A medida que el entorno se vuelve más competitivo y exigente, las empresas necesitan encontrar formas innovadoras de diferenciarse, adaptarse a los cambios que se producen y generar nuevas oportunidades de negocio. Y en ese contexto la creatividad es un factor determinante.
¿La razón? Para producir, por ejemplo, nuevas ideas las compañías tienen que observar, escuchar, no perder nunca la curiosidad y ser audaces. Esto está relacionado, precisamente, con la creatividad y la innovación, pues son elementos que diferencian a un negocio y le procuran una ventaja competitiva en el mercado.
La creatividad, en otras palabras, es esa capacidad de pensar fuera de lo convencional, de promover la generación de ideas frescas e innovadoras que pueden conducir a nuevos productos, servicios o procesos empresariales.
De allí que las compañías que invierten en creatividad tienen una mayor capacidad para desarrollar soluciones únicas y disruptivas que les permiten diferenciarse de la competencia. Esto significa que tienen una ventaja significativa sobre aquellas que no lo hacen: poseen los elementos esenciales para mantenerse relevante en un mercado altamente competitivo como el de hoy.
Además, cuando se fomenta un entorno creativo, los empleados se sienten más motivados y comprometidos, lo que se traduce en un aumento de la productividad y la eficiencia. Los equipos creativos son capaces de abordar desafíos desde diferentes ángulos, lo que les facilita encontrar soluciones más efectivas y eficientes.
Así que no hay ninguna duda de que el talento humano es clave para promover dentro de la empresa la creatividad como factor de competitividad. Ahora bien, la creatividad no es un rasgo exclusivo de algunas personas, sino que es una cualidad innata de todos los seres humanos.
No obstante, hay quienes poseen un pensamiento creativo más desarrollado que otros bien sea por el tipo de personalidad, las influencias del entorno o si han buscado mejorar aquellos hábitos o aptitudes que les permiten ser más creativos.
A grandes rasgos podríamos decir que las personas creativas se destacan por su originalidad, su poder de adaptación, su innovación y su curiosidad. Es decir, son capaces de arriesgarse imaginando opciones diferentes para crear ideas o cosas, así como solucionar problemas o desafíos.
Pero hay un pequeño inconveniente. La creatividad conlleva riesgos, pues existe la posibilidad de equivocarse. Y ese es uno de los motivos por los cuales en el plano personal la gente muestra más sus habilidades creativas que en el mundo laboral.
De modo que está en manos de las empresas impulsar ese talento mediante el trabajo en equipo, la diversidad y la formación e investigación. La falta de motivación del personal, la presión por el resultado a corto plazo y el miedo al riesgo, como mencionamos anteriormente, pueden suponer un impedimento para el desarrollo de la creatividad en las compañías. Y es algo que, en definitiva, se debería evitar.
La creatividad tiene un gran impacto tanto en el modelo de negocio como en los procesos necesarios para desarrollarlo. También tiene un impacto alto en el desempeño del producto, en la comunicación de marca y en la interacción con el cliente. Suficientes razones para que la creatividad sea una de las “consentidas” de las empresas.
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