El vicario general de la Diócesis de Vitoria (norte), Carlos García, situó el origen del conflicto abierto en la Iglesia católica con las monjas Clarisas de un convento de la provincia de Burgos (norte) en la «grave situación económica que atravesaban» y confía en que se solucione pronto.
García hizo estas declaraciones a preguntas de los periodistas sobre la situación creada después de que la comunidad de monjas de la localidad burgalesa de Belorado (norte) anunciase su intención de abandonar la Iglesia católica para pasar a estar bajo la tutela y jurisdicción de Pablo de Rojas Sánchez-Franco, excomulgado en 2019, y su llamada Pía Unión Sancti Pauli Apostoli, decisión que posteriormente han matizado.
Las hermanas respondieron de este modo a la decisión de Roma de «bloquear» su solicitud para vender un convento que tienen en propiedad y que está vacío una localidad de Vizcaya (norte), para poder hacer frente a la compra del monasterio de otra localidad de la misma provincia, perteneciente a las Clarisas de Vitoria, con las que tenían un acuerdo de compraventa, que se ha roto.
García, que reconoció tener «aprecio y cariño» por las monjas y confía en que pronto «las aguas vuelvan a su cauce», enmarcó lo sucedido como «un asunto» entre esos dos conventos de las Clarisas por la compraventa del inmueble.
Negativa a dilapidar el patrimonio
«Son buenas personas, normales y corrientes», insistió García, quien reconoció que han podido actuar inducidas por Pablo de Rojas Sánchez-Franco, en un momento en el que estaban pasando «una grave situación económica».
«Que en ese momento haya aparecido un tercer interlocutor que tiene detrás grupos económicos importantes y que haya querido aprovecharse y ofertar una salida económica para ellas es posible. Todo parece que es así», dijo en relación al papel de Rojas Sánchez-Franco.
En este sentido, explicó que cuando comunicaron, según el vicario, de manera informal, su intención de vender el convento vacío, lo querían hacer a un «bajo precio que suponía dilapidar el patrimonio», lo que levantó la sospechas de los obispados de Burgos y Vitoria de que tras la compra podría haber «algún grupo ultraconsevador que rechaza el Concilio».
«Llegamos a hablarlo el obispo de Burgos, Mario Iceta, y yo (…) porque nos olíamos algo. Iceta estaba preocupado», desveló García.
Se mostró sorprendido también por las palabras de la abadesa de Belorado, Sor Isabel, que ayer hizo un llamamiento a los católicos que, como ella, se sientan «profundamente defraudados» con la Iglesia Católica de las cuatro últimas décadas a que «escuchen» lo que tienen que plantear frente a las «herejías» que observan en el Vaticano y en el Catecismo.
El vicario dijo que esta comunidad no había mostrado antes «ninguna duda religiosa», que «se pasaban 24 horas en el obrador haciendo dulces para tener posibilidades de subsistencia económica».
Esta situación ha generado numerosas reacciones en redes sociales y publicaciones católicas, con comentarios sobre si la decisión de las monjas «famosas por sus trufas», se debe más a intereses económicos que a cuestiones de fe.
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