Este retroceso histórico denominado chavismo ha logrado deshacer los cimientos de la patria.
Expertos en secuestros no dudaron echarle mano a la figura del Libertador Simón Bolívar, tergiversando su memoria, enlodándola. La malignidad de este asalto viene acompañada de falsos hechos; entresacando episodios y enlazándolos en eso que llaman bolivarianismo. El historiador Malcolm Douglas Deas lo denominó “ideología sin contenido”.
El culto a Bolívar viene de lejos. Largo recorrido. El profesor Germán Carrera Damas siempre nos explicó en las aulas ucevistas y en extensa obra su origen en el proceso independentista, entre 1810 y 1821.
La degradación en los últimos treinta años vino acompañada por una praxis política que irrespeta los valores constitucionales, la noción de ciudadanía. Promueve la ilegalidad, el empeño destructivo, la deslegitimación del pensamiento distinto.
El chavismo en sus etapas de dominación tiránica ha hecho realidad emparejar al Libertador con el supuesto nuevo salvador de la patria. No conforme con semejante atropello, siempre dentro de la megalomanía y la tergiversación, ya van hacia el tercer Bolívar. Encarnizado relato de falsificaciones.
Esta caricatura de las últimas tres décadas impone un movimiento reflexivo, fuerte y decidido a derrumbar tan perversa torcedura histórica. Precisa incluir en la agenda del cambio el desalojo del contrabando bolivariano, comenzando por la Constitución, su preámbulo y los principios fundamentales, para el retorno a la República de Venezuela.
Se requiere una labor de limpieza, propone la doctora Mármol, para que la carta magna y las leyes, en nuevo parlamento y sucesivo proceso constituyente, liberen al país de tanta maldad y mentira.
La historia no es la chaqueta chavista. Precisa revisión, planteada por el ya citado profesor Carrera, por el doctor Castro Leiva, Herrera Luque, Inés Quintero, Elías Pino y numerosos historiadores de interesantes planteamientos. Rafael Simón Jiménez ofrece en sus escritos nueva metodología para el abordaje del regreso a la autenticidad socio histórica. El gobierno-transición y las escuelas de historia de nuestras universidades tienen asignaciones urgentes. Numerosos investigadores están en la calle marchando y pensando, como Manuel Sanguinetti, ignorados y desechados por el delito de reflexionar sobre la nueva historia. El profesor Simón Alcántara puede ayudar bastante. Son muchos, nombro a los que más conozco en tanta obra dispersa.
Este tren de Miraflores, en claro abuso de poder, exhumó el cuerpo de Bolívar, equiparándolo a figuras de cultos extraños, para la fiesta de rituales exógenos. El asalto al Panteón Nacional y la creación del falso cuartel de la montaña, con la imagen enviada por Fidel Castro, siempre burlándose de los venezolanos y del propio aliado, que le entregó el país y sus riquezas.
Tal como lo señala Langue, “la espada de Bolívar es arma fetiche de la nación”.
El retroceso del caballo de bridas rojas y manchado de negro noche, pisotear el escudo y desteñir la bandera fue la consumación de estos dantescos episodios. Rojo de sangre derramada por pensar para la libertad. Azul de nubes negras y amarillo de oro, extraído del Arco Minero y convertido en riqueza de palacio. Relato al revés. Trastocan la verdad.
El Bolívar de Chávez es de odio y pobreza. De venganza. El rostro cambiado es feo y generaría estupor a los retratistas de la época, sepultados por “la falsificación histórica, artística y científica. Ha dicho Walter Márquez: “Queremos el Bolívar que captaron físicamente artistas de la talla de José Gil de Castro, José María Espinoza, Francois Roulin, que inspiraron a Martín Tovar y Tovar, entre otros”.
Sugiero al gran movimiento que encabeza la líder de este cambio convocar el pensamiento histórico nacional y universal del nuevo país, que pasa por reivindicar al viejo Bolívar, sus triunfos y errores. Su pensamiento brillante y su actuar equivocado de ser humano. Respetar las disciplinas del saber. La historia es una de ellas y en Venezuela requiere auxilio, objetividad.
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