideas políticas, todos estamos presos.
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