En la política indigna, degradada y descompuesta, la descortés e irrespetuosa hipocresía es un arte que se domina casi a la perfección. Politiqueros de oropel, acróbatas de la palabra, se contorsionan con tal maestría que logran convencer de que el blanco es negro, y el negro, blanco.
El fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan, es herramienta utilizada por la política incivil para perpetuarse en el poder, aparentando virtuosidad ética, moralidad inquebrantable y compromiso con la higiene pública, mientras ocultan la insalubridad de sus intenciones. La formación ética y moral se demuestra en conductas intachables y compromiso auténtico con la verdad. Coherencia entre lo que se dice y hace.
Promesas en boca de politiquero barrio bajero, son ofrecimientos confeti: coloridos, abundantes y sin valor real. Te prometen el oro y el moro, juran que solucionarán los problemas, pero una vez obtenido el triunfo electoral, olvidan lo prometido.
Camaleones variando de color según la ocasión, verde para defender la ecología, rojo para luchar por la justicia social y cerúleos para defender la economía. En el fondo, fingimientos que buscan poder, beneficio y privilegios.
Cantinfleros versados en la manipulación del lenguaje, dominan la grandilocuencia, exageran frases pomposas y vacías para confundir, hacer creer que son pensantes, inteligentes e idóneos, cuando en realidad, encubren sus perversos propósitos. Su designio es trágico. La hipocresía politiquera corrompe procederes mostrando comportamientos engañosos y deshonestos. Los que emplean el disimulo y la simulación deben ser señalados, expuestos.
Funambulistas, caminando sobre la cuerda floja de la verdad. Un paso en falso y caerían desplomados en el abismo de la vergüenza. Sin embargo, con astucia y cinismo, logran mantener el equilibrio. La veracidad y franqueza son pilares de la democracia, y la ética determina como actuar.
Bufones de circo, espectáculo grotesco donde los payasos son representantes y la carpa cubre a todos. Reímos a carcajada sus ocurrencias, aplaudimos como pinnípedos sus discursos, y luego lamentamos al darnos cuenta del ardid. ¿Hasta cuándo la tramoya? ¿Cuándo distinguir a través de la cortina de humo y exigir honestidad y coherencia? Momento de finalizar con la hipocresía politiquera. Dejemos de ser marionetas en sus manos y tomemos el control del futuro.
¡Basta ya de hipocresía! Exijamos políticos que nos representen de verdad, trabajen por el bien común y no por sus intereses. Confiar es muy difícil, la carencia de claridad es evidente, y el comportamiento contrario a lo sostenido, es práctica común. Se vanaglorian vociferando la lucha contra la corrupción, pero se involucran -sin recato ni consideración-, como amantes insaciables urgidos de pasión.
Los ciudadanos tienen derecho de estar al corriente de las verdaderas intenciones y acciones de quienes los representan, es deber de los medios de comunicación objetivos e imparciales y de la sociedad civil investigar, denunciar cualquier forma de hipocresía política, porque la genuina y responsable no es hipócrita, al contrario, en ella prevalece la verdad, entereza, equidad e igualdad.
@ArmandoMartini
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