“Sólo la mentira absoluta tiene aún libertad para decir la verdad”
Theodor Adorno
El terror como recurso para un régimen desalmado, no es una vía innovadora, tampoco supone ninguna ostensible regresión, es un mecanismo aprendido y transmitido en la “capacidad de ejercer el acto de gobernar” (Matus, 1987), desde luego el aprendizaje para el horror lo asumen los regímenes sin alma, es decir sin apoyo popular, al carecer de la necesaria gobernabilidad, apelan al terrorismo de estado, a la criminalización del acto de pensar, al copamiento de la dimensión ontológica del ser humano, mutilando la existencia a un estado de zozobra e incertidumbre, las distopias totalitarias de Orwell como 1984, nos cuentan sobre estas formas para hacer política, el gran hermano que vigila todo, la omnipresencia del Estado, observada en la grosera mutación política socialista del zuche, la cual ha permitido la instalación de una dinastía hereditaria en el poder, la terrible casta de los Kim, estos desvíos pueden llegar a devenir engendros filosóficos que justifiquen el horror de una doctrina antinatural como la zuche en la gris Corea del Norte (Kim, 1984), es necesario advertir que en esta pesadilla hecha país, la hegemonía instalada en el poder ha encontrado identidad y no hay nada que extrañar la ira procrea ira, el terror procrea terror.
La necesidad de atarse al poder a cualquier precio, han justificado toda suerte de tropelías contra la dignidad humana, la sangrienta revolución cultural china, el homicida curso de Stalin en el poder, los sangrientos seiscientos días de la República de Saló, todos han constituido tumores en el cuerpo moral del Estado, deformaciones en el desarrollo histórico y social, así pues los países son destruidos por sus propios Estados, quienes concentran todo el poder, la vida misma de sus plagiados habitantes, el recurso del miedo compele todo acto de libertad, nada más incierto que la frase popular el miedo es libre, por lo contrario el miedo es la más absoluta definición de la perdida de la libertad, “el miedo nos condena a callar de aquello de lo que no debe decirse”, el miedo no es más que la representación filosófica del positivismo de Wittgenstein en su tractatus (Wittgestein, 2007).
Al sentirse sin apoyo en la población, los regímenes pierden el alma, pues el apoyo popular constituye el espíritu para ejercer el poder, en tal sentido se apela al terror, al miedo y a la represión, los grandes maestros de estos perversos quienes usurpan el poder se encuentran en Corea del Norte, Cuba, Irán, Rusia, Turquía y en cualquier Estado forajido sin contención para el mal, de allí la admiración a la gris prisión de norcoreanos, al vaho pestífero de la Isla ergástula de Cuba, a la violenta forma de gobernar en Rusia, todos son pueblos hermanos en el mal, fraternos en el terror, hijos del odio, amamantados por la Erinias e instrumentalizados por las harpías que condenan al hambre y la miseria.
Nuestro pobre país, fragmentado en la diáspora, cuya definición más exacta es el dolor de la pérdida, del extrañamiento, de la desvinculación con el suelo que alberga a nuestros muertos, que nos dio identidad, ese sentimiento del exilio, es una punzada lacerante en la cavidad toráxica que alberga lo que alguna vez fue un corazón, junto a ese padecer coexiste el insilio la indolencia, la desesperanza y el miedo, pero nos convoca cívicamente la historia, a los fines de acudir a las urnas electorales y votar por la libertad, por la decencia, por la democracia, por la justicia, nos convoca la humana necesidad de salvarnos de otros seis años más de oscuridad, de escapar de esta trampa de la historia, de cobrar cada tropelía, cada infamia, cada injusticia, no con la venganza, sino con la simple consigna de que se vayan ellos, simplemente que se vayan a disfrutar lo mal habido, que nos dejen las ruinas como testimonio de su paso abyecto por la historia, que salgan de nuestras vidas, dejando el queloide de lo que jamás debemos ser como sociedad, de este extravío colectivo que se sume tantos horrores.
Finalmente, como sociedad esperamos educar para no repetir los horrores del chavismo, para contraponernos a la pulsión de Wittgenstein, usando a la filosofía crítica de Adorno y hablar, vociferar y decir todo, basta de mordazas, basta de chantajes, basta de traidores, son tan torpes que agreden a unas humildes vendedoras de empanadas por ofrecerles desayuno a María Corina Machado, la representante de este movimiento de libertad que es una avalancha imparable y que Dios mediante, por la vía electoral nos permitirá volver a la libertad.
Referencias
Kim, I. Z. (1984). Sobre algunas cuestiones que se presentan para la comprension de la filosofía zuche. Pyongyang: Ediciones en lengua extranjera Pyonyang.
Matus, C. (1987). Planificación y Gobierno. Caracas: Fundación Altadir.
Wittgestein. (2007). Laberintos del lenguaje. Toledo: Universidad Castilla la Mancha.
X: @carlosnanez
IG: @nanezc
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